domingo, 23 de febrero de 2025

LA CATASTRÓFICA RESPUESTA AL COVID (2ª PARTE)



En la primera parte de este artículo glosé los acontecimientos que condujeron a la respuesta mundial a la pandemia de Covid, incluido el auge de la guerra contra el bioterrorismo y la expansión de las asociaciones público-privadas a nivel mundial.

A través de mi análisis de estas tendencias, demostré que el Covid no sólo era predecible, sino probablemente inevitable, y que si no hubiera sido desencadenado por el virus SARS-CoV-2 en China, habría comenzado en otro lugar. En cualquier caso, la respuesta global habría sido la misma.

A continuación se ofrece una descripción detallada y un análisis de esa respuesta.

La respuesta mundial a la pandemia de Covid y sus consecuencias


Cuando la OMS declaró una pandemia global de Covid-19 el 11 de marzo de 2020, la asociación público-privada global de biodefensa (GPPP) y sus colaboradores –lo más importante, el complejo industrial de censura y propaganda, al que me refiero como el complejo de operaciones psicológicas– ya llevaba varios meses preparando el despliegue de la respuesta.

Para mostrar cómo se coordinó centralmente la respuesta a la pandemia, brindaré una descripción general de cómo tuvo lugar en diferentes países y cuán casi idéntica fue la respuesta de cada país (consulte el cronograma a continuación). Luego profundizaré en los objetivos y estrategias reales de los planificadores de la pandemia y mostraré cómo se implementaron a escala global.

Implementación de la respuesta en distintos países

Así es como la estrategia de respuesta a la pandemia global de biodefensa se materializó sobre el terreno en la mayoría de los países:

Enero-febrero de 2020: las agencias de salud pública parecen estar a cargo de la respuesta al brote. Éste parece limitarse principalmente a China, por lo que no hay un pánico generalizado. El plan de salud pública es el mismo de siempre: monitorear los grupos locales de enfermedades graves que requieren tratamiento y estar preparado para ampliar la capacidad hospitalaria si es necesario. Las pautas son lavarse mucho las manos y quedarse en casa si está enfermo.

Finales de febrero - Mediados de marzo de 2020: Los medios de comunicación pasan de criticar los bloqueos draconianos y antidemocráticos de China a elogiarlos. Aumento masivo de la propaganda de pánico y del llamado al público a desempeñar un papel activo para “aplanar la curva” mediante el uso de máscaras y el “distanciamiento social”.

Mediados de marzo - mediados de mayo de 2020: Se declaran estados de emergencia previstos para tiempos de guerra/terrorismo en todas partes, incluso donde no hay casos de Covid. Sin informar al público, la respuesta a la pandemia se traslada oficialmente de las agencias de salud pública a organismos dirigidos por militares/inteligencia (el Grupo de Trabajo de EE.UU. y el Centro de Bioseguridad del Reino Unido, entre otros) que operan en gran medida en secreto. (Antes de mediados de marzo, estos organismos ya estaban a cargo entre bastidores). Las agencias de salud pública pasan del plan de salud pública tradicional a la propaganda ininterrumpida de bloqueo hasta que aparezca la "vacuna".

Fines de 2020 - Fines de 2022: Las poblaciones se cansan de las medidas de confinamiento, pero nuevas oleadas de propaganda de pánico centradas en “mutaciones” y “variantes” conducen a confinamientos repetidos y a un deseo desesperado de vacunas, seguido de una aceptación de los mandatos como una secta, la negativa a examinar cualquier evidencia que contradiga las afirmaciones de “seguridad y eficacia” y un ostracismo brutal de los escépticos. El público acepta la necesidad de refuerzos repetidos e interminables de vacunas, contrariamente a lo que se dijo inicialmente.

Finales de 2022 - hoy: Las comisiones gubernamentales dedican muchos meses y muchos millones de dólares a examinar las respuestas de sus países a la pandemia. Todas las comisiones en casi todos los países consideran que las agencias de salud pública fueron lamentablemente inadecuadas, que la respuesta de salud pública en enero-febrero fue catastróficamente equivocada y que el plan de confinamiento hasta la vacunación debería haberse implementado tan pronto como se descubrieron los primeros casos en China. Ahora se recomiendan las vacunas contra el Covid junto con las vacunas contra la gripe estacional. La plataforma de ARNm se considera un éxito rotundo y se ha probado contra docenas de enfermedades y patógenos. Todos los gobiernos del mundo ignoran, ofuscan y censuran los informes sobre lesiones y muertes.

La uniformidad de este cronograma en docenas de países sugiere fuertemente una coordinación central por parte de la asociación público-privada global de biodefensa. La forma en que el cronograma se ajusta a los objetivos y estrategias del GPPP fortalece aún más la hipótesis de la respuesta centralizada.

Objetivos de la pandemia: sostener y hacer crecer la GPPP de biodefensa

El objetivo general de la respuesta a la pandemia, como se analiza en la parte 1 de esta entrada, fue sostener y ampliar el mandato del GPPP de biodefensa, incluidos todos sus componentes públicos y privados a nivel mundial. Dos subobjetivos específicos eran: 1) llevar la tan fantaseada vacuna universal –específicamente la plataforma de ARNm– al mercado global; y 2) implementar sistemas de vigilancia global, incluidas identificaciones digitales (definidas en el contexto de biodefensa como “pasaportes de vacunas”) basadas en capacidades de inteligencia artificial recientemente desarrolladas.


Estrategia pandémica: confinamiento hasta la "vacuna"

La estrategia de respuesta a la pandemia reflejó la naturaleza de doble uso del esfuerzo de biodefensa y preparación para una pandemia: fue una respuesta de biodefensa, que trató al mundo entero como una zona de guerra biológica, pero se presentó al público como una respuesta de salud pública con base epidemiológica y científica.

Si la respuesta al Covid se hubiera basado realmente en la salud pública, el GPPP de biodefensa habría quedado prácticamente excluido. Las personas habrían podido juzgar por sí mismas la amenaza relativa del virus, la mayoría se enfermaría y se recuperaría, los médicos probarían varios tratamientos disponibles con diferentes grados de efectividad hasta que las vacunas estuvieran disponibles, y cuando las vacunas aparecieran, nadie estaría interesado. Esto ya había sucedido antes, con el brote de H1N1 en 2009, cuando se ordenaron, pagaron, fabricaron y descartaron millones de vacunas. Fue un caso de estudio de lo contrario de lo que el complejo de biodefensa quería lograr.

Para evitar una catástrofe de este tipo esta vez, el GPPP de biodefensa adoptó la respuesta de cuarentena hasta la contramedida del manual de biodefensa. Aunque estaba destinado a un área geográfica relativamente pequeña y al corto período de tiempo necesario para responder a un ataque bioterrorista, este enfoque a escala global era el que tenía más probabilidades de lograr los objetivos del GPPP. Significó mantener a miles de millones de personas en un estado de pánico y relativo aislamiento durante muchos meses, en espera de la única solución permisible: las vacunas.

(Nota: estoy usando la palabra “vacunas” porque así es como se llaman comúnmente estos productos. Sin embargo, las vacunas de ARNm contra Covid son una categoría de tratamiento completamente diferente a cualquier vacuna tradicional utilizada en la historia de la medicina [ref])

Al comienzo de la pandemia hubo tres obstáculos principales para convencer a todos de que el confinamiento hasta la vacuna era el curso de acción correcto:

1.- El plan podría causar daños colaterales masivos en términos de devastación económica, educativa, psicológica y social, lo que podría hacer que los líderes políticos y de salud pública se resistieran.

2.- El virus en sí era potencialmente peligroso principalmente para los ancianos y los enfermos y podría haberse manejado utilizando medidas tradicionales de salud pública.

3.- Los epidemiólogos profesionales, virólogos y planificadores de pandemias ajenos a la biodefensa reconocerían estos hechos obvios y dirían al público que, de hecho, éste no era un plan de salud pública aceptado (o de ninguna manera válido).

Un cuarto obstáculo surgió después de la implementación de la contramedida milagrosa que no estuvo a la altura de su tan cacareada promesa:

4.- La plataforma de ARNm no funcionó. Los productos de ARNm no previnieron la infección ni la transmisión. No tuvieron ningún otro beneficio reconocible. Causaron muchos heridos y muertos.

