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martes, 30 de septiembre de 2025
EL REAL DECRETO LEY "DE APOYO A LA POBLACIÓN PALESTINA" NO SUPONE UN EMBARGO EFECTIVO DE ARMAS A ISRAEL
El Gobierno ha aprobado un Real Decreto Ley (10/2025, de 23 de septiembre) que supuestamente comportaría un embargo de armas a Israel. Tras examinar su articulado, concluimos que este texto NO constituye un embargo de armas. Tampoco responde a las demandas urgentes de la sociedad civil, a las obligaciones legales internacional ni a las necesidades del pueblo palestino. El texto incluye graves excepciones y no garantiza un blindaje real para poner fin al comercio de armas con Israel. Esta norma no supone un embargo: deja fuera elementos determinantes, regula de manera ambigua e incompleta y mantiene amplias grietas legales que permiten la continuidad de una inaceptable complicidad con el genocidio.
¿Por qué NO es un embargo?
Excepciones a la carta: el Gobierno se reserva la libertad de incluir excepciones en los casos que suponga un “menoscabo para los intereses generales nacionales”.
Permite el tránsito de barcos y aviones con material militar: no incluye protocolos de inspección ni mecanismos de verificación. En nuestros puertos, aeropuertos y bases militares pueden seguir transitando barcos y aviones con material militar. Tampoco veta el tránsito de buques o aeronaves sistemáticamente implicados en ese comercio.
No afecta a los contratos adjudicados a la industria militar israelí o sus filiales ni prohíbe que las empresas israelíes contraten con la administración pública española. Tampoco veta la asistencia financiera, la colaboración tecnológica o la cooperación militar.
No incluye medidas para frenar el uso de bases militares estadounidenses en España como plataforma para el comercio de armas con Israel.
Lo que sí incluye
Revocación de autorizaciones vigentes de importaciones y exportaciones: aunque se pueden mantener en vigor utilizando la excepción ambigua de la que permite al Gobierno reactivarlas cuando invoque un supuesto ‘interés general nacional»
Importaciones: se contempla la prohibición de importar material de defensa procedente de Israel. Pero aquí también se podría aplicar la excepción.
Combustibles militares: lo único nuevo y claro es la denegación del tránsito de combustibles JP4, JP5 y JP8 con destino a las Fuerzas Armadas israelíes.
¿Qué significa en la práctica?
Un texto que deja fuera aspectos clave no sirve para interrumpir las relaciones armamentísticas entre España e Israel y el genocidio contra el pueblo palestino.
Un embargo integral, la única vía real.
Un embargo integral significa prohibir cualquier exportación, importación, transferencia, producción o compraventa de armas con Israel, incluyendo todos los tránsitos, con carácter retroactivo y aplicable tanto a la contratación pública como privada. Además, debe contar con mecanismos de transparencia y verificación independiente que garanticen su cumplimiento real, sin medias tintas, excepciones ni trampas legales.
Solo un embargo integral puede romper la complicidad de España con el genocidio en Palestina. La medida aprobada hace una semana es un colador incapaz de frenar la participación del Estado español en graves violaciones de derechos humanos.
Si bien el Gobierno presenta esta medida como un hito simbólico —la primera vez que se aprueba un embargo de armas—, no podemos aceptar que este modelo se replique en el futuro. Un embargo parcial, lleno de agujeros y excepciones, perpetúa la impunidad y vacía de sentido la exigencia popular. Un embargo sólo tiene sentido si es integral y pone fin a toda la relación militar entre el estado español e Israel.
El Gobierno debe dejar de adoptar medidas simbólicas y debe tomar decisiones valientes. Lo que está en juego son vidas humanas. La sociedad civil exige un embargo de armas real, integral y sin fisuras.
(Fuente: https://rescop.org/)
OCCIDENTE SE ESTÁ DERRUMBANDO ENTRE LA MILITARIZACIÓN Y LA ESTUPIDEZ (PARTE 2)
Es importante tener en cuenta que los orígenes de Internet son todo menos neutrales. No nació en una universidad utópica, sino en los laboratorios militares de DARPA, el brazo armado del Pentágono. El ADN de la red es, por lo tanto, un arma, y su mutación lógica la ha llevado a una militarización total. Desde el proyecto ARPANET hasta la Unidad 8200 de Israel, pasando por Milnet, Stuxnet y NotPetya, cada evolución de la red ha acentuado su naturaleza beligerante y su función estratégica. Ya no es una red abierta, virtual y descentralizada, sino un verdadero campo de operaciones para ciberbatallas invisibles.
Los ejércitos digitales están reemplazando a los batallones, los virus a los misiles. Y mientras el público general consume selfies, memes y "me gusta", poderes invisibles redibujan los mapas geopolíticos mediante líneas de código. Las guerras contemporáneas ya no matan directamente, sino que debilitan, desorientan y destruyen silenciosamente. El ciberespacio se ha convertido en un teatro de operaciones global, cuyos objetivos ahora son la desestabilización, la manipulación de la opinión pública, la influencia electoral y la creación de divisiones sociales, todo ello sin que la mayoría sea consciente de ello. Todo se desarrolla en segundo plano, invisible para el ciudadano medio, que solo ve en sus interacciones digitales la búsqueda de la simplicidad, la comodidad y la eficiencia.
Pero la guerra digital no solo tiene un frente militar; también tiene uno mental. Pues la cretinización de internet es la estrategia de dominación más eficaz jamás concebida. Sun Tzu enfatizó la importancia de la astucia en la estrategia militar, en particular al aconsejar «fingir debilidad para incitar al enemigo a la arrogancia», porque «todo el arte de la guerra se basa en el engaño». Donde el pensamiento crítico podía surgir, se ha inyectado insignificancia en grandes dosis. Las plataformas sociales, diseñadas como herramientas de liberación, se han convertido en escenarios de condicionamiento emocional. La inteligencia artificial, disfrazada de aliada de la productividad, es el arma de las mentiras optimizadas, del contenido pre-masticado y del debate eludido.
Los bots reemplazan a los ciudadanos, los algoritmos dictan la visibilidad. El conocimiento ya no es una búsqueda, sino una sugerencia patrocinada. Los artículos se ven inundados de comentarios automatizados, pavlovianos e incultos, cuyo único propósito es ahogar el pensamiento en un océano de ruido. Los autores ya no son pensadores, sino generadores de contenido formateado, calibrados para avivar la histeria colectiva o provocar controversia instantánea. Estas interacciones virtuales, a menudo carentes de significado profundo, están calibradas para captar nuestra atención y generar reacciones superficiales, completamente desconectadas de las realidades complejas y matizadas que deberían motivar la reflexión.
Internet, como espacio digital abierto y democrático, se ha transformado en una máquina de reducción cognitiva. Plataformas como Facebook, Instagram, TikTok y otras se han convertido en máquinas para reducir el intelecto humano, impulsando un consumo incesante de contenido diseñado para provocar reacciones, no reflexiones. El sistema, diseñado para maximizar la interacción a toda costa, favorece el contenido más emocional, simplista y polarizador. La cultura de la inmediatez y la gratificación instantánea mata la reflexión a largo plazo y el análisis crítico. Hemos entrado en la era de la tecnolatría y la idiotez programada.
Los geeks modernos, hijos benditos del capitalismo digital, sueñan con construir un mundo nuevo. Pero son meros ejecutores, entusiastas auxiliares de un sistema que escapa a su control. Elogian el código, veneran los algoritmos y predican la solución técnica como si esta pudiera redimir a la humanidad de su mediocridad. Son los nuevos devotos de la religión digital, que reemplazan al viejo clero con líneas de comando y los dogmas con líneas de código.
Creen codificar la libertad, pero construyen cárceles transparentes. Se autodenominan revolucionarios, pero solo perfeccionan las cadenas. Su ideal utópico se basa en una creencia ingenua en la tecnología, una fe ciega que ignora las profundas consecuencias de la dominación digital. Imponen un mundo de control total, donde cada movimiento, cada pensamiento, cada deseo es registrado, clasificado y explotado, todo en nombre de la eficiencia y la "libertad digital". Hemos pasado del trotskismo al tecnocretinismo. De la insurrección ideológica, hemos caído en un conformismo aséptico, donde se supone que la tecnología resuelve todos los males sin cuestionar jamás las estructuras de poder. La paradoja es que mientras luchábamos contra las élites, hoy las servimos ciegamente, dándoles las llaves de nuestras vidas bajo la apariencia de progreso.
