El profesor Mustafa Ali Mohd es un científico malasio que ha estado investigando el mundo de la toxicología , es decir, el estudio de los factores que pueden afectar la salud de forma discreta, como las sustancias químicas presentes en el agua o en la botella de plástico de la que bebemos. Este hombre no es un mero fundionario de laboratorio; es una persona comprometida con la salud pública, y su trabajo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo demuestra.
“Sé cómo funciona la OMS”, dijo, pero no esperen que revele todos los secretos. ¿Por qué? Porque “había 10 formularios que firmar, los teléfonos debían mantenerse afuera, todo era muy estricto”. Suena a película de espías, ¿verdad?
Ha visto el funcionamiento interno de la OMS, y digamos que es un sistema muy cerrado. Pero cuando intentó hablar, las cosas se pusieron feas rápidamente.
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“Dos o tres meses antes de que saliera la vacuna, ya les dije a los medios que no se la pusieran. Todavía no estamos seguros”, reveló, solo para que “ me cerraran la boca y me amenazaran de todas las maneras posibles”.
¿Se imaginan a un científico de alto nivel siendo amordazado de esa manera? La cosa no quedó ahí. También sugirió “tomar ivermectina” como alternativa, pero eso lo metió en un lío aún más grave.
“También me reprimieron, me dieron otra advertencia hasta que casi me arrestan”, dijo.
¿Quién tiene el poder de silenciar a un tipo así?
Uno se pregunta qué les da tanto miedo que diga.
A pesar de las amenazas, Mustafa sigue luchando por revelar la verdad sobre los riesgos para la salud y los sistemas que controlan lo que se nos dice.
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Y a nivel externo no?
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