Estos obstáculos habrían sido insuperables si no fuera por la enorme red mundial del GPPP de biodefensa y su dependencia del poder global del complejo de operaciones psicológicas. Con sus representantes en las divisiones antiterroristas militares y de inteligencia de cada gobierno, y sus profundos vínculos con la red mundial de salud pública, el complejo de biodefensa difundió el plan de bloqueo hasta la vacuna a los niveles más altos de los gobiernos del mundo. El complejo de operaciones psicológicas, a través de sus redes militares, de inteligencia, académicas y sin fines de lucro, tanto en medios de difusión como en línea, controló la narrativa.

Así es como convencieron a todos de que el confinamiento hasta la vacuna era el único camino a seguir. Parte de esto ocurrió detrás de escena, por lo que esta parte de la historia representa mi mejor suposición sobre lo que sucedió exactamente:

1.- En primer lugar, había que convencer a los líderes mundiales de que era necesario destruir sus economías y restringir gravemente las libertades de toda su población. Creo que los líderes de biodefensa y sus socios en las organizaciones mundiales de salud pública, principalmente la ONU/OMS, dijeron a los líderes políticos mundiales que el virus era un arma biológica potencial diseñada que se filtró de un laboratorio. Dijeron que representaba tal amenaza existencial para la humanidad (como si se esparciera ántrax por todo el mundo) que era necesaria una respuesta de biodefensa sin precedentes. Crearon modelos aterradores basados en estimaciones de amenazas extremadamente exageradas que mostraban millones de muertes si no se implementaban medidas de respuesta draconianas. El lado positivo: mientras se eliminaran las barreras regulatorias y la financiación fluyera libremente, se podría producir una contramedida que salvaría al mundo no sólo de esto, sino potencialmente de todos los patógenos mortales.

2.- En todos los países, los líderes políticos y de salud pública dijeron a los funcionarios de salud pública de nivel inferior y al público (con el inmenso poder del complejo de operaciones psicológicas detrás de ellos) que esto definitivamente no era un arma biológica, sino que era un virus natural como nunca antes se había visto. Y debido a que representaba una amenaza existencial, fueron necesarios esfuerzos propios de tiempos de guerra para combatirla. Pero esos esfuerzos, por supuesto, fueron parte de un plan de preparación para una pandemia de salud pública ampliamente aceptado.

3.- A través de su control de la financiación de la investigación, las revistas médicas, las asociaciones médicas y sus decenas de miles de profesionales médicos afiliados, el GPPP de biodefensa inundó el mundo con artículos, entrevistas y directrices que respaldaban la historia de que el confinamiento hasta la vacuna no era sólo un plan de salud pública válido, sino el único “humanitario”. Se decía que cualquiera que no estuviera de acuerdo estaba poniendo en riesgo millones de vidas y, por tanto, merecía el ostracismo profesional: pérdida de financiación, prestigio y empleo. Los profesionales que hablaron fueron brutalmente atacados, silenciados y castigados. Este control narrativo e intimidación de los profesionales médicos disidentes continúa hasta el día de hoy.

4.- Las vacunas de ARNm se consideraron a priori “seguras y eficaces” y se lanzó una campaña de propaganda, quizás la más grande en la historia del mundo, para garantizar que grandes sectores de la población mundial creyeran en este mensaje. Esta campaña también sigue en curso.

Finalmente, había un requisito general para lograr que las poblaciones de casi todos los países del mundo cumplieran con el brutal plan de bloqueo hasta la vacunación: un pánico implacable y absoluto.

Debbie Lerman
(Fuente: https://debbielerman.substack.com/; traducción: Astillas de Realidad)

LA GUERRA CLIMÁTICA, UN EVENTO QUE NADIE PERCIBE


Sólo porque no puedas comprender lo que está sucediendo no significa que no esté sucediendo. Y, además, ante tus propios ojos.

ALEMANIA CANCELA TODA LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Redadas al amanecer para confiscar dispositivos tras acusaciones de "Desinformación" en Internet. En este video se denuncia cómo Alemania y otros países europeos están implementando leyes y sistemas de vigilancia que restringen la libertad de expresión en la Red. Desde la Ley NetzDG hasta operativos policiales, asistimos a cómo la lucha contra la desinformación y el odio en línea puede desembocar en un preocupante escenario de censura de toda crítica a las políticas dominantes.

sábado, 22 de febrero de 2025

SECRETOS DE LA ESPAÑA PROHIBIDA: 1939-1975



Toda nación necesita una identidad común basada en un relato compartido de su historia y en una celebración de sus éxitos. Sin ellos, la nación se debilita y a la larga se deshace, algo que no se comprende bien en España, aunque sus enemigos lo comprendan perfectamente. Esto no implica negar nuestros fracasos, sino evitar detenerse en ellos de modo enfermizo. Olvidar el pasado es fatal, pero quedarnos embobados mirando atrás implica convertirnos en estatua de sal, como la mujer de Lot.

Es un deber someter a un examen crítico las creencias dominantes de nuestro tiempo cuando creamos que son erróneas. En este sentido, y sin perjuicio de la legítima crítica al personaje histórico del dictador o al régimen que encabezó, creo que demonizar genéricamente un período histórico tan largo como el franquismo debilita nuestra identidad nacional, socava nuestra confianza en nosotros mismos y denigra el esfuerzo de toda una generación de españoles -de la que formaron parte nuestros padres y abuelos- que construyó los pilares sobre los que llevamos apoyándonos medio siglo.

Reconciliándonos con nuestro pasado

Permítanme recalcar una obviedad: nuestra historia no se interrumpió en 1939 para reemerger en 1975. Aunque Sánchez tenga un concepto patrimonialista y feudal del poder, un país no es propiedad de quien lo gobierna. La España de Franco no perteneció a Franco, como la España de Sánchez no le pertenece a él, aunque en su peculiar trastorno crea lo contrario. Por lo tanto, el pueblo español debe reclamar como propia, con toda naturalidad, toda su historia, incluyendo la Guerra Civil (1936-1939) y el franquismo (1939-1975).

Respecto de la primera, sabemos bien el horror que supuso, particularmente respecto a las matanzas de civiles que se produjeron en la retaguardia de ambos bandos. Sabemos también que no todas las víctimas recibieron el mismo trato: aunque a los muertos nadie les devolvió la vida, a las decenas de miles de asesinados por el Terror Rojo (incluyendo las víctimas del genocidio católico) se les hizo justicia, mientras que a las decenas de miles de asesinados y ejecutados por el bando ganador, no, y sus familiares tuvieron que vivir con ese dolor añadido.

Pero lo cierto es que tras la dura represión de posguerra la sociedad española dejó de remover el pasado, no por imposición del régimen, sino por pura supervivencia psicológica: a la generación que vivió la guerra no le gustaba hablar de ella, aunque hubiera pasado mucho tiempo. Así, las heridas cicatrizaron con inusitada rapidez, de modo que el pueblo español era ya un pueblo reconciliado y en paz mucho antes de 1975. En dicha reconciliación, desde luego, tuvieron especial mérito quienes, por haber pertenecido al bando perdedor de aquella lucha fratricida, fueron capaces de perdonar sin que se les hiciera justicia. Por lo tanto, el llamado espíritu de la Transición caracterizado por el centrismo y la moderación se limitó a reflejar la reconciliación previa de una sociedad española que se encontraba muy alejada de extremismos o resentimientos.

Entonces, ¿cómo juzgar la dictadura de Franco cincuenta años después de su muerte? Sánchez -que, por defecto, miente siempre- la he definido como unos «años oscuros». ¿Lo fueron? ¿Fue la población española liberada en 1975 de un triste y largo secuestro, como ocurrió en 1989 con las poblaciones del Telón de Acero tras la caída de las dictaduras comunistas? La respuesta rápida es no. En primer lugar, para que haya secuestro debe haber encierro, y desde el final de la Segunda Guerra Mundial los españoles siempre pudieron salir libremente de su país. Las dictaduras comunistas, por el contrario, levantaron muros con ametralladoras y alambradas de púas para evitar que su población escapara. En segundo lugar, la ilusión serena con la que la mayoría de los españoles vivió la Transición coexistió con dos fenómenos que hoy se mantienen en secreto: la sorprendente popularidad del franquismo y el espectacular crecimiento económico de España desde 1949 hasta la crisis del petróleo de 1974, sin parangón en nuestra historia (ni antes ni después).