Ciertamente, el paralelismo histórico es brutal, pero inevitablemente claro. Los geeks modernos, estos predicadores del ciberedenismo, se revelan como herederos de una ideología tecnólatra tan ciega y doctrinaria como la de los trotskistas de antaño. Comparten el mismo fervor religioso por su utopía digital, la misma certeza dogmática de que la solución técnica es la respuesta a todos los males de la humanidad, sin preocuparse jamás por los inevitables excesos y consecuencias de sus sueños abstractos. No ven que tras cada promesa de libertad digital se esconde un sofisticado sistema de control, una alienación sutilmente orquestada.
Donde los marxistas prometieron la emancipación mediante la dictadura del proletariado —que nunca fue más que una ilusión de liberación para establecer una nueva forma de autoridad— nuestros tecnófilos actuales despliegan una promesa aún más insidiosa de "libertad" mediante la dictadura de los datos. Pero esta supuesta libertad, como una mercancía bien empaquetada, esconde una servidumbre aún más pérfida. Porque, en realidad, esta dictadura de los datos no es más que una esclavitud digital, donde el individuo, bajo la apariencia de libertad individual, se convierte en un producto a optimizar y controlar. Es una esclavitud perfectamente calibrada, invisible a simple vista pero omnipresente, que monitorea, analiza y condiciona cada movimiento de pensamiento y acción.
Estos nuevos "socialistas", restos decrépitos de un trotskismo mal digerido, se aferran a dogmas marchitos con la obstinación de mentes incapaces de ver que el mundo se ha derrumbado sin ellos. Congelados en una dialéctica polvorienta, hablan monótonamente de los mantras de una revolución fantasmal, repasando consignas anticuadas sobre la lucha de clases, como si las fábricas humeantes y las barricadas de 1917 estuvieran a punto de resurgir en un mundo ahora digitalizado, algorítmico, disuelto en la red del capitalismo tecnológico. Enclaustrados en sus certezas, divagan sobre la promesa de un proletariado salvador, aunque la dominación actual ya no reside en las fábricas, sino en los servidores, los datos y los flujos invisibles que moldean nuestras vidas mediante la segmentación por comportamiento y la inteligencia artificial. Son ciegos orgullosos de su ceguera, oradores de una guerra ya perdida, incapaces de reconocer que el poder ha cambiado de rostro porque ya no lleva gorra ni cigarro, se viste de código fuente y habla en lenguaje binario. Al perpetuar sus discursos fosilizados, no luchan contra el sistema, sino que lo sirven. Peor que reaccionarios, son fantasmas militantes de una época pasada, transformados a su pesar en marionetas útiles de un orden digital que los aplasta mientras les hace creer que se resisten.
Al igual que sus predecesores trotskistas, los geeks modernos sienten un desprecio consciente por la realidad. Su visión no es más que un desierto de ideas donde la abstracción tecnológica y la obsesión por la eficiencia priman sobre cualquier reflexión ética o humana. En lugar de los eslóganes revolucionarios del pasado, nos ofrecen "paneles de control" llenos de "notificaciones" que nos mantienen en una pasividad activa, una inercia intelectual que se disfraza de actividad digital. En definitiva, no es libertad lo que buscan ofrecer, sino la reducción total y definitiva del individuo a su simple función de consumidor, un engranaje más de una máquina gigantesca, donde cada acción se calcula, se mide y se explota para aumentar la eficiencia del sistema.
El "tecnolatrismo" no es más que una forma moderna de totalitarismo, aún más insidioso porque se disfraza de virtudes progresistas y una pseudoética que oculta sus intereses económicos y políticos. Tras las pantallas luminosas, la promesa de "conectar el mundo" y "liberar a las masas" solo enmascara el control absoluto sobre cada faceta de la existencia humana. Ya no es un proletariado al que buscan esclavizar, sino a toda una humanidad, fragmentada, digitalizada y encerrada en prisiones invisibles pero herméticas, donde cada gesto y cada pensamiento está calculado para maximizar el compromiso y la rentabilidad.
Así, así como las revoluciones de antaño no lograron traer la libertad, este nuevo sueño tecnológico solo nos hunde en un desastre digital donde la ilusión de libertad y democracia ahora solo enmascara la perfecta esclavitud de la mente humana. La pregunta no es si seremos libres, sino quién nos gobierna en esta era donde los datos son la nueva arma de control. El resultado es el mismo con la estandarización, la vigilancia y el pensamiento unidireccional sobre esteroides tecnológicos. Las masas ya no se dejan engañar por manifiestos, pues están hipnotizadas por las interfaces. La ideología simplemente se ha refinado al dejar de ofrecer eslóganes, hoces y martillos. Solo "paneles de control", notificaciones y "empujoncitos cognitivos". El totalitarismo ha cambiado de piel, pero no de naturaleza. Así, como en los viejos tiempos comunistas, lo que queda es la ilusión de la elección y la realidad del control.
El mayor logro de esta nueva forma de dominación es haber camuflado la sumisión en comodidad, la manipulación en servicio, la alienación en una experiencia personalizada. El ciudadano se convierte en consumidor, luego en cliente, luego en producto, luego en dato. Ya no opina, pues tiene preferencias predecibles. Ya no lee, sino que navega. Ya no piensa, sino que reacciona. Mientras tanto, potencias digitales como Google, Meta, Amazon, Palantir y similares moldean el mundo según sus intereses. No conquistan territorio, sino atención. Atacan los recursos naturales tanto como los cerebros. Estas empresas controlan el acceso a la información y crean espacios donde la ilusión de libertad digital enmascara la realidad del control absoluto.
Los gigantes digitales no son los únicos responsables de la vigilancia global. Los gobiernos, mediante leyes y regulaciones como la Ley Patriot en Estados Unidos y el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) en Europa, han legitimado, e incluso amplificado, esta recopilación de datos a gran escala. Por un lado, la Ley Patriot otorgó al gobierno estadounidense amplios poderes para monitorear a ciudadanos y extranjeros, permitiendo el espionaje electrónico y la recopilación de datos sin orden judicial. Por otro lado, el RGPD, si bien su objetivo es proteger los datos personales de los ciudadanos europeos, sigue siendo insuficiente ante la creciente sofisticación de las tecnologías de vigilancia utilizadas por empresas y gobiernos.
El fenómeno del Internet de las Cosas (IdC), que conecta todos los aspectos de nuestra vida cotidiana a internet, exacerba aún más esta vigilancia. Objetos aparentemente inofensivos, como refrigeradores, relojes e incluso automóviles, todos conectados, ahora son capaces de recopilar y enviar datos personales. Este fenómeno transforma nuestros espacios privados en verdaderos centros de recopilación de información, haciendo que toda nuestra vida sea vulnerable a la vigilancia continua. Cada gesto cotidiano se convierte en datos que las empresas explotan, ya sea para anticipar nuestro comportamiento o para fortalecer su control sobre nuestras vidas.
La pregunta central ya no es si nos vigilan, sino hasta dónde puede llegar esta vigilancia. La globalización de la vigilancia, posibilitada por la convergencia entre actores privados y estatales, plantea un desafío sin precedentes para las sociedades modernas: ¿cómo podemos proteger nuestras libertades ante un sistema donde la privacidad se ha convertido en un recurso, una mercancía y un arma en la guerra digital?
La militarización de internet y la cretinización de las masas mediante algoritmos son solo dos caras de la misma moneda de una civilización en decadencia, que busca mantener su poder por todos los medios, incluida la manipulación tecnológica. Este sistema, lejos de ser progreso, se convierte en una trampa que condena a la sumisión intelectual y al estupor colectivo. Occidente, al implementar tal arquitectura de control digital, demuestra hasta qué punto ha perdido su capacidad de pensar y reinventarse, prefiriendo la ilusión del poder al ejercicio de la libertad.
