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jueves, 23 de octubre de 2025
EL SUEÑO DE LA RAZÓN ENGENDRA MONSTRUOS
Desde el coronacirco, el miedo se ha convertido en el nuevo opio del pueblo.
Se ha infiltrado en todas partes: en las venas, en las miradas, en las conversaciones.
La gente ya no respira, cuenta sus respiraciones. Ya no vive, espera la siguiente orden. Y cuando llega la orden, obedece, dócil, convencida de estar del lado del Bien. Ví este miedo. Lo deduje de la voz temblorosa de una mujer que conocí ayer.
Una buena jubilada, educada, feliz de que le hablaran, lo que, por cierto, me conmovió. Me confesó que «los jóvenes son irrespetuosos». Eso estuvo bien: yo mismo acababa de tener un encontronazo con un pequeño déspota con chaleco de autobús, el tipo de conductor que confunde su volante con un cetro. En resumen, hablamos, nos quejamos. Y de repente, su rostro se congela. Me habla de la guerra. De Putin. Del gran loco de Moscú que, al parecer, nos va a sumergir en el Apocalipsis.
Tembló. Cita a los expertos, a los «analistas». Y entonces, la frase cae, la frase de siempre: «En la tele, dijeron que …». Ahí lo tienes. La tele. Esta máquina infernal que nunca muestra la realidad, sino el miedo a la realidad. Esta caja de imágenes que blanquea el cerebro. La tele es la misa vespertina de los modernos: se arrodillan, escuchan, repiten. Creen. Y tienen miedo.
Porque el miedo es conveniente. Nos impide pensar. Lo justifica todo: la docilidad, la cobardía, el odio al prójimo. Un pueblo con miedo es un pueblo que se deja gobernar por la fuerza.
Miro a esta mujer, sincera en su angustia, sincera en su ilusión.
Y me digo que no está sola: hay millones de ellas, infectadas por el miedo. Miedo al virus, miedo al prójimo, miedo a la guerra, miedo a la escasez, miedo al futuro, miedo a todo. El miedo se ha vuelto moneda corriente. Lo intercambiamos, lo compartimos, lo cultivamos. Y como la mayoría está vacunada, con microchip, tranquilizada, lo creen aún más. Todas están domesticadas. Han negociado con sus instintos. Su sentido común. Solo se indignan con la aprobación del presentador. Ya no se rebelan. Le tienen miedo a todo.
Y los veo hundirse en esta marea de ansiedad, alimentada, inflada y perfundida por las pantallas. Ya no puedo compadecerme de ellos. No después de 2020.
Porque a fuerza de miedo, han dejado de existir. Han encerrado sus almas bajo cristal, sus conciencias bajo tutela, su libertad en el congelador.
Pero hay algo que el miedo jamás podrá digerir: la lucidez de quien no tiene nada que perder. Porque quien no tiene nada que perder no le teme a nada. Y ese es el verdadero peligro para el sistema: quienes ven con claridad. Los indómitos. Los insolentes. Los "locos" que se niegan a doblegarse ante la pantalla. No tiemblan. Ríen. El miedo jamás conquistará a quienes mantienen viva la llama de la duda, el gusto por el riesgo y la dignidad de pensar por sí mismos. Mientras haya una sola persona que se levante para decir que no, el miedo no reinará por completo.
Y, sin embargo, a pesar de este atisbo de resistencia, el panorama en el que vivimos delata un dominio sutil y omnipresente de la televisión. Y, cuando vemos los muros invadidos por este susurrador -el nombre que se le da a la televisión en la misteriosa sociedad Benedict (serie de televisión)-, comprendemos que la batalla está lejos de estar ganada.
La televisión se ha deslizado por todas partes: en los bolsillos, en las paredes, en las camas. La televisión ha mutado. Ya no es solo una pantalla; es portátil, íntima, táctil. Ya no habla, susurra. Ya no muestra, hipnotiza. Pronto, apuesto a que le pedirán amablemente permiso para pensar a la susurradora. Y ella, con su sonrisa de píxeles, lo concederá, o no.
(Fuente: https://amaldjebbar.wordpress.com/)
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https://www.youtube.com/watch?v=2kAVMXJqup0
ResponderEliminarEl mando lo tienen en la mano. La pastilla también
ResponderEliminarLa tele es para mi un artilugio diabólico,el chisme perfecto,el cacharro horroroso que muestra descaradamente lo anormales que somos.
ResponderEliminarNi puto caso hay que hacerle!
Muestra clarísimo que esparcen mierduqui por doquier.
Ponga lo que ponga,hay que sintonizar de todo,cuando hay tiempo,lo único que consiguen de mi es que me suba la adrenalina hasta la taquicardia.
Sobre todo esos propaganderos PROGRAMAS de información,opinión y análisis?
De qué?
FISCALIZAR,FISCALIZAR Y FISCALIZAR ESO DEBE DE SER EL PERIODISMO,nos guste o no.
No unos cuantos mamones y mamonas diciendo estupideces....
Como si fueramos idiotas.
A mi me dan un asco,ni me acuerdo si hay alguién que se salve del y tu y mas...bulo,bulo,bulo y too es bulo,y tu mas y mas....
Hacen Show y lo saben y si no lo saben pues peor.
Que les den!
Que vergüenza!
Por un plato de lentejas...
La televisión da mucha compañía cuando vives solo. El problema es la calidad de los programas que hecha o emiten, los horarios ( para insonmes) y tampoco hay muchos programas culturales ( DMAX, los documentales de TV2, en portada, equipo de investigación)
ResponderEliminarPero siempre se puede elegir; a veces hecha películas entretenidas, de aventuras, como las de Conan o de animación ( como alguna de Ghibli, Toei Animation u otras) y películas o cine de Sci-Fi.
You tube también pone aveces algún video entretenido, para ver en la tele, reportaje ( Nicolás Moras, Daniel Estulin, Santiago Armesilla, Guyo, Roca Area,...). O pones un video musical. También puedes apagar la televisión y salir un rato a la calle, o poner la videoconsola y jugar. La elección es tuya.
La televisión, entre otros, es un sumidero de tiempo.
EliminarEstá bien para "matar" el tiempo. El que le sobra sabrá... y además está sentado... dificultando su circulación... tiene una vitrina con productos químicos... Cada uno hace su camino
.
ResponderEliminarPasmao
El peligro de la televisión está mas en los que necesitan creer sus contenidos, que en los contenidos en si mismo.
No niego que los contenidos sean deleznables, pura propaganda. Pero el ansia de algunos por creer lo que desde allí les digan, sin importar que sea contradictorio con lo que dos minutos antes les han contado, es desazonador.
Y el terror que expresan los creyentes, muchas veces devenido en rabia, sino odio, cuando ven que que un tercero no participa de la creencia, es incluso peligroso.
No muy lejos del que cualquier fanático religioso tiene contra los que considera herejes.
Un saludo