lunes, 20 de octubre de 2025

LA REVELADORA COMPARACIÓN ENTRE EL PAÍS MÁS "VACUNADO" DE LA U.E. Y EL MENOS INOCULADO



Malta vs Bulgaria. ¿Cuál tuvo la cifra de mortalidad más baja, el país con mayor porcentaje de población "inmunizado" con la inyección Covid o el que se resistió a las inyecciones? Aunque los medios de cuidan mucho de reconocerlo, las cifras oficiales son concluyentes: a menor tasa de "vacunación" menor tasa de mortalidad.


Se estima que el 88,43% de la población de Malta está completamente vacunada, pero esta pequeña isla del Mediterráneo (entre Italia y el norte de África) encabeza la clasificación de exceso de mortalidad de Eurostat repetidamente, mes tras mes, desde el lanzamiento de las vacunas contra el COVID-19. Es evidente que las inyecciones distaron mucho de ser seguras y eficaces, y están causando graves daños de los que no se informa al público. Es un patrón que se repite en toda Europa.


Los países que cumplieron con las medidas contra la COVID-19 están experimentando una mortalidad más alta de la habitual, incluyendo Irlanda, que ha registrado tres años consecutivos de exceso de muertes mes tras mes. Los países que se resistieron a las inyecciones (principalmente en Europa del Este) están demostrando que tenían razón en ser escépticos. Malta está pagando un alto precio por confiar en la propaganda del Big Pharma presentada como "ciencia".

Los datos de exceso de mortalidad de Eurostat muestran que agosto y septiembre de 2024 fueron meses particularmente malos para la isla, con un 38% y un 41,7% más de muertes que el promedio mensual de referencia para el período 2016-2019. Entre los tres países con mayor exceso de muertes según Eurostat, Malta se ubicó en junio de 2025 (última cifra publicada) en el dudoso primer puesto, con una mortalidad superior al 29,9 %. De nuevo, una cifra alarmante. Sin embargo, los principales medios de comunicación silencian el dato de un modo culposo.


Irlanda también está pagando el precio de obedecer a la maquinaria. El exceso de mortalidad no ha disminuido desde la implementación, salvo en algún mes aislado. Es algo sin precedentes, pero los grandes medios de comunicación distraen con otras noticias. Lo saben. Día tras día, leemos noticias sobre otro joven que ha fallecido repentinamente. Sin que se indique la causa de la muerte. La nueva normalidad.


Las islas no están bien. Islandia también está en problemas. Su pequeña población de 404.600 habitantes (2014) está gravemente afectada, con un exceso de muertes casi constante cada mes del que no se informa.


El Washington Post ofreció una excusa poco convincente el 15 de agosto de 2021 tras las primeras señales de que Islandia estaba en apuros:

Quienes se oponen a las vacunas han señalado con regocijo a Islandia como prueba de que las vacunas son un "fracaso". Pero, contrariamente a la desinformación en línea y a las publicaciones conspirativas en redes sociales, los expertos en enfermedades infecciosas afirman que el brote en Islandia ilustra la eficacia de las vacunas para prevenir los efectos más graves del virus.


Otra mentira de los grandes medios que ha resistido la prueba del tiempo. El exceso de muertes desde la distribución de las vacunas en este país insular nórdico demuestra que las vacunas eran tóxicas. No hay vuelta de hoja.

En el otro extremo del espectro, se encuentra Bulgaria, que tuvo la tasa de vacunación más baja de la UE y, a la vez, las cifras de mortalidad más bajas. The Irish Times informó el 1 de diciembre de 2021:

Bulgaria tiene la tasa de vacunación más baja de la Unión Europea: solo el 27 % de su población total ha recibido la pauta completa de vacunación, según las cifras recopiladas por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades.


Al parecer, el problema fue la desinformación. No la cautela de los búlgaros ante los efectos secundarios de las vacunas no probadas y sin responsabilidad civil para la gripe, que habían sido rebautizadas. Las reacciones negativas a la vacuna de AstraZeneca, en particular entre las trabajadoras sanitarias, generaron sospechas en torno a los preparados de rápida comercialización.

Mientras tanto, la política nacional se encontraba sumida en el caos. El primer ministro, Boyko Borisov, se vio obligado a dimitir tras semanas de protestas callejeras por presunta corrupción y abuso de poder. El estancamiento político impidió que los partidos formaran una nueva coalición: el país celebró tres elecciones en ocho meses.

En medio de los tumultos, la valoración pública de las autoridades llegó a su punto más bajo. No hubo suficiente estabilidad para implementar medidas sanitarias estrictas, y la comunicación pública sobre las vacunas fue deficiente.