Los poderes estatales y los gigantes tecnológicos son los nuevos soberanos de este territorio virtual, cada uno buscando mantener su control sobre la información, los datos y las vidas humanas. El control masivo, mediante la vigilancia de la información, la ingeniería del comportamiento y las operaciones cibernéticas, es ya una realidad. Vivimos en un mundo donde la tecnología, lejos de liberar a la humanidad, contribuye a su decadencia como individuos autónomos y críticos. Y Occidente parece ser prisionero de su propia creación, buscando mantener su poder mediante el control totalitario de la información, en una era donde la verdad se ha convertido en la primera víctima de la guerra digital.
Phil BROQ.
(Fuente: https://jevousauraisprevenu.blogspot.com/; visto en https://www.verdadypaciencia.com/)
INVESTIGADOR DE PROPAGANDA ALEMÁN REVELA CÓMO EUROPA VA CAMINO A AUTODESTRUIRSE
Conversación en profundidad con el Dr. Jonas Tögel, investigador alemán especializado en propaganda que trabaja en el Instituto de Psicología de la Universidad de Ratisbona. Es autor de los libros en alemán "War Games: Cómo la OTAN y el Pentágono simulan la destrucción de Europa" y "Guerra cognitiva: Las técnicas de manipulación más recientes como categoría de armas de la OTAN".
En el video se aborda la doctrina oficial de la OTAN sobre la "guerra cognitiva" y su objetivo de hacer que cada ciudadano sea "resiliente" frente a narrativas no aprobadasy se analizan las técnicas de propaganda específicas utilizadas en los principales medios alemanes, la peligrosa irracionalidad que impulsa la política exterior europea y por qué, hoy en día, simplemente intentar comprender al adversario se considera un delito de pensamiento. Finalmente, Jonas ofrece herramientas prácticas para que los ciudadanos identifiquen y resistan estas campañas de manipulación tan extendidas.
lunes, 29 de septiembre de 2025
LA MEDIOCRIDAD HA HECHO DE LA NUESTRA UNA SOCIEDAD IMBÉCIL
Es innegable que las élites dominantes están terminando de confeccionar su plan para esclavizar, controlar y dominar a toda la humanidad. Y aunque parezca una paradoja, una pieza fundamental de este plan es la exaltación de la mediocridad.
Hay un hecho incuestionable: las personas mediocres son a todas luces incapaces de reconocer su propia incompetencia. Evidentemente, esto conduce a que esas personas tengan una autoestima desproporcionada. O lo que es lo mismo: sobreestiman sus capacidades y subestiman las capacidades, conocimientos y habilidades de las personas realmente competentes.
Personajes tan estúpidos como Donald Trump (mister aranceles), Pedro Sánchez (mentiroso compulsivo e “inclusivo”) o Nicolás Maduro (alias “el frases”: “el Sol es rojo porque está a favor de la revolución”) no han llegado al poder por su extraordinaria inteligencia, sino porque su estupidez hace que se comporten como si no tuvieran ninguna duda. Sin embargo, esto no ocurre con las personas inteligentes, dado que la inteligencia no solo aporta lucidez, sino también duda. De hecho, las personas inteligentes suelen reflexionar profundamente y analizar todos los pormenores de cada situación, llegándose a cuestionar incluso ellas mismas. Por eso la mayoría de las personas inteligentes se alejan del poder, lo que nos ha llevado a esta situación: los inteligentes piensan mientras que los estúpidos actúan.
La reflexión necesita silencio, escuchar despacio y tiempo; algo que escasea hoy en día. Sin embargo, abunda la cultura del ruido y de lo inmediato; una cultura que todo lo oye pero que ni escucha ni piensa.
La estupidez de los líderes políticos no es casual, sino una estrategia del poder. El “populacho” ignorante no quiere líderes inteligentes o genios porque no les comprende, prefiere líderes mediocres; gente como ellos. Además, el “populacho” sólo anhela seguridad, lo demás se la trae al pairo.
Hoy en día no hay ámbito libre de mediocridad. Políticos, académicos, economistas, juristas e incluso los llamados intelectuales hacen gala de su mediocridad. Lo que triunfa en estos tiempos son los argumentos peregrinos dirigidos a retrasados mentales. Y les funciona, vaya si les funciona. Sólo tienes que recordar las consignas dadas durante la falsa pandemia o los estúpidos argumentos para demonizar el C02. Porque ya no importa la verdad, sólo importa el relato único de la última ideología de moda como, por ejemplo, el “wokismo”.
Actualmente la mediocridad es una epidemia. Ni siquiera la cultura se libra de esta plaga. Salvo raras excepciones, pintura, literatura, teatro, cine o cualquier otra forma de expresión artística se ha dejado llevar por esta corriente. El arte siempre fue crítica y belleza, pero ya no, ahora es ordinario y sólo repite como un mantra toda esa parafernalia ideológica de moda del siglo XXI.
La mediocridad se ha extendido de tal manera, que ahora las clases altas y bajas disfrutan con los mismos contenidos. Y no es que hayan desaparecido las clases sociales o que las clases bajas hayan dado un salto cultural cualitativo, sino al contrario, son las clases altas las que se han vuelto mediocres, pues así lo exige el guión del Nuevo Orden Mundial.
En la actualidad, si se quiere triunfar no se debe destacar, pues eso fomenta la ira y la envidia del mediocre. Esta nueva “cultura” de la mediocridad nos quiere a todos iguales (por abajo, naturalmente). Pero no sólo iguales ante la ley o en derechos y obligaciones, sino iguales en todos los sentidos: igual de listo o de tonto que otro, igual de hermoso o de feo que otro o igual de fuerte o enclenque que otro. En definitiva, que nadie destaque sobre el resto.
La mediocridad es una bendición para el verdadero poder. Una persona mediocre no actúa por su cuenta, por lo tanto, no incordia. Tampoco contradice la opinión de los demás, por lo tanto, no se enfrenta a nada ni a nadie. Y lo más importante, no enjuicia, por lo tanto, obedece y calla. Ese es el verdadero motivo por el que el poder está utilizando la estrategia de la mediocridad: todos iguales de idiotas, salvo los verdaderos dueños del mundo, naturalmente.
Como no podía ser de otra manera, toda esta igualdad se está plasmando en leyes y más leyes para evitar que ningún ciudadano destaque.
La mediocridad como forma de poder es un fenómeno social y político cada vez con más auge. Se ejerce a través de la burocracia y las normas, ya que suele apoyarse en procedimientos, reglamentos y formalismos para bloquear la iniciativa de los más brillantes. Y es que la mediocridad teme al talento, por eso desacredita y aísla a los competentes, para que no brillen. Frases como “así se ha hecho siempre”, “ya está todo inventado” o “no compliques las cosas” sirven para frenar a los innovadores.
Pero lo más increíble es ver cómo se ha implantado la mediocridad en la clase política. Un líder político mediocre raramente actúa solo, sino que se rodea de iguales. Crea una red de apoyo basada en la lealtad y la camaradería (obviamente huye del talento). Su poder radica en ser parte de esa masa de mediocres que no quiere grandes cambios y se conforma con poco. Al mostrase “normalito”, no genera envidia, y eso le permite permanecer en posiciones de influencia y de poder más tiempo que alguien que sí la genera por su brillantez. Por lo tanto, la mediocridad es la cualidad más importante que busca la élite a la hora de elegir a un político lacayo.
El político mediocre suele presentarse como “uno más”; alguien común y corriente al alcance de todos. Esa postura le ayuda a ganarse la simpatía de los demás mediocres, afianzarse en el poder y resistir el mayor tiempo posible. Sorprendentemente, esto llega a ser increíblemente eficaz en sociedades poco exigentes, como estamos hartos de ver en nuestras democracias occidentales.
La clase dominante ha utilizado la estrategia de la mediocridad para hacer de la nuestra una sociedad imbécil. Sabe que la mediocridad organizada puede ser más poderosa que cualquier otra alternativa del talento. De hecho, un mediocre aislado rara vez destaca, pero cuando la mediocridad se convierte en norma e invade todos los ámbitos de la sociedad logra bloquear a los brillantes.