La sorprendente popularidad del franquismo

Como escribió mi admirado Julián Marías, «los que manipulan el mundo cuentan, sobre todo, con la falta de memoria de los hombres». Hoy resulta difícil comprender el apoyo popular que en su día tuvo la dictadura franquista, un régimen que carecía de libertad política y mantenía graves restricciones a la libertad de expresión (como ocurre hoy con la sutil tiranía de la corrección política). Sin embargo, tal y como observó el propio Marías (encarcelado unos meses durante el franquismo, filósofo veraz y notario fidedignode la Transición), «las mayorías españolas estaban tan despolitizadas que la ausencia de libertad política les importaba muy poco», mientras que «la libertad social y personal se había multiplicado y, siempre que no se tratara del poder público, el español podía hacer en muy alto grado lo que quisiera». De hecho, probablemente el grado de autonomía o libertad personal en la vida cotidiana en el tardofranquismo fuera superior a la que se tiene ahora, con tantas regulaciones, permisos y prohibiciones.

Por otro lado, en contrapeso a la ausencia de muchas libertades públicas los españoles valoraban la ley y el orden del régimen (la tasa de criminalidad y la población reclusa eran una tercera y una cuarta parte, respectivamente, de lo que son ahora), el escaso nivel de corrupción (que no fue siquiera un tema de debate en las primeras campañas electorales) y el crecimiento económico antes señalado, que analizaremos con detenimiento más adelante.

Pero quizá sea mejor dejar que sean los españoles de la época -los que mejor podían juzgar el régimen- quienes opinen a través de las encuestas del CIS de aquellos años. Unos meses antes de la muerte de Franco, el 80% de la población se definía como «muy feliz» o «bastante feliz» y, cuando murió, un 42% de los españoles defendía que «no procedía» acometer reformas legales para que España tuviera una democracia similar a la de los países de su entorno. El 58% era partidario de hacer la transición, pero en general sin excesiva prisa.

Los resultados de estas encuestas fueron corroborados en las dos primeras elecciones democráticas en las que los españoles libremente eligieron que les siguiera gobernando el último presidente de la dictadura, Adolfo Suárez, si bien es cierto que al frente de un partido centrista y reformista, no continuista. Suárez, antiguo director de RTVE del régimen y secretario general del Movimiento, había sido seleccionado inicialmente por el rey Juan Carlos, entonces enormemente popular a pesar de haber sido elegido sucesor por Franco (o precisamente por ello). Aunque el rey ya había dejado clara su voluntad de llevar al país a la democracia y convertirse en rey de todos (la Corona sigue siendo la única institución de nuestro país no contaminada por la política), los resultados electorales dejaron claro que los españoles buscaban una reforma suave y desaprobaban el rupturismo.

A la luz de estos datos resulta difícil no llegar a la conclusión de que la España de Franco acabó siendo relativamente franquista. En efecto, el dictador gozó de una «visible popularidad», en palabras del general Vernon Walters (asesor e intérprete del presidente norteamericano Eisenhower en su visita a España en 1959), lo que llevó al propio Eisenhower a sugerir en sus memorias que, de haber convocado Franco elecciones, las habría ganado. En este sentido, nunca necesitó salir a la calle protegido por una legión de pretorianos, como ahora hace Sánchez cual impopular déspota, y nunca tuvo que huir de la ira popular, encogido y rodeado de escoltas, como hizo el cobarde aquél en Paiporta.

El hecho es que Franco murió ya anciano ocupando tranquilamente el poder sin contar con excesiva oposición fuera del terrorismo y del comunismo. Una inmensa muchedumbre despidió su féretro, como recuerdo perfectamente, y cuando al día siguiente a su muerte el CIS preguntó a los españoles qué sentimiento le había producido la noticia, el 49% contestó que había sentido «algo parecido a la muerte de un ser querido», mientras el 35% contestaba más sobriamente que le había parecido «normal, dada su edad». Curiosamente, el régimen decidió no publicar la encuesta.

Una popularidad duradera

Diez años después, en 1985, en plena democracia y con mayoría absoluta del antiguo y moderado PSOE -hoy lamentablemente extinto-, el CIS volvió a preguntar a los españoles qué habían sentido al morir Franco: un 28% recordaba haber sentido preocupación o miedo y un 21%, tristeza. Sólo un 10% recordaba haber sentido alegría. Además, un 46% definía ecuánimemente «el régimen de Franco» (el CIS no lo denominaba «dictadura») como una etapa «que había tenido cosas buenas y cosas malas», mientras un 18% lo consideraba claramente «un período positivo» para España. Sólo un minoritario 27% lo calificaba como un período netamente «negativo».


Quizá esto explica la prudencia con la que ese mismo año 1985 se manifestaba el propio Felipe González (que llevaba tres años como presidente del gobierno con una abrumadora mayoría absoluta) cuando le preguntaron qué juicio le merecía Franco diez años después de su muerte: «Sigo teniendo una idea excesivamente simplificada, pues todavía no hay una perspectiva histórica para hacer un juicio con todas sus consecuencias», contestó con ponderación. Y añadió: «Franco como personaje es muy difícil de juzgar, salvo el juicio negativo de que nos tuvo sometidos a una dictadura después de una guerra civil (…). Hay gente que se ha propuesto hacer desaparecer los rastros de 40 años de historia de dictadura: a mí eso me parece inútil y estúpido. Algunos han cometido el error de derribar una estatua de Franco; yo siempre he pensado que si alguien hubiera creído que era un mérito tirar a Franco del caballo tenía que haberlo hecho cuando estaba vivo».

Pero quizá el dato más revelador se obtuvo en 1995 con el PSOE aún el poder, cuando el CIS volvió a preguntar sobre el tema: veinte años después de su muerte, un 30% de los que contestaron la encuesta (sin contar NS/NC) afirmaba que Franco había sido «uno de los mejores gobernantes que había tenido España en el último siglo».

El espectacular éxito económico de España (1949-1974)


Sin duda lo que mejor explica la popularidad del régimen es el espectacular éxito económico que logró España desde 1949 hasta 1974. En efecto, esos 25 años constituyeron la etapa de mayor crecimiento económico de nuestra historia, récord que sigue vigente medio siglo después. El dato es poco conocido por ser políticamente incorrecto, pues pone al descubierto que la consigna con la que se autodefine el régimen constitucional del 78 («la etapa de mayor paz y prosperidad de nuestra historia») es falsa.

Así, de 1949 a 1974 el PIB per cápita en España creció (en términos constantes) a un ritmo del 6% anual, lo que significó salir de la pobreza y crear, por primera vez en nuestra historia, una contenta clase media. En una sola generación la renta de los españoles se multiplicó por cuatro (después de inflación), de modo que los hijos vivían muchísimo mejor de lo que habían vivido sus padres, lo contrario de lo que ocurre ahora. Este extraordinario crecimiento se produjo con una presión fiscal que era la mitad de la que sufrimos hoy y con un Estado que tenía la cuarta parte de funcionarios que tiene hoy. El desempleo era inferior al 4%, frente al 10% de hoy (y el 16% de desempleo medio desde 1978), la vivienda era accesible, y una familia podía sacar adelante a cuatro hijos con un solo sueldo mientras hoy dos sueldos apenas pueden sacar adelante a dos hijos.

Por lo tanto, el éxito económico de España en ese período resulta irrefutable, pero sería un error considerarlo un logro exclusivo de un régimen políticamente excluyente: fue un éxito colectivo de España del que todos deberíamos sentirnos orgullosos, independientemente de quien gobernara en aquel entonces o del sistema político imperante.

En efecto, aunque el crecimiento económico de España desde 1949 a 1974 tuvo que ver con determinadas políticas gubernamentales (especialmente con el Plan de Estabilización de 1959), fue ante todo logrado gracias al tesón y sacrificio de toda una generación de españoles, sin distinción de ideología o región de origen, que exhibieron esa constelación de virtudes que hacen posible el progreso: trabajo duro, honradez, seriedad, austeridad, cumplimiento de la palabra dada, espíritu de servicio y amor al trabajo bien hecho. A esa generación de españoles a la que pertenecieron mis padres, que madrugaban para dejar una España mejor para sus (muchos) hijos, quiero rendir tributo con este artículo.

Las comparaciones son odiosas

A efectos comparativos, resulta interesante dividir los últimos 75 años de historia económica de España en tres períodos consecutivos de 25 años cada uno: de 1949 a 1974 (durante el franquismo), de 1974 a 1999 (la España de la peseta) y de 1999 a 2024 (la España del euro). ¿Cómo se comparan entre ellos?

