domingo, 17 de noviembre de 2024

¿EXACTAMENTE PARA QUÉ PAGAMOS IMPUESTOS?



Dos noticias recientes, seleccionadas de entre las muchas que podrían presentarse en su lugar, ilustran dramáticamente como la situación de España es la de un Estado quebrado, en el que el contrato social ha sido roto "de facto" por un gobierno que exprime a la ciudadanía -42 subidas de impuestos aprobadas por Pedro Sánchez desde que gobierna- con una fiscalidad de las más estrictas del mundo para financiar chiringuitos, oenegés parásitas, negocietes opacos y toda clase de lujos para el disfrute de quienes, bajo el disfraz de representantes del pueblo, solo sirven a sus propios intereses. Como resumió a la perfección en su día Rafael Quesada y repetía resignado uno de los voluntarios que está aliviando la situación en la zona cero de la gota fría, “estamos pagando impuestos europeos y tenemos servicios africanos”.


Primera noticia:


El alcalde de la ciudad alicantina de Elche, Pablo Ruz, ha decidido actuar por su cuenta y ordenar la limpieza de los cauces y barrancos de la ciudad, una responsabilidad que compete al Ministerio para la Transición Ecológica y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). La decisión de Ruz llega después de reiteradas peticiones desatendidas a las autoridades nacionales, según declara el alcalde.


¿Qué se habrá creído el alcalde ilicitano? ¿Qué sus gobernados tienen
algún derecho a proteger sus personas y bienes de las riadas? La
confederación ha dicho que ajo y agua para todo quisque, ... sobre
todo agua, mucha agua, a lo bestia, en tromba y arrastrando toda
 la porquería posible que pueda agravar la situación. ¡Así aprende-
rán lo que es ser súbdito de este sistema inhumano y criminal!

«El Ayuntamiento está haciendo algo que no tiene que hacer, pero ante el silencio, la indolencia y la falta de acción, después de décadas, hemos tenido que intervenir», asegura Ruz en un vídeo compartido en redes sociales, donde aparece junto a un vecino afectado por la falta de mantenimiento de los barrancos.



Segunda noticia:

Detenida una mujer por acceder a su propiedad. Ha ocurrido en Benetússer, uno de los pueblos más afectados tras el paso de la gota fría. La Guardia Civil detenía a Eva, la legítima dueña de una casa que había sido okupada dos años atrás. Con la riada, los okupas abandonaron la vivienda para ponerse a salvo. Eva aprovechó para entrar en la casa para limpiar. Los okupas volvieron y la denunciaron ante la Guardia Civil, que la hizo pasar por el calabozo por el intolerable delito de entrar en una casa que es suya. ¿Qué clase de país es el que privilegia los derechos de quienes parasitan a un legítimo propietario en vez de proteger el fruto del trabajo de años?



Este país está en manos de criminales y mafiosos que se identifican antes con quienes se adueñan de bienes ajenos que con el pueblo ahorrador. Saben que si pueden asegurarse los votos de facinerosos sin escrúpulos podrán seguir medrando a costa de los que aún crean riqueza, y van a por ellos. Que haya quien apoye con su voto la destrucción del bienestar común es algo que me supera. Mi pregunta a los votantes del PP-PSOE (y no hay diferencia ni en este particular ni en tantos otros): ¿es esto lo que queréis respaldar?


¡Qué suerte tener todo solucionado en nuestro país para poder
alardear de generosos! No hacen falta ayudas ni en Valencia
ni en Málaga, como todo el mundo sabe. Donemos a otros.
Los españoles no importan.

¡Qué fácil es pasar por generoso con el dinero de otros!


Y que no falte un buen pellizco de los impuestos que pagan los pringados de los traba-
jadores para engrasar la maquinaria política: el Fondo de Contingencia, del que dispo-
ne anualmente el Gobierno para hacer frente a situaciones catastróficas y desastres,
ha sido utilizado este año por el Ejecutivo de Pedro Sánchez para subvencionar con 92
millones de euros a los partidos políticos. También ha retirado de ese fondo 800 millo-
 nes para costear «misiones de paz» del Ejército español en el extranjero, y ha tirado de
esa partida de emergencia incluso para el pago ordinario de pensiones. Si hay catás-
trofes humanitarias, mala suerte para los afectados. 

El estado, lisa y llanamente, es un parásito que explota a la sociedad civil con la
exacción abusiva de impuestos que solo sirven para gestionar su propia estruc-
 tura de poder. Lo sucedido en Valencia es la demostración palmaria.

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