En otras palabras, los búlgaros desconfiaban de que sus políticos les proporcionaran vacunas seguras y eficaces. Eran conscientes de la corrupción y decidieron, acertadamente, no a arriesgar sus vidas como mártires de la causa.

Un caso similar ocurrió en los Estados Bálticos. Los letones mostraron una sana desconfianza hacia la autoridad. La experiencia les había enseñado a ser cautelosos con los políticos y sus cantos de sirena.


EuroNews informó el 30 de agosto de 2021:

Ni siquiera la mitad de los 1,9 millones de habitantes de Letonia ha recibido la pauta completa de vacunación contra el coronavirus. La cifra se sitúa en torno al 45,5%, según los últimos datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades.

El país comenzó con lentitud en la primavera, cuando se retrasaron las entregas de vacunas. Muchos ciudadanos optaron por no recibir la de AstraZeneca (la única disponible al principio), ya que otros países europeos decidieron administrar esa vacuna solo a las personas mayores.

Pero ahora se enfrenta a un problema de otro orden: el país cuenta con grandes reservas de vacunas, pero cada vez menos personas están dispuestas a recibirlas.

En particular, en la zona oriental del país, donde muchos solo han seguido los medios estatales rusos, las tasas de vacunación son a veces inferiores al 25%.



En la vecina Lituania, el gobierno se empecinó tanto en imponer las vacunas a su población de edad avanzada que incluso intentó sobornarla con un incentivo de 100 euros, pero tampoco allí la presión funcionó. Los mayores ya habían tenido suficientes problemas. Intuían que algo iba muy mal.

Reuters informó el 6 de octubre de 2021:

Aunque el 73 % de los adultos lituanos están vacunados, en línea con la media de la Unión Europea, aproximadamente un tercio de los mayores de 75 años siguen sin vacunarse según datos gubernamentales, en una de las estadísticas más bajas de la UE.


Esa terquedad general ha dado sus frutos en Lituania, como lo demuestran sus cifras de mortalidad por debajo de la media, el efecto contrario al de aquellos países que confiaron en la propaganda mafiosa del Dr. Anthony Fauci.


Finalmente, analicemos los datos de mortalidad de Rumanía para comprender la diferencia entre los países europeos que cumplieron voluntariamente las medidas contra el COVID-19 y los que se abstuvieron.

“Esto no es una pandemia real, sino histeria, impulsada por la política y el afán de lucro”.

Las palabras de Marius Mioc, autor de "Covid, la mentira del siglo", que apareció en un reportaje de Al Jazeera del 6 de enero de 2022, decían:

Aproximadamente el 60 % de las personas mayores de 65 años o que viven con enfermedades crónicas siguen sin vacunarse.

Menos del 41 % de la población adulta en su conjunto ha recibido dos dosis.



Ese escepticismo se ha traducido en cifras de mortalidad inferiores a la media en Rumanía. Las palabras de Marius Mioc siguen vigentes hoy en día. Su libro resistirá la prueba del tiempo, a diferencia de los informes de los grandes medios de comunicación que promocionaron las vacunas para obtener ganancias.

Del análisis de los datos de mortalidad de Eurostat para Europa se desprende claramente que los países que resistieron la intensa campaña de propaganda para obligar a la población a participar en un ensayo médico arriesgado son los que han salido mejor parados. Menos personas mueren en los países que mostraron un sano escepticismo hacia la propaganda disfrazada de ciencia. Un número mayor de personas muere en los países que confiaron en sus políticos, periodistas y médicos, quienes se enriquecieron con el engaño.


Los medios de comunicación convencionales no reconocerán esta realidad porque expone su participación en el genocidio. No se investigarán a sí mismos. En cambio, podemos esperar continuas cortinas de humo al servicio del encubrimiento de sus crímenes. Esta es la historia que no quieren que leas. Los deja en evidencia. Es una lección de por qué nunca debemos confiar ciegamente en la autoridad ni en las figuras prominentes de los medios utilizadas para vendernos productos farmacéuticos peligrosos.

Es hora de hacer balance y evaluar esta información sin la guía de esos periodistas vendidos que han engañado a su audiencia de la manera más traicionera. Sería absurdo pensar que a estas alturas van a tomar partido por la verdad, y no por el afán de lucro. Debemos ser nuestros propios medios de comunicación. No tenemos otra opción. Eso significa que debemos tomar las medidas adecuadas por nosotros mismos.


Estamos en la lucha por nuestras vidas. Y de nosotros depende defendernos.

(Fuente: https://aislingoloughlin.substack.com/; traducción: Astillas de Realidad)

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