miércoles, 10 de julio de 2024

EL CUENTAGIO, UNA HISTORIA DE MONSTRUOS Y VACUNAS



Pese a que ha quedado claro que todo fue un engaño, seguimos sumidos en una enorme confusión de información tóxica.

Mucho se ha hablado sobre el famoso virus de pangolín y murciélago llamado SARS CoV 2 que presuntamente asoló el mundo en el año 2020. Millones de líneas escritas se han publicado sobre la que muchos llamamos cariñosamente “plandemia” (en honor a aquel primer vídeo de la Dra. Judy Mickovits que circuló en los momentos más oscuros).



En ese corto y revelador documental que os comentaba, Judy nos habla de la enorme corrupción del sistema médico-científico, del perverso Dr. Fauci y de los terroríficos virus de ganancia de función, unos constructos artificiales de laboratorio que dan mucho, mucho miedo. Según esta hipótesis, son los laboratorios con sus cultivos de virus en células de fetos humanos, cancerígenas o de hígado de mono, los que crean “súper virus” que son los que realmente causan las epidemias. Una variante de la historia del encuentro accidental de pangolín y murciélago, que muy ingeniosamente han alimentado los medios masivos de comunicación, regados con dinero de las farmacéuticas. Pero ¿Por qué pegarse un tiro en tu propio pie? Muy sencillo, porque lo que realmente importa es que la gente siga pensando que el contagio es posible. ¡Esa es la idea!

En 2020, el escenario “conspiranoico” estaba servido, un villano malvado llamado Bill Gates, un lugar exótico, Wuhan, su mercado de pescado, un pangolín descuidado, un murciélago rabioso y una expansión mundial de contagios.

Nada se expande como el miedo, nos lo decía el eslogan de una famosa película del 2011.

Tras el susto inicial, algunas personas comenzaron a revisar la documentación, sobre todo personas que ya habían destapado engaños anteriores como el del VIH. En seguida, aparecen las primeras voces alertando que el malvado virus SARS CoV 2 no ha sido aislado.

El término aislamiento sigue siendo un misterio para muchas personas, que lo han llegado a equiparar a que algo que no ha sido aislado es porque no existe. ¡Error! Algo que no ha sido aislado, existe, pero no ha podido ser separado del resto de componentes que lo conforman. Y ahí está el matiz de la trama de los virus patógenos, que en todos los artículos donde se afirma que se aíslan, en realidad, jamás estas famosas biomoléculas protagonistas de este “thriller”, se separan de los componentes celulares a los que pertenecen. Esta afirmación alude directamente a la revisión del primer artículo científico que presentó al virus SARS CoV 2 al mundo y, ¡efectivamente!, en el artículo no realizan un aislamiento de ninguna partícula viral, ni experimentos de control que descarten las condiciones del propio experimento como causa de la muerte celular. Y esto es así, aquí y en la China occidental.

Es curioso que los científicos de las farmacéuticas nunca son capaces de separar eso que llaman virus patógenos de la célula de donde salen y tampoco de encontrar esos mismos virus malotes solitos en el aire, aun siendo tan contagiosos. Siempre hace falta un elaborado escenario de laboratorio con células totipotentes de mono o cancerígenas en tubos de ensayo con antibióticos y sin nutrientes, para demostrar la “patogenicidad” del virus y como no, sin experimentos de control una vez más.

También ocurre que tratan de hacernos creer que secuenciación es aislamiento y por supuesto, ambas técnicas de laboratorio nada tienen que ver. En la primera se caracteriza una secuencia de ADN o ARN que puede ser de nuestro genoma o de las bacterias y virus que viven de forma normal en nuestro cuerpo, un aislamiento es separar esos presuntos patógenos de la célula de cultivo y demostrar que son la causa de la enfermedad.

El presunto “Sars CoV 2” y su presentación al mundo en una mezcla de componentes celulares de cultivos de líneas Vero E6 de mono verde africano y Huh-7 que son cancerígenas e inmortales. Un escenario “muy normal” en los cuerpos de los seres vivos, que se junten células de mono con cancerígenas.

Es una práctica totalmente anticientífica que creen escenarios tan sumamente antinaturales para demostrar que los virus son patógenos, si de verdad fuesen tan peligrosos, jamás haría falta esa escenificación. Se cogería un esputo de un enfermo y al visualizarlo en el microscopio ya veríamos millones de partículas infecciosas, que al inocular en un sano, producirían el mismo cuadro de enfermedad. Esto jamás se ha demostrado empíricamente, se intentó en los experimentos de Salisbury, pero fracasó, os lo cuento más abajo. Y aunque en las publicaciones afirmen que aíslan estas partículas virales, en realidad nunca las separan del resto del cultivo, ni demuestran que sean la causa de la enfermedad.

