Los amish se han convertido en involuntario grupo de control respecto a las políticas de vacunación vigentes. |
El periodista de investigación Dan Olmsted planteó una vez una pregunta simple pero incómoda: ¿Qué sucede realmente con las poblaciones que, en gran medida, evaden la medicina moderna, y en especial la vacunación? Su rastro lo condujo a los Amish del condado de Lancaster, Pensilvania , una comunidad tradicionalmente cerrada que, en gran medida, vive sin programas de vacunación modernos.
La expectativa era clara: si las estadísticas nacionales se extrapolaban a los Amish, debería haber alrededor de 2000 casos de autismo allí (hay aproximadamente 400 000 Amish en todo el mundo). Pero Olmsted hizo un descubrimiento que asombró incluso a científicos experimentados: encontró solo tres casos. Y los tres involucraban a niños adoptados por los Amish, niños que ya habían sido vacunados antes de llegar a la comunidad. No encontró ni un solo caso entre los niños Amish nacidos en la comunidad.
¿Las vacunas como causa principal?
Estas observaciones no carecieron de consecuencias. Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud y Servicios Humanos de la administración Trump, citó el trabajo de Olmsted en una conversación con el fallecido Charlie Kirk. Kennedy habló de "evidencia muy sólida" de que las vacunas son una de las principales causas del autismo.
Kennedy va aún más allá: está convencido de que el autismo solo puede ser causado por las vacunas. Su argumento se basa en mecanismos biológicos: el estrés en las mitocondrias, las centrales eléctricas de nuestras células.
“Ejercemos presión sobre las mitocondrias de muchas maneras: a través del aire que respiramos, los alimentos que comemos e incluso los medicamentos que reciben nuestros hijos”, dijo Kennedy.
El estrés mitocondrial como denominador común
En su opinión, muchas enfermedades modernas, incluido el autismo, siguen las mismas vías biológicas. Las toxinas ambientales, las dietas poco saludables, los medicamentos y las vacunas interactúan para sobrecargar la producción de energía celular. El cuerpo reacciona con una disfunción crónica; en el peor de los casos, trastornos del desarrollo neurológico como el autismo.
Un patrón también en otros lugares
Kennedy señala que se han realizado observaciones similares a las de los Amish en otras partes del mundo. Las comunidades o poblaciones con bajas tasas de vacunación reportan significativamente menos casos de autismo, un fenómeno poco investigado, pero aún más debatido.
Conclusión: Un hallazgo incómodo
Los hallazgos de Olmsted y las interpretaciones de Kennedy cuestionan los fundamentos de la política de vacunación moderna. Mientras las autoridades y la industria farmacéutica se centran en programas generalizados, estos hallazgos plantean la pregunta de si el precio que se está pagando es un aumento drástico de la tasa de autismo.
El propio Kennedy considera que esto es un tema central de su mandato: generar conciencia sobre las verdaderas causas de las enfermedades crónicas y una reevaluación radical del papel de las vacunas.
(Fuente: https://uncutnews.ch/; traducción: https://t.me/bycpoornamidam/)
Para mí, es blanco y en botella. A los niños en España les ponen 35!,! dosis de diversas vacunas, antes de cumplir los 12 meses. Que yo sepa el autismo se diagnostica en torno a los 18 meses y al nacer , parece que los casos son mínimos.
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