Utilizando datos del Banco Mundial (ajustados a la población), el crecimiento real del PIB per cápita en el período 1949-1974 fue del 6% anualizado; en el período 1974-1999 se redujo a un 2% anual; y en el período 1999-2024 fue de sólo el 0,9% anual. Es decir, que el PIB per cápita creció durante esa etapa del franquismo el triple que en las primeras décadas de la democracia (con la peseta) y el séxtuple de lo que ha crecido en los últimos 25 años (con el euro). Dicho de otro modo, con la democracia nuestra economía ha crecido menos que con el franquismo y con el euro menos que con la peseta. Por otro lado, en 1974 la deuda pública era de sólo el 6% del PIB; en 1999 ya había subido al 61%; hoy es del 105% del PIB. Por lo tanto, un menor crecimiento ha sido acompañado de un aumento muy considerable de la deuda pública.

1974-2024: cincuenta años económicamente desperdiciados

Sin embargo, el crecimiento económico de un país tiene un poder descriptivo limitado: aunque un país crezca mucho, si los demás países crecen al mismo ritmo, ¿dónde está su mérito? De ahí la importancia de la comparativa internacional reflejada en el concepto de «convergencia», esto es, en la evolución a lo largo del tiempo de la renta per cápita de un país en términos relativos a un grupo comparable de países. En otras palabras, la convergencia compara el ritmo de crecimiento de renta per cápita de un país con los de su entorno.

En el caso de España, la convergencia se ha medido tradicionalmente con Europa. Sin embargo, esta costumbre presenta tres importantes limitaciones: primero, adolece de una visión eurocéntrica del mundo, hoy obsoleta; segundo, la ratio suele estar desvirtuada por la progresiva ampliación de la UE; y tercero, Europa es una comparación fácil, pues ha crecido relativamente poco respecto del resto del mundo como resultado no de una inexorable maldición bíblica, sino de la imposición de ideologías trasnochadas (impuestos elevadísimos, burocracia monstruosa y regulaciones disparatadas).

Por ello, resulta preferible comparar la renta per cápita española con una muestra más amplia del planeta, como es la media de la OCDE. Pues bien, como puede verse en el siguiente gráfico, el PIB per cápita español relativo a la OCDE alcanzó un pico hacia 1974 que en los siguiente 50 años sólo fue igualado por el espejismo creado por la burbuja inmobiliaria del 2007. Hoy sigue siendo inferior al que era al final del franquismo, por lo que, en términos de convergencia, hemos desperdiciado los últimos 50 años:

La comparación con Europa no modifica esta conclusión -que hoy estamos igual o ligeramente por debajo de donde estábamos en 1974-, aunque dependiendo del modo de cálculo la curva puede ser similar o diferir en algunos puntos.

Debo añadir que esta muestra de mediocridad económica, que refuta una vez más el autobombo del régimen constitucional del 78, me sigue asombrando hoy igual que me asombró cuando me lo descubrió hace muchos años el que fuera uno de los mejores economistas españoles del s. XX, el profesor Velarde.

Conclusión


Ha pasado casi un siglo desde el comienzo del franquismo, pero se sigue ocultando la realidad sobre aquel período y demonizándolo como signo de virtud política. Un siglo rasgándose las vestiduras, ¿no es suficiente?

Debemos comprender que esta actitud, a la que ha contribuido toda nuestra clase político-periodística, daña a España. Unos lo han hecho por complejo o por ignorancia; otros, por sectarismo o por interés; y unos pocos, por incurable patología. Falta rigor y sobra frivolidad; faltan datos y sobran opiniones; falta ecuanimidad y sobra fanatismo; falta amor a la verdad y sobra el Himalaya de falsedades que denunció el socialista Besteiro. ¿Hasta cuándo seguiremos así?

Fernando del Pino Calvo-Sotelo
(https://www.fpcs.es/)

EL ORIGEN OCULTO DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA


EL ARNm NO ESTÁ PREPARADO PARA SU USO EN HUMANOS: ES UNA RULETA RUSA QUE LA I.A. AGRAVARÁ


viernes, 21 de febrero de 2025

NO ERA UNA GUERRA, ERA UN PLAN DE GENOCIDIO



El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 181, en virtud de la cual se acordaba dividir el Mandato británico de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. Pese a que los judíos poseían únicamente un 7% de las tierras palestinas en ese momento, la Resolución les otorgó el 55% del territorio, con el apoyo de Estados Unidos y la URSS –quien lo vio como una forma de debilitar a Gran Bretaña– y el rechazo de la comunidad árabe.

Esta decisión adoptada por las Naciones Unidas – en un momento histórico previo a la descolonización de la segunda mitad del siglo XX, en la que los países occidentales se encontraban sobrerrepresentados en la Asamblea General – sería interpretado por los líderes sionistas como una carta blanca para comenzar un brutal proceso de limpieza étnica que devastaría la región.

El Estado de Israel: vinculado con la limpieza étnica desde su nacimiento

El 14 de mayo de 1948, David Ben-Gurión proclamó la independencia del Estado de Israel y los británicos abandonaron la región. Al día siguiente comenzó el proceso conocido como “Nakba” (“catástrofe”, en árabe), durante el cual las fuerzas “de defensa” israelíes borraron del mapa 500 pueblos, asesinaron a unos 13.000 árabes palestinos, expulsaron por la fuerza a unos 711.000 palestinos (muchos de las cuales se convirtieron en refugiados permanentes en Gaza, Cisjordania y Jordania) y negaron su derecho de retorno. 120.000 judíos ocuparon viviendas que habían pertenecido previamente a familias árabes desplazadas durante el primer año de la existencia de Israel. Y de las 156.000 árabes que permanecieron dentro de las fronteras israelíes, unas 75.000 fueron catalogadas de “presentes ausentes”, desposeídas de todos sus bienes y hogares y sometidas a la ley marcial.

Durante las décadas siguientes se produjeron tensiones entre Israel y los países vecinos, que en 1967 desembocaron en la Guerra de los Seis Días. Israel aprovechó la derrota de Egipto, Siria y Jordania para ocupar los territorios palestinos de Cisjordania y Jerusalén Este, desplazar a 350.000 palestinos y empezar a construir asentamientos ilegales sobre sus tierras (lo cual se considera un crimen de guerra, según el Derecho internacional). En la actualidad, el Estado sionista mantiene el control total del 67% de Cisjordania y los asentamientos de colonos año tras año siguen aumentando (actualmente hay más de 700.000 colonos en 279 asentamientos). Además, Israel ha desplegado puestos militares por toda la región, ha instaurado un régimen de apartheid y controla las principales vías de circulación e infraestructuras básicas como pozos de agua o terrenos agrícolas. Más de diez Resoluciones de la ONU condenan esta situación, pero Israel las ignora sistemáticamente sin consecuencia alguna.


Un país colonial que comienza su andadura con estos terribles y violentos acontecimientos difícilmente podrá ser considerada como una fuerza del bien. Y, sin embargo, la historiografía oficial israelí y occidental de los años 50 a 70 consideró que los líderes sionistas buscaban una coexistencia pacífica con la población árabe, que los palestinos abandonaron voluntariamente sus hogares para huir de la guerra que los líderes árabes querían infligir sobre los judíos y que las historias de las masacres de la Haganá sobre civiles fueron altamente exageradas.

Sin embargo, a mediados de los 80 una nueva ola de historiadores, muchos de ellos israelíes – encabezados por Benny Morris – accedieron a documentos hasta entonces clasificados y llegaron a conclusiones diametralmente opuestas a la visión tradicional de su país: los líderes sionistas no tenían sed de paz, ni buscaban convivir con los palestinos, sino que aceptaron el Plan de Partición de la ONU de 1947 como un primer paso para hacerse con todo el territorio del Mandato británico y apoyaron las masacres como forma de hacerse con el control del mismo. Los pilares de Israel, desde su creación, son el racismo, el supremacismo judío y la desaparición de Palestina. Por ello, Ilan Pappé, uno de estos “nuevos historiadores” – exiliado desde hace años en Reino Unido tras recibir amenazas de muerte por sus compatriotas – calificó el proyecto sionista como una “limpieza étnica”.

