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martes, 30 de enero de 2024
"LA SOCIEDAD DE LA NIEVE": UN RELATO DE SUPERVIVENCIA COMO NUNCA NOS HABÍAN CONTADO
TRAGEDIA Y MILAGRO SUPERPUESTOS
El cineasta José Antonio Bayona ha emprendido una tarea "a priori" difícil: volver a poner en imágenes la conocida historia del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que en octubre de 1972 se estrelló en la cordillera de Los Andes, así como la subsiguiente peripecia de 16 muchachos por sobrevivir en unas condiciones absolutamente inhóspitas.
La historia es sobradamente conocida: un equipo de rugby amateur de Montevideo, formado por jóvenes de clase media-alta que, junto a familiares y amigos, se desplazaba en un vuelo chárter a Santiago de Chile para disputar un partido amistoso se vio aislado en medio de las montañas tras impactar contra una. Refugiados en la parte delantera del fuselaje, aguantaron 72 días de soledad, desesperación y hambre, paliada finalmente con la decisión inaudita de alimentarse de los fallecidos. Dados por muertos, dos de los supervivientes emprendieron una caminata épica de diez días para solicitar auxilio.
Decenas de libros y dos adaptaciones cinematográficas previas -una desde el temendismo más morboso, y otra desde el buenismo hollywoodiense- nos habían contado lo sucedido. ¿Qué aporta esta nueva versión, que podría temerse superflua?
En primer lugar un verismo abrumador, que nos hace compartir el miedo, el frío o el progresivo debilitamiento de los protagonistas, debidamente singularizados y encarnados por un reparto en estado de gracia, formado por actores uruguayos y argentinos para lograr la mayor fidelidad posible a los hechos.
En segundo lugar, y continuando con este búsqueda del máximo realismo, la colaboración de quienes vivieron aquella aventura en el límite de lo humano, siguiendo el empeño del libro-reportaje de Pablo Vierci de igual título y que sirve de base al film.
La fisicidad del relato y la cercanía de los personajes hacen que el prolijo metraje se nos pase en un suspiro. Y eso hace el buen cine. Nos emociona, nos abruma, nos hace identificarnos con los padecimientos de quienes nunca hubieran querido verse en la terrible tesitura en que una aciago accidente les ha colocado. Sufrimos con ellos, y el desenlace de todo ello, no por conocido menos impactante, nos llena del júbilo de quienes vencieron a la adversidad, a la desesperanza y al miedo. Creánme, que sufrir esta película es el único modo de disfrutarla. Y si les choca el planteamiento, recuerden la teoría de Aristóteles sobre la catarsis: la tragedia que suscita nuesta compasión y nuestro horror nos hace, paradójicamente, más humanos.
Que no es poco.
(posesodegerasa)
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