Evidentemente, este imperio de la mediocridad es una fábrica de ignorantes. Antes un ignorante sentía vergüenza de su ignorancia. Ahora no, ahora hace gala de ella. Le han convencido de que pensar, leer o adquirir conocimientos es perder el tiempo, ya que todo está en el móvil. Y se lo ha creído.
Resumiendo. El poder ha construido un imperio de mediocres. Este imperio está frenando, desgastando y desplazando a los brillantes. Así, mientras los brillantes se desmoralizan y tiran la toalla, el imperio de la mediocridad avanza a pasos agigantados, afianzando cada vez más la sociedad imbécil en la que vivimos.
(https://pepeluengo2.blogspot.com/)
REINO UNIDO RECOGIÓ DATOS METEOROLÓGICOS DE ESTACIONES QUE NI SIQUIERA EXISTEN
En octubre del año pasado, un particular, Ray Sanders, reveló que la Oficina Meteorológica británica se había inventado los datos de temperatura de 103 estaciones de medición. Dichas estaciones, que representan una tercera parte del total, no existen desde hace décadas y los datos se están tomando de otras estaciones “cercanas”. No eran tales datos sino estimaciones y no había manera de verificar la manera en que se habían realizado.
Por si no fuera suficiente, casi ocho de cada diez estaciones realmente existentes no son adecuadas para aportar datos climáticos de acuerdo con las normas internacionales. En algunos casos muestran desviaciones de entre 2 y 5ºC.
Muchos centros de medición está localizados en sitios inadecuados, cerca de aparcamientos, aeropuertos, jardines domésticos, plantas de tratamiento de aguas residuales, subestaciones eléctricas y granjas solares. Sólo 52 estaciones, el 13,7 del total, no muestran ningún margen de error.
Sanders envió una carta al respecto al ministro de Ciencia del gobierno británico, Peter Kyle, que es el responsable de la Oficina Meteorológica, pero no obtuvo respuesta.
Las investigaciones climáticas siguen sumidas en el escándalo. En 2009 correos electrónicos de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia mostraron los esfuerzos que hacen algunos climatólogos para manipular los datos de temperatura y suprimir las críticas a las teorías del calentamiento.
Una década después, se descubrió que la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) se inventaba los datos de temperatura del 30 por cien de las estaciones meteorológicas de Estados Unidos.
La desconfianza hacia la recopilación de datos en Reino Unido y Estados Unidos es creciente. Cada vez es más evidente que las tesis dominantes sobre el calentamiento no se apoyan en datos sino en estimaciones, que es tanto como decir que son otras tantas ficciones.
Cuando a cada paso los medios aseguran que las últimas olas de calor son las mayores “desde que hay registros”, se deben referir a esas estaciones meteorológicas que no existen en ninguna parte.
(Visto en https://mpr21.info/)
domingo, 28 de septiembre de 2025
EL SEGUNDO ARTÍCULO CLIMÁTICO MÁS CITADO DE 2024 ESTÁ BASADO EN DATOS FALSOS
El lamentable estado de la ciencia del clima ha quedado expuesto de forma vergonzosa. Si las conclusiones de un estudio apoyan el dogma de la ‟crisis climática” el escrutinio es mínimo y el artículo es aceptado en las mejores revistas. Si lo cuestiona, todo son pegas y el artículo puede no ver la luz. Esto hace que la ciencia del clima sea disfuncional y que académicos de todas las ramas se apunten al coladero en que se ha convertido, para impulsar sus carreras a base de alimentar la ‟crisis climática”. Y en ningún sitio más que en el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) de Alemania, centro neurálgico de la ciencia climática alarmista.
Hace un año, un artículo publicado en la revista Nature por investigadores del PIK hizo una afirmación radical: la economía mundial iba a perder el 19% del PIB para 2050, con respecto al que habría tenido sin el cambio climático. Para 2100, el PIB mundial sería un 62% inferior al que se habría registrado sin el cambio climático. El increíblemente alarmista artículo que defendía que la economía mundial iba a perder casi dos tercios de su tamaño potencial por el incremento de un grado o dos de temperatura fue un éxito rotundo. Fue el segundo artículo sobre el clima más citado en los medios de comunicación ese año, y el análisis y los datos del artículo han sido utilizados para la planificación financiera por el Gobierno de Estados Unidos, el Banco Mundial y otras instituciones.
Solo había un problema. El artículo contenía un fallo garrafal. La mayor parte de su resultado se debía a los datos falsos de un país poco fiable, Uzbekistán. El modelo económico utilizado amplificaba las brutales oscilaciones del PIB de Uzbekistán, debidas a que no realizan bien su contabilidad.
Creeríais que los autores del artículo reconocerían su error, que las revistas adoptarían medidas más estrictas con los artículos alarmistas, y que los medios e instituciones harían autocrítica sobre su evidente sesgo. Pues nada de eso. Los autores se reafirman en que aunque los datos de Uzbekistán estén mal sus conclusiones son sólidas y pueden ajustar su modelo para que dé un resultado parecido sin Uzbekistán, cómo no. Nature dice que el que se haya descubierto demuestra que la ciencia funciona y los medios e instituciones siguen a lo suyo, que es promover el alarmismo climático porque es donde está la pasta.
Por eso yo no me trago las trolas que nos cuentan sobre la ‟crisis climática” aunque vengan publicadas en la revista Nature o Science y aunque sean las más citadas del año. Y vosotros tampoco os las deberías creer, porque la "ciencia climática" no es fiable.
(Fuente: https://www.msn.com/)
¿ESTÁ PREPARÁNDOSE EUROPA PARA UN NUEVO CONFLICTO ARMADO EN MOLDAVIA?
La U.E. podría estar preparando un control total sobre Moldavia, incluso mediante la intervención militar y la ocupación efectiva del país, a cualquier costo.
Según el SVR (Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia), esta preparación incluye la concentración de unidades de la OTAN en Rumania, cerca de la frontera con Moldavia, y la planificación de un desembarco en la región ucraniana de Odessa para ejercer presión sobre Transnistria.
El organismo ruso cree que estos planes podrían activarse tras las elecciones parlamentarias moldavas de hoy domingo, o en el contexto de futuras tensiones, como las elecciones al Consejo Supremo de Transnistria del 30 de noviembre.
El SVR señala que Bruselas busca mantener a Moldavia en su política anti rusa a toda costa, incluso con fuerza militar.
Se informa que la OTAN ya ha comenzado a concentrar unidades en Rumania y que el primer grupo de militares de Francia y el Reino Unido ha llegado a Odessa, una ciudad ucraniana que Rusia reclama y que haría a dicho contingente potencial objetivo de ataques rusos.
El pretexto para una intervención podría ser la organización de provocaciones armadas contra Transnistria y el contingente ruso allí destacado.
Aunque las elecciones de hoy de septiembre podrían ser un punto de activación, el SVR considera que Bruselas no tiene intención de abandonar sus planes de presencia militar, incluso si las elecciones se desarrollan sin incidentes.
Si bien la fuente de la información que comparto es obviamente parcial, este blog ya advirtió hace más de dos años que la situación de Moldavia es un polvorín que puede estallar en cualquier momento: cuando la URSS se disolvió, la población de Transnistria proclamó su independencia … como la de Crimea. El Kremlin ha explicado que todavía le queda por liberar Odesa y conectar con Transnistria las regiones liberadas, lo que será presentado por la OTAN como prueba irrefutable de que se ha embarcado en un expansionismo voraz que debe ser contenido a toda costa.
Como suelo apostillar, ojalá me equivoque en mis pronósticos, pero con la U.E. ansiando una excusa que le permita lanzarse a una guerra abierta contra Rusia, la secesión de Transnitria, territorio pro-ruso, de la pro-europea Moldavia puede proporcionar esa excusa y desencadenar un conflicto de imprevisibles consecuencias.
(Fuente: https://t.me/PLANDEMIA_MUNDIAL_COVID/)
ALEMANIA: CADA VEZ MENOS SANITARIOS SE VACUNAN
Una encuesta de Instituto Robert Koch muestra que sólo el 16 por ciento del personal hospitalario en Alemania se vacunó contra el Covid. En el caso de la gripe, el porcentaje desciende a la mitad.