Pese a que lo parece, la limpieza étnica no es una estrategia exclusivamente ultraderechista. Es cierto que el partido Likud, creado en los años 70 y liderado actualmente por Netanyahu, es el gran impulsor de este proyecto e incluye en sus documentos fundacionales la consideración del “derecho judío”, “eterno e indiscutible” a “la tierra” de la Palestina histórica. Pero las grandes crisis de refugiados de 1948 y 1967 fueron provocadas por gobiernos laboralistas de Ben-Gurión y Golda Meir, que también reivindican la ocupación y anexión ilegal del territorio palestino. En otras palabras, el problema de Israel no es que esté actualmente gobernado por fanáticos racistas, sino su existencia, vinculada a la violencia colonial.

El genocidio acelerado como penúltimo paso de la limpieza étnica

El 7 de octubre de 2023, Hamás y la Yihad Islámica lanzaron la Operación Inundación Al-Aqsa, matando alrededor de un millar de israelíes y secuestrando a centenares como venganza contra 75 años de brutal ocupación israelí y su régimen de apartheid, así como respuesta a los acontecimientos de los meses precedentes – en 2023 el gobierno de Netanyahu había aprobado construir 13.000 nuevas viviendas en Cisjordania y los ataques de colonos iban en aumento: quema de viviendas de familias palestinas, echar cemento a pozos, acoso y agresiones a agricultores, tala de olivos, etc. todo ello ante la pasividad y, en ocasiones, colaboración del ejército –.

Desde entonces, el ejército israelí ha llevado a cabo una incesante campaña de bombardeos e invasión terrestre sobre la población de Gaza, Cisjordania y Líbano. Según los datos oficiales del Ministerio de Salud palestino, el número de palestinos asesinados solo en Gaza desde octubre de 2023 es de 47.498 y el de heridos 111.592, si bien un estudio de la revista científica The Lancet de enero de 2025 sugiere que esas cifras se deberían incrementar en un 70%, por lo que el número real sería superior a 70.000 fallecidos. En otras palabras, llevamos quince meses presenciando una masacre en tiempo real, lo que Naomi Klein denomina un “genocidio ambiental”, porque han querido que lo normalicemos como si fuera un mero ruido de fondo. Es la primera vez que somos testigos de algo así y no podremos alegar en el futuro que no sabíamos nada.

Con estas cifras – que no tienen en cuenta las muertes relacionadas con la falta de acceso a servicios sanitarios, agua, alimentación o saneamiento – no es de extrañar que la relatora de la ONU para el conflicto palestino-israelí y cualquiera con dos dedos de frente consideren que los actos perpetrados por Israel durante el último año y medio sean constitutivos de un genocidio. De hecho, la Corte Internacional de Justicia actualmente investiga al Estado sionista por este delito y el Tribunal Penal Internacional ha ordenado la detención de diferentes dirigentes israelíes y de Hamás.

Sin embargo, un simple vistazo a la historia de los últimos 80 años de la región nos revela que los terribles ataques que lleva perpetrando Israel desde el 7 de octubre no son un hecho aislado o una respuesta al atrevimiento de Hamás, sino una lógica continuación de su plan preconcebido para acabar con el pueblo palestino y crear un Estado netamente judío que ocupe todo el territorio palestino. Es, en definitiva, el penúltimo paso del plan de limpieza étnica que se concibió desde la creación de este Estado.


“Los ataques de Hamás en octubre de 2023 fueron interpretados por sectores del Gobierno israelí como una oportunidad para impulsar la limpieza étnica”, escribe la periodista Olga Rodríguez en eldiario.es. “Por eso Netanyahu no priorizó la puesta en libertad de los rehenes israelíes ni una salida negociada y apostó por la destrucción masiva y por “una guerra santa de aniquilación”. Por eso cuando Israel ordenó el desplazamiento masivo de la gente del norte de Gaza hacia el sur muchas voces advertimos del riesgo de una nueva Nakba”.

Ataques contra profesionales sanitarios

En este medio ya hemos explicado que las fuerzas israelíes se han empleado con saña contra los periodistas que informan sobre el genocidio en Gaza, a fin de ocultar ante el mundo el genocidio que están perpetrando. Según el Committee to Protect Journalists, al menos 169 periodistas palestinos han sido asesinados en Gaza en el último año y medio. Al Jazeera eleva estas cifras a 217.

Sin embargo, existe otro colectivo profesional que ha sufrido incluso más ataques por parte del ejército israelí: el de los sanitarios. Según datos de Médicos Sin Fronteras y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, al menos 1.057 sanitarios han sido asesinados y de los 36 hospitales de Gaza, 19 se han cerrado y de los 17 restantes ninguno funciona al 100%. Además, según Human Rights Watch, decenas de trabajadores de la salud han sido detenidos y han sufrido torturas y abusos sexuales durante meses.

La comunidad internacional, entre la inoperancia y la complicidad

Como decimos, llevamos año y medio asistiendo a un “genocidio ambiental” y tenemos motivos éticos, humanitarios y políticos para condenarlos. No confiamos en el Derecho Internacional –una herramienta creada por los Estados más poderosos para someter a los débiles e imponer su voluntad– pero también existen argumentos legales para oponerse. Pero, pese a ello, la ONU, la UE, los tribunales internacionales y la comunidad internacional se han mostrado cómplices en el peor de los caos, o incompetentes en el mejor de los mismos, para detenerlo. A pesar de las numerosas denuncias de organizaciones de derechos humanos y organismos de la ONU, las potencias occidentales han obstaculizado cualquier intento real de frenar la violencia. Estados Unidos, principal aliado de Israel, no solo ha bloqueado resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto el fuego inmediato, sino que ha seguido proporcionando asistencia militar y financiera, asegurando que el ejército israelí disponga de los medios necesarios para continuar su ofensiva. De manera similar, varios países de la Unión Europea han mantenido la venta de armas a Israel, mientras sus gobiernos se limitan a emitir declaraciones ambiguas que evitan cualquier condena contundente.

“Durante más de un año la ciudadanía europea y el mundo entero han visto cómo los dirigentes y medios de comunicación occidentales evitaban nombrar el apoyo y la complicidad activa de Washington en el genocidio israelí en Gaza. En un admirable esfuerzo malabarista hemos llegado a leer o escuchar afirmaciones políticas y periodísticas que atribuían al Gobierno de Biden hartazgo o enfado con Netanyahu, mientras seguía suministrándole armamento y apoyo político contundente. Los hechos han ido por un lado y el relato, demasiado a menudo, por otro. Como en la Inglaterra libre de George Orwell en Rebelión en la granja, “los hechos incómodos se pueden ocultar sin necesidad de ninguna prohibición oficial””, escribe Olga Rodríguez.

España ha sido un ejemplo de esta hipocresía. Aunque el gobierno de Sánchez ha expresado críticas moderadas sobre la violencia en Gaza (algo que la mayoría de potencias europeas no han hecho), denunciando el sufrimiento de la población civil y exigiendo pausas humanitarias, en la práctica no ha tomado medidas significativas para presionar a Israel. El gobierno español de PSOE y Sumar ha mantenido relaciones comerciales en el sector de defensa con Israel, lo que lo convierte en cómplice indirecto del genocidio. Esta actitud refleja la postura general de la UE, que ha preferido preservar sus lazos diplomáticos y económicos con Tel Aviv antes que asumir una posición firme en defensa del derecho internacional y la justicia.

La protección que Israel recibe de las grandes potencias ha hecho que estas resoluciones sean meramente simbólicas, permitiendo que la limpieza étnica en Gaza continúe ante la mirada pasiva de la comunidad internacional.

En contraposición, los movimientos sociales de todos los países del mundo se han movilizado a favor del pueblo palestino. En el último año, manifestaciones masivas han recorrido todas las capitales del planeta, estibadores de puertos se han negado a llevar armamento a Israel, las universidades occidentales han acogido acampadas por Palestina y el boicot a los productos israelíes ha ido en aumento. Pero este tiempo también ha situado ante el espejo nuestra propia incapacidad para influir sobre la geopolítica y poner fin al genocidio. Lejos de lograr avances, la respuesta de los Estados occidentales a nuestras reivindicaciones ha sido la misma en todas partes: detenciones, sanciones, deportaciones y represión. Hemos visto a activistas denunciadas por mostrar verbalmente su apoyo a la causa palestina, detenidas en manifestaciones, a espectadores multados por sacar banderas en un partido e, incluso, deportaciones o denegaciones de la nacionalidad en países como Alemania por no apoyar a Israel. El liderazgo occidental se presenta a sí mismo como gran garante de la democracia, de los derechos y las libertades, pero eso no es más que una pantomima.

