En 1977, las sondas Voyager 1 y 2 partieron rumbo al espacio profundo. Más allá de su misión científica -explorar Júpiter, Saturno y los planetas exteriores- llevaban un mensaje cultural: el Golden Record, un disco de cobre recubierto en oro, diseñado para comunicar a posibles civilizaciones extraterrestres quiénes éramos. Incluía saludos en 55 idiomas, sonidos de la Tierra, imágenes codificadas y música. La selección musical buscaba representar diversidad temporal y geográfica: desde Bach y Beethoven hasta cantos tradicionales africanos, raga hindú, folklore de diversas regiones y Chuck Berry con Johnny B. Goode.
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La compositora y multiinstrumentista Laurie Spiegel |
Curiosamente, en 1977 el techno aún no existía, Kraftwerk recién empezaba a experimentar con secuencias electrónicas que luego influirían en el género, y la escena electrónica de Detroit estaba en gestación. La elección de Spiegel y de música electrónica temprana no buscaba reflejar tendencias contemporáneas, sino un enfoque atemporal y universal: el disco debía sobrevivir culturalmente y ser interpretable incluso por audiencias sin contexto humano.
Una anomalía del mercado: disco de oro sin haber vendido ni un solo ejemplar (y con solo dos fabricados) |
(Vídeo de @akospapp42. Recomiendo pulsar sobre las dos flechas en diagonal en la parte inferior del rectángulo negro donde va insertado el video -aparecen al pulsar "play"- para disfrutar de la imagen a pantalla completa)
https://youtu.be/ZuVEEsL89Z4
ResponderEliminarLas percepciones dependen de nuestros sensores y nuestros procesadores
El Arcoíris Invisible