Las tasas de vacunación entre el personal clínico alemán indican una visión crítica generalizada de las vacunaciones dentro de la industria. El personal también es significativamente más escéptico sobre las vacunas que la profesión médica, como lo muestra una nueva encuesta (estudio OKaPII) del Instituto Robert Koch.
El informe de Ärzteblatt muestra que el 56,3 por ciento de los empleados de la clínica decidieron vacunarse en la temporada de gripe 2024/25. Los hombres y las personas mayores han utilizado la vacuna con mayor frecuencia. En el servicio médico, la tasa de vacunación contra la gripe era superior al 80 por ciento–, pero sólo alrededor de la mitad de las profesiones terapéuticas y de enfermería estaban vacunadas contra la gripe.
Las razones más comunes dadas por los participantes no vacunados contra la vacunación contra la gripe fueron que habían olvidado la vacunación o habían pensado en ella demasiado tarde. Las preocupaciones sobre la seguridad de las vacunas también influyeron.
El RKI habla de “diversas lagunas de conocimiento e incertidumbres“ y, obviamente, preferiría el respaldo a sus políticas sanitarias que supondría poder presentar una tasa más alta.
Si bien la vacuna contra la gripe todavía es bien recibida con un 56 por ciento, casi no hay personas dispuestas a vacunarse contra el Covid. En los últimos doce meses, sólo el 16 por ciento de los empleados de la clínica han sido vacunados contra el COVID-19.
Del total de participantes, el siete por ciento nunca ha recibido la vacuna COVID-19, pese a la enorme presión que se ha ejercido sobre las personas no vacunadas. El 7 por ciento todavía se mantenía firme en ese momento.
(https://t.me/bycpoornamidam/)
sábado, 27 de septiembre de 2025
OCCIDENTE SE ESTÁ DERRUMBANDO ENTRE LA MILITARIZACIÓN Y LA ESTUPIDEZ (PARTE 1)
La guerra digital, tal como la libran hoy potencias como Estados Unidos, Israel y China, no es simplemente una confrontación técnica ni una cuestión de ciberseguridad. Lejos de la idea de un espacio libre y democrático, internet se ha convertido en un campo de batalla donde la vigilancia y la manipulación de las masas se han convertido en estrategias de control totalitario. Esta militarización de internet es una extensión de la lógica de guerra permanente a la que Occidente parece condenado, y revela sus defectos con un sistema de estupidez del pensamiento reforzado por la represión, la intimidación y el condicionamiento.
Uno de los principales actores de esta militarización es, por supuesto, DARPA, la Agencia de Investigación de Defensa de Estados Unidos. Al financiar la creación de internet, DARPA creó no solo una red de comunicaciones, sino una plataforma para la guerra tecnológica. Internet, que parecía una herramienta para conectar a la humanidad, se ha transformado en una plataforma de vigilancia e infiltración. La obsesión por mantener el dominio militar ha llevado a la instrumentalización de un espacio digital donde cada gesto, cada interacción, se convierte en datos analizados para fortalecer el control y subyugar a los individuos.
DARPA, con su papel en el diseño del internet moderno, obviamente continúa financiando y supervisando la investigación en áreas tan sensibles como la inteligencia artificial, la robótica, las redes neuronales y los ciberataques. Esta agencia estadounidense, fundada en la década de 1950, encarna la fusión de la innovación tecnológica, la vigilancia generalizada, la simplificación masiva de sistemas y la seguridad nacional. Aunque sus misiones han evolucionado desde la Guerra Fría, DARPA sigue siendo un actor clave en la guerra digital, especialmente al colaborar con gigantes tecnológicos para experimentar con tecnologías de vigilancia masiva y manipulación de datos a gran escala.
Pero DARPA no está sola. Tras bambalinas, agencias como la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) han convertido internet en un campo de espionaje privilegiado. Gracias a las revelaciones de Edward Snowden, el mundo ha tomado conciencia del alcance de la vigilancia de las comunicaciones globales por parte de la NSA. Al interceptar miles de millones de mensajes, conversaciones y datos personales, la NSA teje una red global de espionaje, a menudo en colaboración con empresas privadas como Google, Apple y Microsoft. Mediante programas como PRISM y XKeyscore, la NSA ha establecido un ecosistema de espionaje digital donde la línea entre la vigilancia nacional e internacional es cada vez más difusa. Por lo tanto, la agencia tiene la capacidad de influir no solo en las políticas nacionales de los países, sino también de manipular acontecimientos geopolíticos, exponiendo información sensible o cubriendo sus huellas.
La Unidad 8200, una de las divisiones del ejército israelí, también se ha consolidado como un actor clave en este campo. Su papel, tanto en ciberseguridad como en operaciones de inteligencia electrónica, es de importancia estratégica para Israel. La Unidad 8200 se especializa en ciberataques ofensivos y vigilancia de las comunicaciones. Ha desempeñado un papel clave en operaciones contra infraestructuras críticas en Irán, incluyendo el sabotaje de su programa nuclear mediante sofisticados ciberataques como Stuxnet y la explosión de buscapersonas. Además, Israel ha utilizado la guerra digital para influir en las relaciones internacionales, realizando ciberataques contra enemigos y desestabilizando regímenes mediante la manipulación de la información, la saturación de las redes sociales y la censura extrema de los comentarios beligerantes contra su sangrienta colonización. Esta capacidad para combinar ciberataques y guerra de información coloca a Israel en el centro del arsenal digital de las grandes potencias.
Sin embargo, la militarización de internet por parte de estas fuerzas no solo defiende intereses geopolíticos, sino que también simboliza el último recurso de Occidente para mantener su hegemonía en un mundo donde las reglas de la guerra están cada vez más desconectadas de cualquier forma de racionalidad y justicia. Al hacerlo, Occidente, cuya decadencia parece no tener límites, se encierra en un modelo de gobernanza basado en la acumulación de poder y control, incluso si ello implica sacrificar su ética y su pensamiento crítico.
Junto con esta militarización, internet también se está convirtiendo en un instrumento para la estupidez sistemática de las masas. Este fenómeno, particularmente evidente en las redes sociales, no es solo una cuestión de adicción o distracción, sino una estrategia de control social basada en reducir a los individuos a meros consumidores de información, susceptibles de manipulación a voluntad. Si Occidente, antaño bastión de la Ilustración y el pensamiento crítico, se está convirtiendo en un terreno donde la opinión pública es moldeada por bots y algoritmos, es sobre todo señal de un profundo colapso intelectual y moral.
Gigantes tecnológicos como Facebook, Google y Twitter/X ya no se conforman con recopilar datos personales, sino que contribuyen activamente a esta degradación cognitiva al controlar cómo pensamos y actuamos. Sus algoritmos están diseñados para captar y mantener nuestra atención mediante contenido cargado de emociones y, a menudo, polarizador, creando una especie de "burbuja de filtro" donde la opinión individual se reduce a un eco de sus propios sesgos. El aprendizaje automático (e-learning), que analiza nuestras preferencias, hábitos, miedos y deseos, sirve no solo para anticipar nuestro comportamiento como consumidores, sino también para influir en él de forma más o menos sutil.
Pero aún más grave, la aparición de bots y agentes virtuales en las plataformas sociales ha permitido la propagación a escala industrial de desinformación, noticias falsas y narrativas simplistas. Este proceso transforma la reflexión humana en una forma de consumo intelectual donde los individuos se reducen a meros receptores pasivos. Los debates públicos no son más que una maraña de mensajes distorsionados por bots que amplifican la polarización, manteniendo así un estado de confusión permanente que alimenta la estupidez colectiva.
En este contexto, internet ya no es solo una herramienta de distracción o control, sino una máquina de insensibilización cerebral. La democracia occidental, supuestamente el crisol de la discusión racional y el debate de ideas, se ve ahora sumergida por una ola de ruido digital que sofoca el pensamiento crítico y devalúa la inteligencia humana. La influencia de los bots y los algoritmos de recomendación demuestra claramente que nos encontramos en una era donde la tecnología, lejos de liberar a los individuos, los transforma en meros ejecutores de una tecnoestructura que controla su comportamiento y opiniones.