Pese a ello, no pretendemos caer en la desesperanza, en pensar que no hay nada que hacer y bajar los brazos. Debemos seguir apoyando al pueblo palestino, denunciar las tropelías que comete Israel y luchar contra el colonialismo, el supremacismo y el genocidio.

Alto el fuego: respiro temporal que no aborda las cuestiones de fondo


El año 2025 comenzó de forma especialmente sangrienta, con grandes matanzas perpetradas por las fuerzas israelíes y ataques a hospitales. La noche de Reyes fue particularmente violenta. Sin embargo, el 15 de enero, Israel y Hamás consiguieron aprobar un alto el fuego (en los últimos días de la presidencia de Joe Biden en EEUU), que entró en vigor el día 19 y ha dado algo de respiro a los gazatíes.

Por desgracia, el alto el fuego no ha puesto punto final a la muerte de palestinos, ya que éstas se han seguido produciendo, tanto en Gaza como en Cisjordania, si bien a un ritmo considerablemente más lento. Además, el cese de hostilidades no aborda las cuestiones de fondo más importantes, como la ocupación y el apartheid.

“Las treguas salvan vidas y, en ese sentido, el plan es percibido con alivio, pero por el momento no dispone del contenido necesario para convertirse en permanente y definitivo, ni aborda las cuestiones fundamentales que llevan décadas perpetuando el abuso y la violencia”, escribe Olga Rodríguez. Además, “no se menciona nada sobre el futuro de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), esencial para la supervivencia de la población -a través de sus servicios educativos, sanitarios y de ayuda humanitaria- y prohibida por el Parlamento israelí a través de una resolución reciente que entra en vigor a finales de este mes. Tampoco está perfilada la posibilidad de un alto el fuego permanente”.

No tenemos muchas esperanzas de que Israel vaya a respetar por mucho tiempo el alto el fuego. Los pactos por fases nunca han llegado a la etapa final. El primer ministro Netanyahu tiene un largo historial de incumplimientos, incluido el Memorándum Wye River de 1998, por el que se comprometía a la retirada parcial de Cisjordania. Israel nunca ha cumplido los Acuerdos de Oslo de 1993 y 1995 y desde su aprobación se ha dividido Cisjordania y los asentamientos se han triplicado. Y, en Gaza, en las últimas dos décadas el Ejército israelí impulsó masacres en 2004, 2006, 2008-2009, 2011, 2014, 2018, 2019, 2021 y 2023-2025, con miles de civiles palestinos muertos. Los pactos de alto el fuego alcanzados en cada uno de esos años mencionados no sirvieron para impedir que Israel volviera a cometer las siguientes masacres.

“El que ahora ha entrado en vigor tampoco aborda el nudo gordiano. Sin el fin de la ocupación ilegal israelí, del colonialismo, del sistema de apartheid contra la población palestina y sin medidas de presión que obliguen a Israel a abandonar sus políticas de abuso y de anexión de más territorio palestino, no habrá solución duradera. Lo ocurrido a lo largo de las décadas es buena prueba de ello”, dice Olga Rodríguez.

Comienza la era Trump: “From the Riviera to the Sea”

El 20 de enero comenzó el segundo mandato de Donald Trump y una de sus primeras decisiones incluyeron revocar las sanciones – que habían sido aprobadas por Biden – a los colonos más violentos (una sanción contra quienes descaradamente cometen crímenes internacionales, es decir, una de las medidas más tibias posibles), sacar a EEUU de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (medida que fue emulada por Netanyahu unos días despues), congelar la ayuda exterior de EEUU, anunciar que deportaría a cualquier extranjero que apoyara la causa palestina y aprobar sanciones contra los fiscales y jueces del Tribunal Penal Internacional que investigan crímenes de guerra de Israel. Además, la primera visita oficial a la Casa Blanca de esta Administración fue la de Benjamin Netanyahu, el mandatario sobre el que pesa una orden de detención internacional.

Tras su encuentro con el genocida, Trump propuso en una rueda de prensa evacuar a toda la población palestina de Gaza, realojar a los palestinos en países como Egipto o Jordania y que Estados Unidos pasaría a “hacerse cargo” y “controlar” la Franja de Gaza. “Podría convertirse en la riviera de Oriente Medio”, anunció. Se desconoce cuánto estaba improvisando en tiempo real y cuánto había pactado previamente con Netanyahu, pero incluso el mandatario israelí parecía algo sorprendido. Preguntado por qué personas vivirían en la Franja, Trump respondió con un lacónico “personas del mundo”. Un alivio que descarte que vaya a estar ocupado por extraterrestres, pero preocupante que no dijera “los palestinos, por supuesto”. Es evidente que va a producirse un desplazamiento de personas indígenas – lo cual constituye, una vez más, un crimen de guerra –.

Netanyahu, por supuesto, ha respaldado el plan de Trump, afirmando que garantizará la seguridad de Israel durante generaciones y que representa una “visión revolucionaria y creativa” para la región.

Todo esto revela que el genocidio de los últimos meses no ha sido más que una fase más del plan de expulsar a la población palestina de sus hogares, de establecer un único Estado judío, blanco y colonial, en el que Estados Unidos tendrá vía libre para explotar los recursos naturales y turísticos y levantar nuevos enclaves militares. Biden no se opuso al plan y ahora Trump va a pisar el acelerador a fondo.

Y ello nos lleva a la última cuestión que queríamos abordar en este artículo: el del negocio del genocidio. “Israel amplía su ocupación ilegal a través de un sistema de apartheid”, explica Olga Rodríguez. “Con ello se garantiza una mayoría social judía sin tener que asumir como población propia a los palestinos. Además, extrae recursos naturales de las tierras que ocupa ilegalmente, en las que extiende el negocio de la construcción, del militarismo y de la alta tecnología contra civiles, con programas de inteligencia artificial para bombardear de forma masiva.

El control coercitivo y el genocidio en Palestina constituyen en sí mismos negocios lucrativos para multitud de empresas, no solo israelíes. En Gaza operan ya contratistas militares estadounidenses, que estos días se encargan de controlar el corredor Netzarim. Al igual que con la guerra de Ucrania, las grandes compañías armamentísticas subieron en los mercados bursátiles e incrementan sus beneficios.

La represión, en todas sus variantes, da salida a la economía. Trump pide a los países de la OTAN aumentar otra vez el gasto militar, y cuenta para ello con gobiernos aliados dispuestos a comprarle el argumento, así como con el apoyo del secretario general de la Alianza Atlántica.

La matanza en Gaza y el bloqueo sistemático a la entrada de ayuda han sido posibles gracias al apoyo diplomático y militar del Gobierno Biden y a la complicidad de aliados europeos, que mantienen sus relaciones con Israel y no han adoptado las medidas de presión planteadas por la Corte Internacional de Justicia y la ONU. De este modo han permitido un marco de impunidad que les resta mecanismos de defensa para exigir respeto a sus territorios.

Por todo ello la cuestión palestina se ha convertido en un caso paradigmático. Gaza y Cisjordania son laboratorios donde se prueba ver hasta dónde se puede llegar en el futuro, cuando la crisis climática provoque más escasez de recursos naturales. Es una demostración de las dinámicas de dominación”.

(Visto en https://www.todoporhacer.org/)

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jueves, 20 de febrero de 2025

LA CATASTRÓFICA RESPUESTA AL COVID (1ª PARTE)



La historia de Covid es mucho más complicada de lo que parecía inicialmente. No se trata de un único evento de salud pública dirigido por unos pocos individuos descarriados o mal intencionados. No se limita a ningún gobierno y no es consecuencia de la política interna de ningún país. Más bien forma parte de una saga global mucho más amplia.

Las preguntas importantes que debemos plantearnos sobre el Covid, teniendo en cuenta esta comprensión, también son muy diferentes de las que parecían capitales al principio, como por ejemplo: ¿Era el virus un arma biológica diseñada? ¿Fue liberado intencionalmente? ¿Cuáles fueron los nombres y motivos de las personas que dirigieron la respuesta?

Aunque estos siguen siendo el foco de gran protesta pública y acalorados debates, en realidad son secundarios frente a la historia de Covid que abordaremos en dos partes.


En la Parte 1 se explicará la convergencia de los acontecimientos globales que llevaron a que Covid fuera predecible, si no inevitable.

En la Parte 2 se analizará cómo se articuló una respuesta al Covid que resultó, sorprendentemente, de una uniformidad global absoluta.



