miércoles, 8 de enero de 2025

LA NIEBLA



Durante las últimas semanas crece el rumor en redes sociales acerca de que cierta gripe sobrevenida este invierno no parece ni casual ni natural, tanto por su brusca aparición como por su extraña difusión y anormal sintomatología.

Se especula sobre la hipotética relación de tales procesos con las persistentes nieblas de temporada, así como con otras extrañamente aparecidas en ubicaciones poco habituales, y su eventual difusión mediante geoingeniería en forma de aerosoles.

Pero para analizar estas especulaciones sobre una posible interacción entre geoingeniería de aerosoles y difusión de enfermedades, siendo un tema tan espinoso como para ser tildados de conspiranoicos a las primeras de cambio por los tragacionistas sistémicos de turno, nada hay mejor que echar la vista atrás a la historia de tal asociación, que lleva produciéndose desde el final de la 2ª Guerra Mundial.

Conocida en este ámbito debería ser la ‘Operación Whitecoat’, que se mantuvo ininterrumpidamente durante 19 años, desde 1954 hasta 1973, y en la que los “voluntarios” –escogidos para la ocasión entre los objetores de conciencia–, eran expuestos a agentes bacteriológicos como la tularemia, la peste negra o la fiebre Q, a través de … aerosoles.

A mayor escala, sería obligatorio conocer la ‘Operación LAC’, del Cuerpo Químico del Ejército USA, que dispersaba mediante fumigación partículas microscópicas de sulfuro de zinc-cadmio en gran parte de EE.UU. y Canadá para probar los patrones de dispersión y alcance geográfico de las armas químicas y biológicas.

Pero la que debería retirar definitivamente la venda de los ojos a los incrédulos es la ‘Operación Sea-Spray’ de 1950, que constituyó el primer experimento de este tipo con población civil a gran escala. Realizada en secreto, sin el conocimiento de casi un millón de ciudadanos afectados, fue efectuado por la Marina de EE.UU., y su objetivo era determinar la “vulnerabilidad a aerosoles contaminados a gran escala”.

En él se rociaron al aire, a lo largo de una semana y durante media hora al día, desde las mangueras de un barco de la armada estadounidense fondeado a más de 3 km. de la costa, bacterias patógenas de ‘Serratia marcescens’ –un bacilo que se desarrolla preferentemente en condiciones de alta humedad, comúnmente involucrado en infecciones que van desde las conjuntivitis, hasta infecciones renales, urinarias, problemas respiratorios e incluso meningitis, y bacterias de biocontención ‘Bacillus globigii’.

Esta guerra bacteriológica encubierta contra población civil propia, se llevó a cabo sobre el área de la Bahía de San Francisco, en California, sitio ideal para el “experimento” por estar densamente poblado y, a la vez, porque su mítica niebla ayudaba a esparcir y camuflar los patógenos.

Formando una contagiosa nube invisible de más de tres kilómetros de longitud, junto a esas bacterias se acompañaron partículas fluorescentes de sulfuro de zinc-cadmio para facilitar la monitorización, que se realizó discretamente desde 43 ubicaciones alrededor de la ciudad.

El Ejército determinó que San Francisco había recibido una dosis suficiente para que cada uno de los 800.000 residentes inhalara al menos 5.000 de las partículas bacteriológicas esparcidas.

El resultado fue el primer brote registrado de ‘Serratia’ de la historia de la microbiología, y el experimento, que se extendió a las comunidades adyacentes de Albany, Berkeley, Daly City, Colma, Oakland, San Leandro y Sausalito, fue considerado un “éxito”, dado que demostró que «era factible provocar la infección de grandes núcleos de gente con bastante facilidad, con pocos medios y –lo que era aún más importante– sin ser detectado y de forma imperceptible».

Como consecuencia del experimento, ingresaron once personas en el Hospital de Stanford con infecciones urinarias graves y muy raras, de las que una murió a las tres semanas. El brote infeccioso en el tracto urinario fue tan inusual que los médicos del Hospital escribieron posteriormente sobre ello para las revistas médicas. Casualmente, los casos de neumonía en San Francisco también aumentaron después de la operación, “desconociéndose la causa” …


Sabemos hoy que operaciones similares se sucedieron con posterioridad, como la ‘Operación Rocío’, clasificada secreta hasta 1997, que se desarrolló desde barcos y aviones en varias pruebas sucesivas a lo largo de casi 300 km de la costa de Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, para estudiar el comportamiento de los agentes biológicos liberados mediante aerosoles.

Pocos años después, se llevaron a cabo al otro lado del Atlántico experimentos casi idénticos, conocidos como ‘experimentos de guerra biológica de Dorset’, para determinar hasta qué punto un solo barco o avión podía dispersar mediante aerosoles agentes de guerra biológica sobre el Reino Unido.

Hay que señalar que el Ejército nunca alertó a las autoridades de salud antes de cubrir la región con bacterias y que, hasta 1977, no se reveló la existencia de ésta y otras pruebas similares, hecho que ocurrió durante las audiencias de un Subcomité de Salud e Investigación Científica del Senado de EE.UU.

Allí se reveló que entre 1949 y 1969 se realizaron otras 239 pruebas secretas al aire libre y con población civil propia, aerosolizando agentes biológicos y cancerígenos en Panamá, Florida, Minnesota, una autopista de peaje en Pensilvania, la terminal de autobuses y el Aeropuerto Nacional de Washington, y constituyendo la guinda el metro de Nueva York, en el que dejaron caer bombillas llenas de bacterias sobre las vías de las estaciones del centro de Manhattan, eligiendo casualmente como fecha para la realización de la infame prueba el 6.6.66 …

El proyecto más importante y secreto respecto al uso de aerosoles para diseminar agentes biológicos y químicos a gran escala fue el ‘Proyecto 112’, llevado a cabo por el Departamento de Defensa USA entre 1962 y 1973, e iniciado bajo la administración Kennedy.

El ‘Proyecto 112’ llevó a cabo un mínimo de 50 ensayos, al menos 18 biológicos y 14 químicos. Los lugares de prueba incluyeron Porton Down en Reino Unido, Ralston en Canadá y buques de guerra estadounidenses diseminados por todo el mundo, el denominado ‘Proyecto SHAD’, que involucró a 6.000 soldados de la marina estadounidense.

A día de hoy, la información disponible públicamente sobre el ‘Proyecto 112’ sigue siendo incompleta …


Como conclusión, sólo cabría añadir que el tragacionista útil, encarnado en gallina sistémica, suele tender a pensar que estas cosas pertenecen “al pasado”, siendo contumaz en la creencia de que “el gobierno nos cuida”, así como en la ilusión de “las bondades democráticas”.

Es inútil, por tanto, esperar de tamaños incapaces de mentalidad gregaria y pastueña absolutamente nada en lo que se refiere al análisis de hechos pasados en busca de similitudes o patrones de repetición con los actuales.

Y ello es reiterativo, ya se hable de vacunas, experimentos genéticos relacionados, geoingeniería climática, aerosolización químico-bacteriológica, o simplemente propaganda de guerra convertida en historia.


(Fuente: https://t.me/tirachinass/)

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