La desilusión digital surgió sutilmente. Primero, con una publicidad más dirigida y personalizada. Luego, con sugerencias de películas o libros que parecían conocer nuestros gustos mejor que nosotros mismos. Pero hoy en día, no solo se recopilan nuestras preferencias. Nuestras interacciones en línea, nuestras búsquedas, nuestros movimientos, nuestras conversaciones... todo se observa, analiza y luego se explota. La pregunta ya no es si se recopilan nuestros datos, sino cómo se utilizan en nuestra contra. Esta realidad, aunque cada vez más evidente, sigue siendo en gran medida ignorada, envuelta en un velo de ilusión sobre la "libertad digital".
Más allá de los problemas técnicos, este fenómeno de militarización y cretinización digital forma parte de un declive civilizatorio más profundo. No se trata solo de una evolución tecnológica, sino de una evolución moral e intelectual de Occidente, donde la búsqueda de poder y control lo ha llevado a abandonar los principios fundamentales de libertad, razón y responsabilidad. Al intentar imponer un modelo de dominación digital basado en la vigilancia y la explotación de las masas, Occidente parece, por lo tanto, estar condenado a la autodestrucción.
Esta decadencia es aún más flagrante a medida que las tecnologías que deberían haber fomentado la emancipación individual se convierten en herramientas de deshumanización. La guerra digital, la vigilancia total y la influencia de la inteligencia artificial en nuestro comportamiento son síntomas de una civilización que busca enemigos en todas partes, incluso si eso significa sacrificar su alma para preservar un orden globalizado basado en el miedo y la manipulación. A través de esta dinámica, Occidente revela su profunda crisis de sentido, su impotencia ante la complejidad del mundo y su tendencia a reducir a los individuos a actores pasivos en un gran juego de poder tecnológico. Así, la cretinización digital de Internet nos está dejando gradualmente en un campo de ruinas intelectuales bajo el dominio tecnológico.
De hecho, lo que se suponía sería una nueva era del conocimiento se ha convertido en un parque de atracciones algorítmico donde la ignorancia se exhibe con orgullo, donde la vigilancia se esconde tras interfaces intuitivas y donde el pensamiento se borra bajo el peso del clic. Internet es hoy un campo minado cognitivo, un territorio ocupado y militarizado, donde la guerra ya no se libra con armas, sino con datos, narrativas sesgadas e interfaces adictivas. Tras el barniz de la modernidad digital, se está produciendo una vasta lobotomía a cielo abierto. Estados, multinacionales y sus ingenieros de la alienación han transformado esta red en un sofisticado panóptico, donde cada gesto, cada opinión, cada palabra es escrutada, canalizada y, sobre todo, monetizada.
Phil BROQ.
(Fuente: https://jevousauraisprevenu.blogspot.com/; visto en https://www.verdadypaciencia.com/)
LA FOTO DE LA VERGÜENZA
El rey Felipe VI posa en la ONU con el presidente golpista de Siria Ahmed al-Charaa, antes conocido como Abu Mohamed al-Jawlani, quien liderara la organización yihadista Frente Al-Nusra, filial de Al Qaeda en Siria. Sí, la misma organización que reivindicó los atentados del 11-M, entre otros (entre otros atentados y entre otros grupos terroristas que se quisieron anotar el macabro tanto), festejando la destrucción desatada sobre Madrid, el asesinato de 192 civiles inocentes y las heridas infligidas a más de 2.000. Por el barbudo asqueroso de la foto (el de la izquierda) EE.UU. llegó a ofrecer una recompensa de 10 millones de dólares. Eran otros tiempos, claro, y el ayer terrorista hoy es blanqueado hasta extremos nauseabundos. La limpieza étnica de cristianos y drusos desatada en Siria tras el derrocamiento de Assad no parece hacer mella en una comunidad internacional cuya "guerra contra el terrorismo" se muestra como el culmen de la hipocresía.
El sentido de la decencia del inquilino de la Zarzuela queda claro cuando no parece tener reparos en posar con quien siempre se ha burlado de las víctimas sin renegar nunca de su historial yihadista. Aunque, claro, en eso de respetar a los caídos en marzo de 2001 no parece que el Pre-parado esté para dar lecciones a nadie.
Hoy conviene recordar una de las grandes mentiras del 11-M. Felipe VI y Letizia dijeron que no harían luna de miel por respeto a las víctimas.Acabaron escapándose de viaje en jet privado pagado por Josep Cusí, testaferro de Juan Carlos I,para blanquear dinero. Nos costó 500.000€ pic.twitter.com/aAKRdNhLtN
— Fonsi Loaiza (@FonsiLoaiza) March 11, 2023
Como en el film de John Landis, "entre pillos anda el juego". ¡Las vergüenzas que pone al descubierto la hemeroteca!
(posesodegerasa)
ENÉSIMA MUESTRA DE CÓMO EL ISLAM HA DEVORADO EL REINO UNIDO
Gran Bretaña ya no pertenece a los británicos. Sus instituciones, rendidas al Plan Kalergi, amparan el avasallamiento de la población autóctona ante la invasión del totalitarismo religioso-político que supone una creciente población musulmana para la que todo son derechos sin contrapartida de obligación ninguna, y que puede hacer lo que le de, literalmente, la gana. Ya vimos que violar niñas o lanzar mensajes machistas y violentos son conductas que les son inexplicablemente toleradas. Hoy traigo al blog otro botón de muestra de una situación que si no es atajada de modo inmediato supondrá el fin del estado de derecho en el Reino Unido y un triunfo de la "sharia", probablemente definitivo:
Recuerda, blanquito de educación liberal y nostalgia del pasado: tu vida vale menos que las páginas de un libro que rezuma odio hacia ti, tu cultura y tus valores.
(https://t.me/guerrerosestoicos/)
EL NECESARIO DEBATE SOBRE LA VACUNACIÓN COVID QUE LLEVÁBAMOS AÑOS ESPERANDO
Dos voces médicas con trayectorias distintas y visiones opuestas, Fran Martín, médico cardiólogo y especialista en deportes, defensor del enfoque institucional y del uso de las vacunas como herramienta sanitaria clave y Luis Miguel de Benito, médico especialista en aparato digestivo, crítico con la gestión sanitaria y con la narrativa dominante en torno a las vacunas repasan datos, decisiones, errores, aciertos y silencios.
Un encuentro que no busca imponer una tesis prefijada, sino contraponer perspectivas, abrir dudas y -sobre todo- invitar a pensar, porque la ciencia no puede consistir en un conjunto de creencias dogmáticas, sino en un campo de debate honesto en pos de la verdad. Como reza el título de la entrada, este es el debate que la censura ha escamoteado durante años.
viernes, 26 de septiembre de 2025
¿FUNCIONA LA DEMOCRACIA?
En mi anterior artículo describía cómo las sociedades occidentales están llevando a cabo cinco experimentos que se consideran avances indiscutibles de la civilización y cuyos resultados, por tanto, no están siendo sometidos a un juicio objetivo. Los tres primeros experimentos, que desarrollaba en ese texto, son el aumento desorbitado del tamaño del Estado, que ha conducido a una abusiva presión fiscal, un endeudamiento gigantesco, que hipoteca nuestro futuro, y un sistema económico-monetario que está minando la capacidad adquisitiva de la población, la cual ve cómo sus padres o abuelos eran capaces de mantener una familia de cuatro hijos con un solo sueldo y ellos no pueden mantener dos hijos con dos sueldos.
Esos tres experimentos, muy recientes en términos históricos, son un corolario lógico del cuarto experimento, igualmente reciente, pues su generalización es cosa de los últimos 50-100 años.
El cuarto experimento
Este cuarto experimento se ha convertido además en la vaca sagrada más intocable de nuestra época: la corrección política nos exige adorarlo ciegamente como un tótem y nos prohíbe analizarlo a la luz de la verdad y de la experiencia. En efecto, su divinización -utilizada como coartada para que la clase dirigente obtenga un poder casi sin paragón en la Historia- impide cualquier crítica, por razonable que ésta sea. Sin embargo, el surgimiento del explotador Estado Gigante o Estado Leviatán, con sus impuestos, normas y regulaciones asfixiantes, con su deuda impagable y su inflación empobrecedora, ha coincidido con el desarrollo de este experimento. Aunque correlación no implique necesariamente causalidad, en este caso existen argumentos para defender que sí la hay.
