lunes, 6 de enero de 2025

AUTORIDADES BRITÁNICAS ENCUBRIERON ABUSOS INFANTILES SISTEMÁTICOS PERPETRADOS POR INMIGRANTES "PARA NO PARECER RACISTAS"



La policía y la clase política de Gran Bretaña, a quienes corresponde teóricamente garantizar la integridad y los derechos de los ciudadanos, han elegido privilegiar los de extranjeros asentados ilegalmente en su territorio, al que importan impunemente una bárbara ideología de sumisión, misoginia, degradación y terror para la población en general y para la mujer en particular.



El escándalo del encubrimiento gubernamental de la existencia de redes de tráfico y abuso infantil dirigidas por inmigrantes paquistaníes -y de la que este blog ya informó hace meses- ha explotado en la prensa británica, sacudiendo a un país que no se explica que el mantenimiento de una imagen idílica -y falsa- de integración, multiculturalidad y armonía entre razas pueda justificar el silenciar miles de secuestros y violaciones de niñas inglesas -no menos de 1400 han denunciado, pero la cifra real puede ser de cientos de miles- a las que se les ha negado justicia y protección por parte del Estado. En un episodio que revela la naturaleza de la connivencia de las autoridades con los crímenes habidos, el inspector jefe de la policía de Rotherham presionó a uno de los denunciantes de la situación, padre de una niña desaparecida, con el argumento de que la ciudad «estallaría» si se supiera que los inmigrantes ilegales abusaban de niñas blancas menores de edad, reconociendo que esta situación venía sucediendo desde los años 90, pero «al tratarse de asiáticos, no podemos permitirnos que esto salga a la luz» porque se tacharía a la policía de "racista". En otras palabras, su hija valía menos que la hipócrita imagen de tolerancia que la administración quería proyectar.

Por cierto, en este caso los padres pudieron recuperar a su hija con vida, pero tras haber sido objeto de tan brutales abusos que necesitó cirugía reconstructiva. Al padre le dijeron que la agresión podría significar que ella “aprendería la lección”, como si la niña fuera culpable de haber atraído a una jauría de animales en celo convencidos de que una criatura que circula sola por la calle está a disposición de quien quiera abusar de ella.

Como descubrió la investigación Jay de 2014 sobre Rotherham, hubo niños que fueron “rociados con gasolina y amenazados con prenderles fuego”, “amenazados con armas de fuego”, “presenciaron violaciones brutalmente violentas y se les amenazó con ser la próxima víctima si se lo contaban a alguien”. Niñas de tan solo 11 años fueron violadas por un gran número de agresores masculinos, uno tras otro”.

La comunidad paquistaní representaba alrededor del 3 por ciento de la población de la ciudad, y el patrón que se reveló fue pasmoso: inmigrantes de dicha procedencia estaban abusando sistemáticamente de niñas blancas. Como resultado, dijo un testigo, el consejo estaba “aterrorizado por [el impacto en] la cohesión de la comunidad”.

En toda la ciudad, se presionó a la gente para que “suprimiera, callara o encubriera” los problemas relacionados con el abuso infantil. Un ex oficial superior confesó que “las autoridades superiores no quería que la ciudad se convirtiera en un símbolo de la lucha contra el abuso infantil. No querían disturbios”.

Quienes han protestado contra esta monstruosidad han sido ignorados, amenazados o directamente acusados de "delito de odio" e "islamofobia". Así, el periodista Tommy Robinson ha sido encarcelado en régimen de aislamiento por señalar las complicidades con los abusos del Partido Laborista (el mismo que en los 70 propuso bajar la edad de consentimiento sexual a los 10 años) en un documental que supone una acusación contra todo un sistema de complicidades, negligencia criminal e impunidad para los responsables (45 detenidos, todos ellos musulmanes, fueron liberados incluso después de admitir su participación en violaciones colectivas de niñas):


Muchas de las víctimas provenían de familias desestructuradas, vivían en "states" (casas de protección oficial) o habían sido encomendadas a unos servicios sociales que, una vez arrancadas a los suyos, incurrían en la más clamorosa dejación de funciones al permitir, con algo más que mirar hacia otro lado, que fueran presa de redes pedófilas, algo que debería recordarnos que en territorio español muchos menores teóricamente "tutelados" por el Estado acaban en la prostitución, cuando no en destinos peores.

Las niñas eran atraídas por los pedófilos con halagos y regalos, para luego ser drogadas y alcoholizadas para traficar con ellas y violarlas. El encubrimiento de este abuso sistemático llegó al extremo de que cuando los padres de dos niñas acudieron a la casa donde eran explotadas sexualmente para liberarlas fueron detenidos por la policía y acusados de desórdenes, mientras que a los adultos musulmanes que las abusaban se les dejó en libertad sin cargos.



Profesora musulmana aprueba la violación de mujeres no musul-
manas para "humillarlas", ya que al parecer su sometimiento es
más importante que su integridad y su seguridad. Pedagogía de
la güena. ¿Qué enseñará a los alumnos esta mastuerza?

Más grave aún fue el caso de una niña que, mientras denunciaba a su agresor recibió un mensaje de texto en plena comisiaría por parte de un hombre que le advirtió que tenía retenida a su hermana de 11 años, cuya vida dependía de que retirara la denuncia, cosa que la niña hizo, aterrorizada, sin que los agentes presentes tomaran cartas en el asunto.

