"CHEMTRAILS": LA HIPÓTESIS LÓPEZ-MIRONES

En su último libro (por el momento, pues ya está trabajando en otro), "Lupus Deus", un análisis de la mentalidad totémica, animalista y gaiacéntrica impulsada por el ecologismo desinformado e histérico de quienes comulgan con las ruedas de molino difundidas por organismos supranacionales, ONGs y falsos filántropos, el prestigioso biólogo y zoólogo Fernando López-Mirones, frecuentemente citado en este blog por su abierta postura "negacionista" y crítica con la falsa pandemia Covid, dedica un capítulo completo (el número diez, titulado "El dolor de los cielos estridentes") a la saturación de líneas blancas visibles en los cielos de todo el planeta. Lo singular de su planteamiento es que en vez de analizar hipótesis plausibles que van de lo suspicaz a lo apocalíptico, como tendemos a hacer los medios alternativos, recapitula la información accesible sobre geoingeniería, siembra de nubes y manipulación climática, algo de lo que hay registros desde mediados de los años 40 del pasado siglo. Lo que ha encontrado es una mina de información que le sirve para ofrecer un enfoque nuevo y digno de ser tenido en consideración.

En primer lugar, está el diagnóstico "fake" de Al Gore sobre un "calentamiento global" indemostrado, pero que llevó a numerosos "filantropófagos" a buscar el modo de enfriar la atmósfera, tarea en la que no podía faltar el atroz redentor Bill Gates, quien proclamaba el 7 de agosto de 2013 durante una mesa redonda en Cambridge la siguiente barbaridad:

"El calentamiento global es un punto moral importante, así que, si tomo la decisión de hacer un programa de geoingeniería, como poner alrededor de un millón de toneladas al año de sulfuro de hidrógeno, digamos que podía terminar matando a decenas de miles de personas al año. Ese sería el resultado directo de esa decisión. Creo que tiene consecuencias morales. No lo oculto bajo la alfombra; ahora bien, es cierto que, como parte de ello, uno esperaría que los beneficios generales de la mortalidad humana fueran tales que salvaran a muchas más personas".

El dr. David Keith calculó que dicha inyección de aerosoles en la atmósfera no necesaría más de cien Boeing 747 dispersando el sulfuro de hidrógeno, una cantidad irrisoria en un muindo en que 130.000 vuelos recorren el mundo cada día.

El caso es que en 2016 Barak Obama decidió cambiar el combustible de todas las flotas aéreas del mundo por el llamado "biofuel". Se disfrazó su iniciativa de medida ecológica -como era de esperar-, pero sus científicos de cabecera admitieron que buscaban con ello producir la mayor cantidad posible de nubes tipo cirro, que causan enfriamiento durante el día al reflejar la luz solar de vuelta al espacio pero que de noche atrapan el calor infrarrojo, causando calentamiento. Modificación climática antropogénica, sí, pero no producida por los combustibles de vehículos particulares, ni por las ventosidades de las vacas ni la respiración humana, sino por los 75 millones de barriles de combustible aéreo usados al día.

Todas las sustancias químicas tóxicas que contienen estos combustibles para aviones han sido descritas y admitidas por estudios revisados por pares publicados en prestigiosas revistas científicas. Todos los tóxicos atribuidos a los chemtrails se pueden encontrar en el combustible de los aviones y en sus aditivos. Un estudio publicado en la revista Nature en 2022 admitió que el 75% de todos los metales fabricados por el hombre salen de los escapes de los aviones.

Están haciendo una modificación deliberada de la radiación solar para, supuestamente, combatir un cambio climático antropogénico que no existe ... o, más bien, que producen ellos.

(posesodegerasa)