Contrainformación que no encontrarás en los medios oficiales y pistas que ayuden al despertar ciudadano y espiritual
martes, 18 de junio de 2024
ATRAPADOS EN UN MAREMÁGNUM DE ESTÚPIDAS LEYES
Según Diego Sánchez de la Cruz (investigador asociado del Instituto de Estudios Económicos y profesor asociado en la UCJC), en España hay en vigor unas 100.000 leyes y normas de todo tipo. Eso supone alrededor de un millón de páginas que todo ciudadano debería leer y conocer, ya que, según la propia ley, el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento y, por lo tanto, de la sanción o pena que ello conlleve. Esto, se mire por donde se mire, es un disparate que, para más inri, lejos de disminuir sigue creciendo a un ritmo vertiginoso.
Pero lo peor de todo no es que el conocimiento de tantas leyes sea inabarcable para cualquier ciudadano, sino el coste que esto representa. En un informe, que publicó la CEOE en 2011, se cifraba en 45.000 millones de euros el coste de esta monumental maraña legislativa.
Evidentemente, todas estas normas afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos. Impuestos, energía, transporte, alimentos, medicinas, vivienda, trabajo y un larguísimo etcétera están regulados por alguna o varias leyes.
Este exceso de leyes no es sólo un problema de España, sino también del resto del mundo. Además, si a España le sumamos la burocracia europea, que aprueba unas 3.100 normas jurídicas al año, lo que tenemos es un galimatías inmenso de leyes y más leyes que vuelve loco a cualquiera.
Estamos atrapados en una espiral de demasiadas leyes, demasiado gobierno, demasiadas instituciones y demasiadas fuerzas armadas, lo que implica muy poca libertad.
Lo que tenemos ante nosotros es una cleptocracia que nos va ahogando más y más cada día. Indudablemente, toda la culpa es nuestra por ceder nuestra libertad a cambio de una supuesta seguridad que, paradójicamente, nunca llega. De hecho, hemos confiado ciegamente en el gobierno para que nos librara de cosas como el terrorismo, la “pandemia” o la inmigración ilegal masiva. Sin embargo, ni estamos más seguros y saludables que antes y tampoco han dejado de llegar pateras a nuestras costas. Eso sí, como hemos podido comprobar, se han promulgado nuevas leyes restringido aún más nuestra ya maltrecha libertad.
Hoy en día son tantas las leyes en vigor que es imposible que haya alguien que no incumpla ninguna. Según las estadísticas, el ciudadano medio comete, sin saberlo, al menos 10 delitos leves y 2 delitos graves al día debido a la sobreabundancia de leyes. Por lo tanto, en una sociedad así está claro que todos somos “delincuentes” en potencia.
Este problema de exceso de regulación se ha vuelto insostenible, dado que, como dijo alguien muy ingenioso, hemos llegado a un punto donde todo está prohibido, es ilegal o engorda. De por sí, hay tantas leyes que ni siquiera los encargados de hacerlas cumplir las conocen todas.
El acoso, intimidación y amedrentamiento que las leyes ejercen sobre nosotros hace que estemos excesivamente regulados, hasta tal punto que se nos considera incapaces de manejarnos sin ellas.
Sin embargo, nada de eso es cierto. Ni necesitamos leyes ni es relevante tener un gobierno para vivir en paz y armonía. Hay alternativas, y una de ellas es el autogobierno.
Una sociedad con autogobierno, es aquella en la que los ciudadanos participan directamente en la toma de decisiones sin la intermediación de un gobierno centralizado o una autoridad externa. Este modelo de organización social se basa en principios de democracia directa, participación equitativa y autonomía.
En una sociedad autogestionada, los ciudadanos tienen el poder de decidir directamente sobre los asuntos que les afectan, en lugar de delegar estas decisiones a representantes electos. La toma de decisiones está distribuida entre comunidades locales y no concentradas en un solo ente central. Y, por supuesto, todos los miembros de la sociedad tienen igual oportunidad de participar en la toma de decisiones.
Pero lo más importante de una comunidad autogobernada, es que organiza y gestiona sus propios recursos, su sistema de producción y su propia red de servicios. Esto incluye desde la producción de alimentos hasta la educación y la sanidad.
Evidentemente, una sociedad así requiere de un sistema educativo de calidad, donde se fomente el respeto, la participación activa, la colaboración y el pensamiento crítico, preparando a los ciudadanos para ser miembros activos y comprometidos con la comunidad.
¿Difícil? Pues claro. Sin embargo, hay ejemplos históricos y contemporáneos como la Comuna de París de 1871, donde los parisinos intentaron gestionar la ciudad de manera autónoma, aunque sólo duró dos meses. O el Movimiento Zapatista en Chiapas, México, donde los Zapatistas han establecido formas de autogobierno en varias comunidades basadas en principios de autonomía y democracia directa. O el de Rojava, en el Norte de Siria, donde se ha implementado un sistema de autogobierno basado en la democracia directa.
Dicho esto, queda claro que una sociedad autogestionada ofrece un modelo alternativo a las formas tradicionales de gobierno. Pero, ¿alguien a estas alturas piensa que los dueños del mundo van a consentir una cosa así? Puede que en casos aislados (como los que acabo de citar) de comunidades muy pequeñas y sin interés económico para ellos. Pero aplicarlo a países o continentes enteros no lo creo. Y no lo creo, porque, entre otras cosas, la gente no quiere, ya que está tan acostumbrada a estar sometida a las estúpidas leyes del poder que no concibe una vida en libertad.
Todas esas maldades que se le achacan sistemáticamente al ser humano no han sido más que la excusa perfecta para la implementación de leyes y más leyes, por parte del poder, para acabar con la libertad del hombre. Sin embargo, las personas no son malas por naturaleza. Tiene sus cosas, claro que sí, pero, en general, son inteligentes, emprendedoras, sociables y generosas. El problema está en el sistema que unos cuantos maniacos llevan imponiéndonos desde tiempos inmemoriales. Sistema, por otra parte, que no es más que el producto de la codicia de unos pocos. Por eso es importantísimo hacer ver a la gente que mientras legitime este sistema con su voto más y más leyes se irán promulgando para seguir esclavizándonos.
Para terminar, una dosis de realidad. En las recientes elecciones al Parlamento Europeo en España hubo una abstención del 50,8%. Eso quiere decir que los ciudadanos de este país dijeron mayoritariamente NO a la UE. ¿Crees que los políticos lo van a tener en cuenta? Pues claro que no.
¡Señores! ¿Cuándo vamos a espabilar?
(Visto en http://pepeluengo.blogspot.com/)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario