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domingo, 5 de noviembre de 2023
UN PASO ATRÁS PARA COGER IMPULSO
Durante la Edad de Bronce los caballos eran mucho más pequeños que los actuales. Podían ser montados por un niño, o mujeres de constitución liviana, como las amazonas, armadas con arco y flecha, pero no eran capaces de sostener a un guerrero musculoso, con pesadas amaduras y espadas de bronce.
Se necesitaron mil años más de cria selectiva para lograr caballos grandes.
Gracias a ello, en el 1700 a.C. los hicsos atacaron Egipto, entonces la única superpotencia, en ejércitos de rápidos carros de dos ruedas, cada uno tirado por dos caballos.
Literalmente destrozaron a la infantería egipcia.
Si Egipto quería sobrevivir, debía construir su propio ejército de carros. De hecho tenían varias ideas sobre como mejorarlos, especialmente cambiando las ruedas macizas de los hicsos por ruedas livianas con radios, como las actuales bicicletas.
El tema es que cada carro era costoso, y necesitaban unos 10.000 para tener una posibilidad de ganar. Ya agregémosle 20.000 caballos, un poco más por si alguno se enferma, un ejercito de veterinarios a su servicio, otro de herreros reparadores de ruedas, ...
El Faraón del Bajo Egipto debió tomar una resolución.
Hasta entonces, entre el gobierno y los Sumos Sacerdotes mantenian aterrorizada a la población, obligándola a trabajar bajo el sol de Sahara construyendo grandes obras, o como sirvientes u objetos de placer.
Decidieron aflojar con el miedo, los dioses ya no los castigarían con pestes e inundaciones si no terminaban los monumentos.
Se restableció el comercio, mejoró el nivel de vida y mas trabajadores pudieron construir los carros. Libres de tanta angustia, los habitantes proponían mejoras en ellos.
Porque es facil obligar usando el miedo a una persona a trabajar, pero difícil obligarlo a pensar.
Los egipcios decían: se puede tirar de una persona con una cuerda, pero no empujarla con ella.
Finalmente derrotaron al enemigo, y pudieron volver tranquilamente al miedo y la opresión.
El 24 de febrero de 2022, corriendo el año II de la Agenda Plandémica, estalló la Guerra en Ucrania.
No es un gran problema para los líderes mundiales: si bien el mayor negocio global es la industria farmacéutica, el segundo mayor es la armamentística.
Pero pronto, Jens Stoltenberg, jefe de la OTAN, le dijo a su esposa, la bella Ingrid: estoy preocupado, las reservas de misiles Himars se gastan más rápido de lo tú gastas mi sueldo. Y ni hablar de las municiones de cañones de 155mm.
Ingrid, sin dejar de agitar su máquina eliptica de ejercicios, le contestó: No seas pesado, Jens, no me lo digas a mi, dícelo a Joe Biden, o a ese pelmazo de Macrón, el que mira tu cuerpo de vikingo con ganas. O mejor todavía, al Nörd de Bill Gatos, o al Svärt de Tedros.
Eso hizo Jens, advirtiendo: O se dejan de joder con la agenda perversa, o sea con cepas inventadas, encierros, ciudades de 15 minutos, vacunas mortales, ideología de género, calienta-miento global, ingesta de insectos, todo lo cual disrumpe nuestra cadena de producción, o tendremos a los rusos en Berlín, como en el 45.
Así, la Agenda entró en impase, hasta que la guerra terminase, o se recuperasen los stocks.
Pasado un tiempo, Bill volvió a la carga: Que tal una nueva cepita, podemos llamarla Dragón de Medio Oriente. Si, contestó Tedros, sería re-divertido, hace rato que estamos quietos. A la gente se le está yendo el miedo.
- A ver, manga de bölustrums, ¿no vieron lo de Gaza? Exclamó Jens
- Por eso mismo, se nos ocurre que los refugiados de Gaza podrían llevar esa cepa por todo el mundo. Así matamos dos pájaros de un tiro, un millón de refugiados en Europa, aceleramos el reemplazo poblacional, tienen una tasa de natalidad altísima, y asustamos con una nueva cepa. Y nueva vacuna, por supuesto.
- Bueno, pero no se apuren, esperen hasta que recuperemos stock de misiles. Ademas la cepa debe aparecer después de las emigración, si es antes la gente se va a oponer.
- Jens, usted haga su trabajo, nosotros haramos el nuestro, que somos profesionales en ello.
- Bueno, yo les aviso.
- ¿Y si la gente se da cuenta? pregunta Tedros - Nah, era broma
Risotadas generales.
Horacio Rivara
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