El cuarto experimento es la democracia, o, más concretamente, la versión actual hacia la que ha evolucionado desde sus orígenes, y que se apoya en dos pilares: el sufragio universal incondicional y el poder ilimitado de la mayoría. El primero implica que el derecho a voto está basado exclusivamente en una edad mínima bastante baja, lo que de por sí describe bien la escasa importancia que se le da (en Reino Unido va a rebajarse hasta los 16 años, una edad muy madura para decidir sobre cuestiones importantes, como todo el mundo sabe).
El segundo implica que la mayoría parlamentaria es omnipotente para decidir y redefinir todo a voluntad como si fuera Dios, aunque ello contradiga la dignidad y derechos inherentes del hombre, la ley natural, la propia definición de vida, la biología, los hechos históricos probados, la moral, la lógica, la física o los derechos de las minorías.
La mayoría es una regla problemática, como describía en «el ejemplo de la cuenta del bar» Huemer, profesor de filosofía de la Universidad de Colorado. Imagine que sale con unos amigos a tomar una cerveza. Cuando llega el momento de pagar usted propone que se pague a escote, pero un amigo suyo sugiere que usted lo pague todo y somete esta propuesta a votación. Todos votan a favor de que pague usted, menos usted. ¿Tiene obligación de pagar? ¿Están los demás legitimados para obligarle?
Hans-Hermann Hoppe, profesor emérito de la Universidad de Nevada y discípulo de Murray Rothbard, lo plantea de otra manera: si existiera un gobierno mundial, gobernarían los chinos y los indios con mayoría absoluta y decidirían enseguida redistribuir hacia sus cofres la riqueza que acumula Occidente. De hecho, en nombre de las mayorías, los gobiernos actuales, elegidos un día cada cuatro años, tienen durante el resto del cuatrienio tal poder que harían palidecer de envidia a los reyes absolutistas. Como decía John Adams, segundo presidente de EEUU, «cuando las elecciones terminan, la esclavitud comienza».
Ello quizá explica la prudencia con la que se manifestaba el filósofo británico del s. XIX Herbert Spencer: «La gran superstición política del pasado fue el derecho divino de los reyes, y la gran superstición política del presente es el derecho divino de los parlamentos», es decir, de las mayorías.
Muchas cuestiones comunes pueden reexaminarse a la luz del abuso de la mayoría. Con la fiscalidad progresiva, la mayoría decide que la minoría más rica debe pagar tipos impositivos más elevados. Con la legislación laboral se dificulta el despido para «proteger» a la mayoría empleada socavando las posibilidades de encontrar trabajo a la minoría desempleada. Con las políticas que encarecen artificialmente el precio de la vivienda se beneficia a los propietarios de vivienda (una mayoría) a costa de la minoría que desea acceder a ella por primera vez. Con el aumento de las pensiones más allá de su sostenibilidad, se beneficia a las generaciones mayores a costa de las más jóvenes, que son minoría dada la inversión de la pirámide demográfica. Finalmente, con el aborto, la mayoría ya nacida priva de su derecho a existir a la minoría indefensa y sin voz que aún se encuentra en el útero de sus madres.
Tres ideas cruciales
Dado el halo que aún rodea a la diosa democracia, antes de continuar debemos aclarar tres ideas importantes. La primera es que democracia no es sinónimo ni garante de libertad, y a veces puede ser su antónimo.
En efecto, las dos ventajas de la democracia poco tienen que ver con la libertad: dar cierta voz a los gobernados (tampoco mucha: un día cada cuatro años) y propiciar una alternancia del poder pacífica y previsible.
Sin embargo, se ha querido confundir a la población equiparando libertad política con libertad personal. En realidad, son conceptos muy diferentes, como podrá ver enseguida. Imagínese que le ofrecen dejar de pagar impuestos durante ocho años a cambio de no votar en las dos próximas elecciones. ¿Lo aceptaría? Apuesto a que sí. De hecho, un tercio de los votantes decide habitualmente abstenerse en las elecciones y, por tanto, desprecia su libertad política.
Ahora imagine que le ofrecen dejar de pagar impuestos durante ocho años, pero esta vez a cambio de no poder salir de casa sin permiso previo de la policía, a la que tiene que informar de todos sus movimientos y que tiene potestad para decidir dónde puede pasar las vacaciones. ¿Lo aceptaría? Apuesto a que no.
La divergencia entre democracia y libertad queda probada en la experiencia de los democráticos Estados de Bienestar (particularmente en la UE), que están protagonizando una creciente restricción de las libertades personales. Asimismo, existen ejemplos históricos de democracias que incubaron tiranías, como la Alemania de Hitler en 1933, la Venezuela de Chávez en 1998 o la dictadura impuesta durante el covid, con el Parlamento cerrado, los encierros domiciliarios, los toques de queda y los controles policiales.
La segunda idea importante es que, como escribió el historiador de Oxford Ronald Syme, «en todas las épocas, cualquiera que sea la forma y el nombre del gobierno, ya sea monarquía, república o democracia, una oligarquía se esconde detrás de la fachada (…)». Por lo tanto, no existe una democracia ideal etimológicamente perfecta en la que el pueblo ostenta el poder, sino una oligarquía democrática sometida a un mayor o menor control por parte del pueblo. Entender esto resulta crucial.
Finalmente, la tercera idea es que todo sistema político (incluida la democracia) es un instrumento y no un fin en sí mismo. Un instrumento, ¿para qué? Para preservar el bien común, es decir, las condiciones sociales que permiten a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección. Esto se concreta en el respeto a la libertad, al orden y a la justicia dentro de un marco ético que promueva la virtud y, por tanto, la felicidad.
Hay democracias y democracias
La democracia es muy frágil. Puede ser un buen sistema político, pero sólo si reúne ciertas condiciones; si no, puede convertirse en un sistema político enemigo de la libertad, de la propiedad, de la justicia y del bien común. Por lo tanto, resulta engañoso hablar de “democracia”, en singular; hay democracias y democracias. Por ejemplo:
– no es lo mismo una democracia con elecciones limpias que con elecciones amañadas;
– tampoco es lo mismo una democracia con prensa libre y veraz que sin ella;
– no es lo mismo una democracia sujeta al imperio de la ley con una Constitución respetada que una democracia en la que el gobierno carece de límites;
– tampoco es lo mismo una democracia que aprueba leyes justas que una que aprueba leyes injustas, o una en la que apenas hay corrupción que otra en la que la corrupción es rampante;
– no es lo mismo una democracia con separación de poderes que sin ella: no es lo mismo una democracia con un Tribunal Constitucional independiente que otra en la que éste esté corrompido y politizado;
– tampoco es lo mismo una democracia con instituciones independientes que otra donde las instituciones están colonizadas por la clase política.
– no es lo mismo una democracia con un Estado Gigante que una democracia con un Estado mínimo en el que los gobernantes apenas puedan interferir en la vida de los gobernados.
– tampoco es lo mismo una democracia directa que una democracia representativa, y no es lo mismo que los representantes sean elegidos directamente por los electores a que sean elegidos a dedo por el líder del partido;
– no es lo mismo una democracia con una policía independiente que puedan investigar las corruptelas del gobierno que una democracia en la que la policía está controlada por el poder político;
– tampoco es lo mismo una democracia con una población bien formada que con una población ignorante, o con una población económicamente independiente que con una población que vive del Estado;
– no es lo mismo una democracia con una población cohesionada (que vive las elecciones sin temor a la victoria del contrario) que una democracia con una población enfrentada en la que la victoria del adversario se percibe como una amenaza;
– finalmente, no es lo mismo una democracia sujeta a una clara moral pública que otra donde ésta haya desaparecido; por ejemplo, no es lo mismo una democracia en la que la mentira o la traición a las promesas electorales se castigan que otra en la que dichas conductas queden impunes.
A mayor democracia, ¿menos libertad?
Paradójicamente, la generalización de la democracia ha conllevado una preocupante disminución de la libertad personal en todo Occidente, por lo que los defensores de la libertad tenemos la obligación de señalar el elefante en la habitación, como hicieron Aristóteles, los Padres Fundadores de EEUU, Tocqueville, o, más recientemente, pensadores liberales como Hoppe, Brennan o Caplan. La alucinante disminución a la libertad de expresión y la generalización de la autocensura deberían encender todas las alarmas.