Pensamiento mágico al que los igno-
rantes llamaban "ciencia"
Los virus son biomoléculas que conforman la vida, son ladrillos, por sí solos son inertes, no están vivos y no operan de forma individual, sin la maquinaria celular son inviables, de hecho son las células las que los sintetizan porque son mensajes de comunicación celular.

Este relato de retrovirus nos suena familiar por su parecido exacto al lucrativo y sangriento negocio del VIH en los 80 y las súper cepas de la gripe de los 90 y 2000, que, al ser virus endógenos, es decir, componentes de nuestro genoma, de nuestros cuerpos, nunca aparecen fuera de las células donde se cultivan. ¡Qué raro para una biomolécula contagiosa!

A pesar de todas las evidencias de timo, había que inventar un nombre para la enfermedad que causaba este virus de pangolín y murciélago que iba por el aire y asfixiaba a sus víctimas y ese fue COVID 19, porque (síndrome agudo respiratorio severo segunda parte) sonaba muy feo y en la práctica no cuadraba con los síntomas, ya que muchas personas que según las pruebas PCR estaban contagiadas ni se enteraron. ¡Qué curioso era este asesino! ¿Recordáis que tenía horarios y actuaba según estuviese en una u otra Comunidad Autónoma?

Nunca circuló ningún virus, siempre fue una “plandemia” de pruebas RT-PCR y muertes por iatrogenia (es decir tratamientos médicos innecesarios). Numerosos fueron los testimonios de familiares que, al llegar aterrorizados al hospital, dieron positivo en la dichosa PCR, los medicaron con antivirales, acabaron entubados y murieron. Y sobre nuestros abuelos … Estremece recordar que el terror y los mórficos fueron su sentencia final.

Debido a que estos hechos son de enorme gravedad, conviene llamar a las cosas por su nombre, y sobre todo, apelar a la claridad y la transparencia. El único y verdadero pilar de este “cuentagio” consistió, no en tener terribles síntomas de asfixia por un virus volador, sino en dar positivo en una prueba diseñada por un laboratorio con una metodología totalmente anticientífica, pero de enormes beneficios, que fue sistemáticamente denunciada por muchos profesionales. La famosa PCR.

¿Cómo se puede afirmar que circula un virus, si los casos que cada día se emitían en televisión, en realidad fueron pruebas RT-PCRs positivas?

O circula un virus o nos están engañando con unas pruebas fraudulentas, vamos a aclararnos, porque si de verdad hubiese virus mortal, ¿para qué harían falta estas pruebas? Los síntomas hablarían por sí solos y cada enfermo provocaría en todos los individuos de al rededor idéntico cuadro clínico. Obviamente, esto jamás fue así. Yo misma estuve con muchísimos positivos en PCR y ningún virus mortal me atacó, aunque seguro que los oficialistas dirán que soy asintomática, es decir, sana, una amiga de los virus. Su aliada para ser exactos. ¡Cuántos términos han inventado para que nos creamos la mentira! Sólo con pervertir el lenguaje, ya crean escenarios que las personas creen que son realidad.

Cualquier biólogo de bata (desempleado) sabe que las PCR no son pruebas para diagnosis, aunque se usen con tal fin. Sin un cultivo viral que las respalde, un positivo no indica absolutamente nada y obviamente estos cultivos del virus mortal jamás se hicieron. El propio Ministerio de Sanidad español reconoció de forma oficial que no disponían de cultivos del virus SARS CoV2, ni siquiera de un registro de laboratorios con capacidad de cultivo ¡Qué vergüenza!

Los seres vivos complejos somos muy difíciles de imitar utilizando sólo una placa de Petri, en un laboratorio. Todos los estudios de virus presuntamente mortales se hacen en condiciones controladas con variables, que en la naturaleza, no se cumplen. Así que afirmar que en un laboratorio se ha creado un virus muy malvado, tiene una sencilla contestación ¡Que intente salir al mundo real a ver qué pasa! De hecho los estudios hablan de que estos virus artificiales, fuera de los modelos de laboratorio, son muy inestables.

Aunque manipular los componentes de la vida es sin duda poco ético (debería ser ilegal), el paradigma del que parten estos experimentos de ingeniería genética está tan alejado de la realidad, que nunca consiguen aquello que pretenden, excepto el miedo del que se nutren. Éstas biomoléculas llamadas virus son componentes de la vida y no asesinos, por lo que por mucho que retorzamos la verdad, ésta acabará aflorando.

Por supuesto que las prácticas poco éticas de las farmacéuticas causan daño, no debemos contaminar nuestro cuerpo con estas inyecciones génicas o habrá consecuencias. Pero esta premisa también se puede aplicar al oxígeno que respiramos, del que no se nos ocurriría inyectarlo en nuestras venas.

Almudena Zaragoza
(Artículo completo en: https://somosbacteriasyvirus.com/)

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