Parte 1: El período previo al Covid

Repito, el Covid es un resultado predecible –si no inevitable– de la evolución del estado de seguridad nacional de Estados Unidos y su convergencia con las asociaciones público-privadas globales, en el período transcurrido desde el fin de la Guerra Fría.

Cuando terminó la Guerra Fría a principios de la década de 1990, fue rápidamente reemplazada por la “guerra contra el terrorismo” como mecanismo generador de ingresos, autoperpetuante y en expansión por el complejo militar-industrial estadounidense.

La guerra contra el terrorismo generó cuantiosos beneficios para el aparato de seguridad nacional, cuando los ataques del 11 de septiembre se utilizaron como pretexto para “cambios de régimen” en Oriente Medio y cuando la amenaza terrorista se aprovechó para crear el DHS (Departamento de Seguridad Nacional), el supervisor designado por el gobierno de Estados Unidos para los estados perpetuos de emergencia y la vigilancia interna integral.


Las cartas de ántrax que siguieron al 11 de septiembre lanzaron una guerra menos evidente, pero igualmente lucrativa y de largo plazo, que expandió el presupuesto: ésta contra el bioterrorismo.

Los expertos en biodefensa reunieron apoyo para la guerra contra el bioterrorismo con la aterradora afirmación de que los avances en biotecnología podrían permitir que locos imprevisibles crearan armas biológicas mortales en sus garajes. Las grandes ciudades eran vulnerables a ataques bioterroristas a través de sus metros, sistemas de agua, etc. La pérdida de vidas podría alcanzar millones. Pérdida económica potencial: billones. Prevenir tales calamidades valía casi cualquier precio.

Esta guerra cada vez más lucrativa contra el bioterrorismo se desarrolló simultáneamente con otra tendencia creciente después de la caída del comunismo: una marcha global hacia un capitalismo desenfrenado.

Cuando cayó el Bloque del Este, no quedó ninguna resistencia militar, geográfica o ideológica contra las fuerzas del mercado capitalista global. La riqueza fue acumulada cada vez más por individuos y empresas que operaban no dentro de naciones específicas, sino en una esfera supranacional de acuerdos y tráfico de influencias. Los bancos y fondos de inversión internacionales llegaron a acaparar más deuda y poseer más riqueza que cualquier gobierno nacional.

En este entorno, surgieron enormes conglomerados globales –denominados asociaciones público-privadas globales, o GPPP– formados libremente en torno a diversas áreas de actividad e interés. Uno de esos GPPP fue el complejo industrial de biodefensa y preparación para una pandemia, una entidad mundial “demasiado grande para quebrar” que dirigió la respuesta a la pandemia de Covid.

Auge de la Asociación Público-Privada Mundial (GPPP) para la Biodefensa/Preparación para Pandemias

Para entender cómo se fusionaron el GPPP de biodefensa y preparación para pandemias, es necesario primero observar los campos de la biodefensa y la preparación para pandemias por separado, y luego ver cómo llegaron a unirse en un cártel que hace metástasis rápidamente, primero como parte del entramado de seguridad de EE.UU., y luego como un brazo de la estructura de gobernanza global dedicada a la "seguridad sanitaria global".

Cuando la biodefensa y la preparación para pandemias estaban separadas


Antes de los ataques con ántrax de 2001, el campo de la biodefensa era principalmente el ámbito de los especialistas militares y de inteligencia. En laboratorios secretos, los científicos de la guerra biológica intentaron inventar armas biológicas mortales para luego poder idear contramedidas infalibles contra ellas. Los agentes de inteligencia trataron de evaluar las capacidades de guerra biológica de las naciones enemigas y los terroristas deshonestos. Idearon planes sobre cómo poner en cuarentena una base militar o una ciudad en caso de un ataque, y cómo hacer llegar las contramedidas a los soldados/civiles lo más rápido posible.

Debido a que un ataque bioterrorista probablemente se localizaría en un área que contendría como máximo unos pocos millones de personas, la respuesta de biodefensa de la cuarentena hasta la contramedida fue un plan geográfica y temporalmente limitado. Y debido a que no hubo ataques con armas biológicas contra Estados Unidos después de 2001, estos planes siguieron siendo completamente teóricos.

Del mismo modo, antes de que la biodefensa comenzara a atraer tanta atención, la preparación para una pandemia era un remanso silencioso dentro del ámbito de la salud pública. Los epidemiólogos y los expertos en salud pública habían ideado planes probados a lo largo del tiempo y no dramáticos para contener los brotes de enfermedades: identificar grupos de pacientes con síntomas graves o potencialmente mortales, tratar sus síntomas con los medicamentos disponibles, aislarlos de los demás si era necesario, aumentar la capacidad de atención médica a nivel local según fuera necesario y dejar que todos los demás continuaran con sus vidas.

Este tipo de preparación para brotes de enfermedades casi nunca es noticia de primera plana y no genera grandes presupuestos ni visibilidad pública. Sin embargo, funcionó notablemente bien para limitar el número de muertes incluso por patógenos muy mortales, como el ébola, el MERS y la gripe H1N1, a un promedio de no más de diez mil al año en todo el mundo entre 2000 y 2020 [ref].

En resumen, antes del cambio del siglo XXI, tanto el campo de la biodefensa como el de la salud pública tenían planes relativamente modestos para hacer frente a los brotes de enfermedades mortales, ya fueran causados intencionalmente o de origen natural. Y ninguno de los dos tipos de brote ocurrió nunca a una escala inmanejable.

Cuando la biodefensa y la preparación para pandemias se fusionaron

El objetivo de la biodefensa es proteger a los militares, y también a las poblaciones civiles, de posibles ataques con armas biológicas. Pero la investigación de patógenos y contramedidas en el centro de los esfuerzos de biodefensa también puede ser útil para la preparación ante pandemias, lo que la convierte en un esfuerzo de "doble uso".

El doble uso se refiere a los esfuerzos que pueden servir tanto a objetivos militares como civiles. En el caso de la biodefensa/preparación para pandemias, es fácil de ver: los patógenos pueden ser armas biológicas, pero también pueden propagarse naturalmente y pueden causar olas destructivas de enfermedades; y las contramedidas, incluidas las vacunas, pueden utilizarse teóricamente tanto contra los ataques bioterroristas como contra los brotes de enfermedades naturales.

En la década posterior al 11 de septiembre, a medida que la biodefensa disfrutaba de una porción cada vez mayor de la atención y el gasto en seguridad nacional, el campo atrajo a muchos más científicos, instituciones académicas y organizaciones sin fines de lucro al estudio de patógenos y contramedidas. Naturalmente, muchas de estas entidades no militares procedían de campos como la virología, la inmunología y la epidemiología, cuyo trabajo se utiliza, entre otros fines, para la preparación ante pandemias. El lado civil de la investigación fue financiado principalmente por agencias de salud pública y mega organizaciones sin fines de lucro interesadas principalmente en el desarrollo de vacunas.

No pasó mucho tiempo antes de que los dos campos se fusionaran en una entidad de "doble uso", convenientemente definida como un aspecto crucial de la seguridad nacional, llamada simplemente "biodefensa" o "seguridad de la salud". En 2006, incluso se creó una nueva subagencia para cimentar la fusión: ASPR, una entidad militar y de inteligencia dentro del HHS, el organismo civil de salud pública. Esta empresa simbiótica militar/civil podría atraer mucha más financiación y ejercer influencia sobre una gama mucho más amplia de instituciones de investigación, organizaciones sin fines de lucro y ONG de lo que la biodefensa o la preparación para pandemias podrían haber obtenido por separado.

Otro impulso para la fusión de los dos campos fueron sus socios privados compartidos: las compañías farmacéuticas, cuyo trabajo era ayudar a diseñar, investigar y, en última instancia, producir cualquier contramedida que se considerara necesaria para la protección, ya sea contra armas biológicas o patógenos naturales. Idealmente, las contramedidas para un tipo de brote de enfermedad también funcionarían para el otro.

Esta es la razón por la que, en las décadas posteriores a 2001, el campo de la biodefensa se obsesionó con encontrar una "tecnología de plataforma" que pudiera proporcionar protección contra cualquier arma biológica concebible, mientras que el campo de la salud pública y la preparación para pandemias presionó por una "vacuna universal contra la gripe" que pudiera proporcionar protección contra cualquier virus natural que causara enfermedades respiratorias. Y, para 2019, ambas ramas del complejo de biodefensa habían invertido una gran cantidad de fondos y publicidad en una tecnología específica llamada "plataformas de vacunas de ARNm", que se cree que es la contramedida milagrosa buscada para todas las armas biológicas virales diseñadas y todos los virus que causan la gripe.