En cualquier caso, no podemos caer en la intimidación de considerar la democracia como una diosa ante la que sólo cabe inclinarse, sino como un sistema político más que debe ser objeto de crítica y escrutinio y al que debemos exigir que ofrezca los resultados prometidos.
Con su inteligente ironía, el pensador colombiano Nicolás Gómez-Dávila definía la democracia como «el régimen político donde el ciudadano confía los intereses públicos a quienes no confiaría jamás sus intereses privados». Los Padres Fundadores de EEUU la definían como como «dos lobos y una oveja votando qué hay para cenar esta noche». Efectivamente, les preocupaba que la democracia degenerara en la «dictadura de la mayoría».
Entonces, ¿qué ha ocurrido? ¿Se ha corrompido el concepto de democracia o es que nunca fue ninguna panacea?
La breve historia de la democracia
La realidad es que la historia de la democracia es tan breve que puede considerarse algo prácticamente episódico en la Historia de la Humanidad. Tras su origen en la Antigua Grecia y algunos guiños de la República de Roma (en ambos casos, sin sufragio universal), apenas volvió a utilizarse prácticamente en los siguientes 1.800 años.
Al llegar a principios del siglo XIX, la mera idea de igualar el poder de voto de un joven inexperto y frívolo con el de un anciano experimentado y sabio, o de personas educadas con personas ignorantes, o de aquellos que pagan impuestos para financiar subsidios con los que reciben esos mismos subsidios, era considerada una idea extraña. Quizá por ello, en el Reino Unido sólo el 7% de la población mayor de 20 años tenía derecho a voto en 1832.
Hubo que esperar hasta el primer cuarto del siglo XX para que se adoptara el sufragio universal en parte de Europa, aunque algunos grupos de la población sufrieron retrasos aún mayores (en Brasil los analfabetos no pudieron votar hasta 1988), a veces por razones puramente discriminatorias. Por ejemplo, en Suecia los católicos no pudieron votar hasta 1860 y tuvieron que esperar hasta 1950 para poder ser miembros del gobierno; en Italia, las mujeres no pudieron votar hasta 1945 (y en algunos cantones suizos hasta 1990); y las minorías étnicas o raciales en Canadá, Australia o EEUU no pudieron hacerlo hasta 1965, aproximadamente.
¿Un sistema disfuncional?
¿Por qué han devenido las democracias en sistemas disfuncionales? ¿Podemos establecer una relación con los otros experimentos? Yo creo que sí. Los yonquis del poder adulan y seducen a las masas con todo tipo de promesas de dinero público hasta convertir el proceso electoral en una subasta de votos. Quizá eso explique por qué el tamaño del Estado (y la consecuente disminución de la libertad del individuo) ha aumentado de forma paralela al desarrollo democrático.
Cualquier análisis racional del proceso de formación del voto conduce a conclusiones muy sobrias que moderan el entusiasmo democrático, pues las tres características fundamentales del voto son la frivolidad, la inercia y la ignorancia. Además, el voto, lejos de ser racional y libre, está condicionado por las pasiones (particularmente por el miedo y la envidia) y por la propaganda[5]. Churchill defendía que «el mejor argumento contra la democracia es una conversación de un cuarto de hora con el votante medio». Esta ignorancia no tiene por qué reflejar pereza o indolencia, sino un simple argumento lógico, el llamado “efecto de ignorancia racional” de Downs.
En efecto, como explica el profesor de la Universidad de Georgetown Jason Brennan en su provocadora obra Contra la Democracia, «cuando se trata de política, algunas personas saben mucho, la mayoría de la gente no sabe nada y muchas personas saben menos que nada». No debería sorprendernos. El sufragio universal incondicional implica que «una abrumadora mayoría de personas carece incluso de un conocimiento elemental sobre la política, y muchas de ellas están mal informadas». Sin embargo, estas personas «ejercen su poder político sobre los demás, pues el sufragio universal incondicional concede poder político de una manera indiscriminada». Brennan se pregunta: «Yo puedo señalar al votante medio y preguntarme con razón: ¿por qué debería esta persona tener cierto grado de poder sobre mí? Puedo igualmente volverme hacia el conjunto del electorado y preguntar: ¿Quién ha decidido que esa gente mande sobre mí?».
El sufragio universal conduce además a una politización exagerada de la sociedad. Los medios de comunicación no hablan de otra cosa que no sea de lo que dicen y hacen en cada momento los políticos, motivo por el que, cuando éstos están de vacaciones, la prensa adelgaza y sólo nos hablan de desastres naturales. A su vez, esta simbiosis entre política y periodismo facilita que los políticos promuevan a través de sus altavoces mediáticos la polarización de la sociedad, pues el teatro político fomenta el miedo e incluso el odio hacia el que piensa diferente. De este modo, conforme las democracias envejecen, las opiniones políticas se convierten en difícilmente reconciliables y enfrentan a los ciudadanos entre sí empujados por sus irresponsables líderes, aunque el enfrentamiento entre ciudadanos sea mucho más enconado que el que tienen los políticos entre ellos en privado. La violencia política -llegando a la eliminación física del adversario- puede aumentar, como hemos visto recientemente en EEUU.
Hay otras explicaciones de por qué las democracias no están dando los resultados apetecidos. Aristóteles argumentaba que las democracias caían por culpa de los «demagogos rastreros y sin escrúpulos (…) que en realidad aspiran a la tiranía». Puede ser. Tenemos, sin duda, ejemplos muy cercanos. También es posible que la democracia lleve en sí misma inherente el germen de su propia destrucción.
Pero el hecho irrebatible es que nunca en la Historia se había utilizado la democracia a una escala tan masiva, y, paradójicamente, salvo en regímenes totalitarios, nunca la oligarquía gobernante (la clase política) había ostentado tal poder. A mayor poder de la oligarquía gobernante, menor libertad del pueblo gobernado, por lo que la libertad política ha ido acompañada de una grave pérdida de libertad personal.
¿Acertaba, por tanto, el gran Jouvenel al afirmar que «la soberanía del pueblo no deja de ser una ficción, una ficción que a la larga no puede menos que destruir las libertades individuales»? ¿Ha sido la democracia una distracción por la que, mientras con una mano nos permitían votar un día cada cuatro años, con la otra nos quitaban nuestro dinero y nos restringían cada vez más nuestras libertades diarias?
Por qué terminó la democracia en la Antigua Grecia
El fin del primer experimento democrático de la Antigua Grecia hace 2.500 años puede encerrar alguna lección para las sociedades modernas, tal y como lo explicó la historiadora y helenista Edith Hamilton en su maravilloso libro The Echo of Greece, publicado en 1957. Esta larga, pero portentosa cita, pertenece al capítulo titulado «El fracaso de Atenas»:
«Lo que el pueblo quería era un gobierno que le proporcionara una vida cómoda, y con este objetivo primordial, las ideas de libertad y autosuficiencia quedaron oscurecidas hasta el punto de desaparecer. Atenas se consideraba cada vez más como una cooperativa de la que todos los ciudadanos tenían derecho a beneficiarse. Los fondos que ello exigía, cada vez más cuantiosos, hacían necesaria una fiscalidad cada vez más pesada, pero eso sólo preocupaba a los ricos, que siempre eran una minoría. La política estaba ahora estrechamente relacionada con el dinero, tanto como con el voto. Los votos estaban en venta (…).
Atenas había llegado al punto de rechazar la independencia, y la libertad que ahora quería era que la liberaran de la responsabilidad. Solo podía haber un resultado. Si los hombres insistían en liberarse de la carga de una vida autosuficiente y de la responsabilidad, dejarían de ser libres. La responsabilidad era el precio que todo hombre debía pagar por la libertad. No había otra forma de obtenerla. (…)
Pero, para entonces, Atenas había llegado al fin de la libertad y nunca volvería a tenerla».
¿Será éste el destino de las democracias occidentales?
Fernando del Pino Calvo-Sotelo
(https://www.fpcs.es/)
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