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jueves, 2 de noviembre de 2023
MI MADRE NO ES UN ZOMBIE
Observando anoche a niños ataviados con tumbas, muertos, sangre, cuchillos y rindiendo culto al terror, algo dentro de mí se preguntaba si eso es educativo.
Terror es el que siente una persona maltratada por su pareja, terror es lo que embarga a alguien a cuyo hijo le acaban de diagnosticar un cáncer. El terror es el que impera en las dictaduras bajo las que viven millones de familias sometidas a narcotraficantes y sátrapas; ¿es esto gracioso?
Tumba es el lugar al que uno va a hablar con su madre fallecida, o a llorar a su hijo que ya no está, y sobre ellas a menudo hay un símbolo de amor y entrega, una cruz ¿Niños burlándose de esto?
Muertos son nuestros amigos, nuestros padres, hijos y hermanos ¿es simpático disfrazarse de ellos y reírse?
¿Haría usted una fiesta de Halloween en la planta de oncología infantil o de cuidados paliativos de un hospital con los que están a punto de cruzar el río de la vida? ¿les haría gracia?
Me llama la atención que esos mismos padres modernos que se niegan a llevar a sus hijos pequeños al tanatorio o al funeral del abuelo, aduciendo que no quieren que los pobres niños queden impresionados, en pocos días no duden en disfrazarlos para burlarse de su cuerpo, ya azul y con las órbitas de los ojos vacías.
La fiesta original, primero celtibérica, y después cristiana, se basa en el respeto y el recuerdo de los seres queridos que se fueron ya con Dios. Su fin es contar anécdotas positivas, vivencias y experiencias de nuestros muertos. Visitar sus tumbas, poner flores, mirar sus fotografías. Los niños entienden así que sus ancestros lucharon y no son olvidados.
¿Pero esto, qué enseña? Mofarse de los muertos no lo hizo jamás civilización alguna, ni siquiera la maya y azteca.
Los abuelos no son zombies, el bebé que perdimos no es Chuky, degollar a inocentes no puede ser motivo de risa. Esta fiesta pagana es siniestra, satánica, perversa y maneja valores destructivos.
Como siempre, no es por casualidad. Lo que ha llegado hasta nosotros no es sino una creación deliberada de la propaganda anticatólica protestante. El fin es neutralizar y sustituir el Día de Todos los Santos, y lo han conseguido.
La vieja Europa, creadora de mitos y culturas, ha sucumbido a la purpurina y al olvido del auténtico significado de la muerte, la única cosa segura que a todos nos va a llegar.
La esencia del cristianismo -pilar fundamental de nuestra civilización- es la resurrección. Nuestras iglesias están presididas por un cuerpo torturado que sangra, con clavos en brazos y pies, un lanzazo en un costado, una corona de espinas y un rostro sufriente; nada mas “halloween” en apariencia. Sin embargo, el mensaje es el contrario, los que se reían en el Calvario fueron perdonados, no castigados. Eso hizo al cristianismo la única filosofía del mundo que predica poner la otra mejilla y amar al enemigo.
Truco o trato no, beso o abrazo.
Cada cual que haga lo que quiera, por supuesto, pero con esta información, a lo mejor, el año que viene nos apetece más llevarle flores al abuelo, ver fotos antiguas de él, y brindar por su descanso eterno, en lugar de ridiculizarlo.
Los muertos tenían nombres, y sus almas existen, están, aunque hoy puede que sufran el olvido de sus propios hijos.
(https:/t.me/elaullido)
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