Biodefensa/preparación para pandemias a escala mundial

Como se discutió anteriormente, mientras toda esta fusión de la investigación militar y civil sobre patógenos y tratamientos ocurría a nivel nacional, el capital y el poder político se estaban alejando de los estados nacionales y se estaban desplazando hacia asociaciones público-privadas globales, o GPPP.

Todas estas gigantescas entidades globales comparten las siguientes características:

- Su columna vertebral es el sistema bancario mundial, cuyos intereses representan.

- Sus agendas suelen estar alineadas con la agenda imperialista de Estados Unidos, la única superpotencia del mundo, y sus aliados.

- Su poder para imponer sus agendas a la población mundial proviene en gran medida del complejo militar-industrial de EE.UU. y sus socios y alianzas (OTAN, UE, Cinco Ojos, entre otros).

- Buscan hacer cumplir sus agendas a través de tecnología de vigilancia avanzada e inteligencia artificial, con el objetivo final de recopilar información de identidad, salud y comportamiento sobre toda la población mundial en bases de datos centralizadas.

- Utilizan los organismos internacionales de gobernanza y creación de redes (ONU, OMS, Atlantic Council, FEM, entre otros) para coordinar y difundir sus agendas a los gobiernos nacionales.

- Utilizan empresas multinacionales de consultoría y gestión para ayudar a los gobiernos nacionales a implementar sus agendas.

- Entre ellas se encuentran las corporaciones multinacionales dirigidas por multimillonarios, que obtienen beneficios astronómicos a través de sus actividades de GPPP.

- Se unen en torno a varias crisis existenciales percibidas, como el cambio climático y la "seguridad sanitaria mundial" (otro nombre para la biodefensa internacional/preparación para pandemias). Estas actividades se comercializan al público no solo como altruistas y que salvan vidas, sino como la única forma de evitar una devastación global completa.

- Su capacidad para convencer a la población mundial de que apoye sus agendas se deriva del complejo industrial de la censura y la propaganda global, dirigido a través de alianzas internacionales de inteligencia, asociándose con empresas de marketing, instituciones académicas y organizaciones "sin fines de lucro", utilizando métodos de "empujón" y el libro de jugadas de guerra psicológica (operaciones psicológicas u operaciones psicológicas) originalmente diseñado para golpes de estado y contrainsurgencias.

Teniendo en cuenta estas características, podemos enumerar algunos de los principales componentes de la asociación público-privada entre biodefensa y preparación ante pandemias, para ver cuán enorme es su complejidad. También podemos ver cómo el complejo nacional de biodefensa se escala y se fusiona con la entidad global:


(Hacer click sobre la imagen para ampliar)

El GPPP de Biodefensa se prepara para una catástrofe inevitable

Junto con el respaldo de los bancos internacionales y el apoyo del complejo industrial de censura y propaganda (abreviado en este artículo como "complejo de operaciones psicológicas") y las empresas de consultoría multinacionales, todos los componentes del GPPP de biodefensa representan cientos de miles de millones de dólares en fondos y financiamiento, miles de empresas nacionales e internacionales, agencias, instituciones académicas y ONG en docenas de países, y cientos de miles, si no millones, de puestos de trabajo en todo el mundo. Su gran tamaño y control sobre las personas y los recursos hacen de esta una entidad que es "demasiado grande para fracasar".

Sin embargo, sin una amenaza viable de un ataque con armas biológicas o una pandemia catastrófica, este gigante no puede seguir sosteniéndose y creciendo.

Por esa razón, a medida que se disparaba en las dos décadas anteriores al Covid, el GPPP de biodefensa tuvo que mantener la amenaza de un ataque bioterrorista catastrófico o una pandemia mundial como algo esperable. Y tuvo que preparar a todos sus componentes para responder a la amenaza cuando ocurriera de manera predecible, si no inevitable.

Ejercicios de simulación

Los preparativos para la catástrofe incluyeron preparar a los gobiernos del mundo para la inevitabilidad de tal evento, logrado a través de "ejercicios de simulación", simulacross de lo que sucedería en caso de un ataque biológico mortal o una pandemia.

Entre 2001 y 2019, los "ejercicios de simulación" programados regularmente y llevados a cabo por representantes del GPPP de biodefensa promovieron eficazmente la historia de las amenazas globales catastróficas planteadas por los eventos de bioterrorismo/pandemia. El contenido de cada ejercicio era menos importante que el mensaje general: los patógenos emergentes y modificados naturalmente planteaban una amenaza existencial para la humanidad, y nada menos que una respuesta mundial sería necesaria para evitar el Armagedón.

Creación de un nuevo modelo de negocio para las contramedidas

El componente más importante de una respuesta global a una catástrofe de este tipo, en términos de acumulación de poder y recursos para el GPPP de biodefensa, es la fabricación y distribución de contramedidas a toda la población mundial, un esfuerzo encabezado por las compañías farmacéuticas y sus cientos de subcontratistas y subsidiarias.

Pero el modelo de negocio tradicional de las empresas farmacéuticas privadas no se presta a un proyecto de este tipo. Ninguna empresa privada puede sobrevivir, y mucho menos prosperar, dedicando recursos significativos a la creación y el mantenimiento de la capacidad de fabricación para contramedidas contra una amenaza hipotética que podría no ocurrir nunca. Además, la supervisión y regulación de los productos médicos retrasará casi inevitablemente la disponibilidad de nuevas contramedidas hasta después de que haya terminado un ataque o brote. Y, finalmente, incluso si las contramedidas pueden fabricarse y aprobarse lo suficientemente rápido, ¿qué pasa si causan resultados inesperados (por ejemplo, lesiones o muerte) por los que las empresas podrían ser consideradas responsables?

Todos estos obstáculos fueron superados por el GPPP de biodefensa a través de maniobras legislativas y legales bajo el radar y la desactivación de regulaciones en las décadas previas al Covid:

Barreras regulatorias reducidas a cero o casi cero

A lo largo de varias décadas, se introdujeron en el código legal importantes lagunas en la regulación de las contramedidas, en particular la Autorización de Uso de Emergencia (EUA). A nivel internacional, los tratados de defensa y los acuerdos de biodefensa pueden reducir las barreras regulatorias de manera que la autorización de emergencia en un país pueda aplicarse a otros. La Lista de Uso de Emergencia (EUL, por sus siglas en inglés) de la OMS logra esto a nivel mundial. EUL se utilizó por primera vez para las vacunas Covid.

Exención de responsabilidad de cualquier persona que trabaje, distribuya o administre contramedidas

La Ley PREP fue una medida legal adicional necesaria para garantizar que cualquier persona que hiciera algo con los productos EUA no fuera responsable en caso de que las contramedidas no reguladas salieran mal. El escudo de responsabilidad es extendido por los gobiernos y los organismos reguladores a nivel internacional junto con la EUA.

El desencadenante del nuevo coronavirus

En 2019, todos estos preparativos para una pandemia mundial catastrófica estaban en marcha, pero el ataque de patógeno/bioterrorismo "que acabaría con la civilización" aún no se había materializado.


Luego, a fines de 2019, una emergencia de salud pública propicia en Wuhan, China, puso fin a la larga sequía de desastres en biodefensa: grupos de pacientes exhibieron síntomas graves de una enfermedad respiratoria que no podía atribuirse a ningún patógeno conocido. Se realizó un análisis de los fluidos corporales de los pacientes y se identificó un nuevo coronavirus.

Hay muchas preguntas sin respuesta sobre exactamente cómo y cuándo el nuevo coronavirus, posteriormente llamado SARS-CoV-2, ingresó a la población humana y cómo se convirtió en "la pandemia de Covid-19": ¿Fue diseñado el virus? ¿Cuándo comenzó a circular? ¿El virus fue liberado intencional o accidentalmente? ¿Fue solo un virus mutante o varios diferentes?

Independientemente de las respuestas a estas preguntas, lo importante es recordar que si no hubiera sido el SARS-CoV-2 en Wuhan, habría sido un evento desencadenante diferente en otro lugar, y la respuesta a la pandemia mundial habría sido la misma.

Debbie Lerman
(Fuente: https://debbielerman.substack.com/; traducción: Astillas de Realidad)