Un informe publicado por The Mirror dio a conocer que 1585 investigados por agresión sexual fueron meramente advertidos, pese a que constaba el carácter de reincidente habitual de muchos de ellos. En Escocia, donde se viene detectando idéntica situación en 27 de las 32 áreas municipales desde 2011, solo un acusado, el afgano Javaid Akhond, fue condenado, cumpliendo una pena de seis años por acosar a menores.


Voces que van desde Elon Musk hasta Kemi Badenoch se han sumado a los llamamientos a una investigación a la que el gobierno se resiste. El actual primer ministro, Keir Starmer, fue justamente el responsable de la fiscalía mientras la policía recibía orden de salvaguardar la impunidad de los abusadores, en un momento en que Shabir Ahmed, líder de una de las bandsa de violadores pakistaníes, la de Rochdale, estaba empleado como asesor de derechos sociales en el Ayuntamiento de Oldham. Significativamente, también Starmer fue quien en su día decidió que no había pruebas para acusar a un pedófilo recalcitrante como el presentador y DJ Jimmy Savile, un depredador sexual protegido por contactos múltiples que llegaban hasta la Casa Real, y que llegó a abusar de al menos 500 víctimas a lo largo de cuatro décadas con total impunidad, algo que solo llegó a saberse tras su muerte. Hay que concluir que una constante de Starmer es hacer la vista gorda con los delitos de pedofilia hasta que se extingue la posibilidad de sanción alguna, sobre todo si el origen étnico de los autores aconseja tratarlos con guante blanco al tratarse de comunidades problemáticas con las que hay que aparentar buenas relaciones. Parece que lo de que la hipocresía es el defecto británico por excelencia es algo más que un tópico.

Junto a un ex-fiscal tan negligente, las indignadas críticas de los ingleses se han dirigido hacia la diputada Jess Phillips, subsecretaria de Estado parlamentaria para la protección de las mujeres, quien rechaza hacer de lo sucedido un asunto de estado argumentando que las investigaciones deberían seguir siendo competencia de las autoridades locales. En otras palabras, pasando la pelota de nuevo hacia abajo en la jerarquía para evitar cumplir con la función que es inherente a su cargo.

Con el tiempo, han salido a la luz detalles sobre abusos en Rotherham, Telford, Rochdale y en decenas de otros lugares, pero con las historias publicadas a cuentagotas y detalles tan espantosos que resultan casi ilegibles, la escala total del escándalo aún está por manifestarse.

El siguiente párrafo, de nada fácil digestión, corresponde a la lectura de los cargos contra Mohammed Karrar, uno de los pocos abusadores que fue llevado a juicio en Oxford en 2013. Tal como relata el juez, Peter Rook:

Cargo nº 30: "Mohammed Karrar, preparaste a la víctima (de 13 años) para una violación grupal utilizando un fuelle para expandir su esfínter anal. La sometiste a una violación grupal por parte de cinco o seis hombres.

En una ocasión cuando GH tenía 12 años, después de violarla, ella te amenazó con tu cuchillo de bolsillo. Tu reacción fue recoger un bate de béisbol con un mango plateado, golpearla en la cabeza con él y luego insertar el bate dentro de su vagina. La marcaste como propiedad tuya grabando tus iniciales en sus zonas íntimas".


Esta terrible historia está lejos de ser un caso aislado. Tomemos como ejemplo a “Anna”, de Bradford. Vulnerable y en régimen de acogida, a la edad de 14 años había presentado repetidas denuncias de violación, abuso y coerción. Cuando se “casó” con su abusador en una boda tradicional islámica, su trabajadora social asistió a la ceremonia. Luego, las autoridades hicieron arreglos para que ella fuera acogida por los padres de su “marido”.

En Telford, Lucy Lowe murió a los 16 años junto a su madre y su hermana cuando su abusador prendió fuego a su casa en 2000. Había dado a luz al hijo de Azhar Ali Mahmood cuando sólo tenía 14 años y estaba embarazada cuando la mataron.

Posteriormente se utilizó su muerte para amenazar a otros niños.

La investigación Telford encontró amenazas particularmente brutales. Cuando una víctima de 12 años le contó a su madre, y ésta llamó a la policía, “había unos seis o siete hombres asiáticos que vinieron a mi casa. Amenazan a mi madre diciéndole que pondrán bombas molotov en mi casa si no retiramos los cargos”.


Se que habrá quien considere esta viñeta de mal gusto, pero solo puedo 
objetar que lo reprobable es que estas situaciones ocurran, no que se
saquen las oportunas conclusiones de ello (hacer click para ampliar)

Sin embargo, siguiendo un patrón que se repetiría, las autoridades de Telford miraron para otro lado. Cuando finalmente se publicó una revisión independiente en 2022, se encontró que los agentes de policía describían partes de la ciudad como una “no go area” (zona donde la sharia islámica ha sustituido la legislación británica y donde se recomienda no ir a los ciudadanos comunes), mientras que los testigos formularon múltiples acusaciones de corrupción policial y favoritismo hacia la comunidad paquistaní. Independientemente del motivo, la investigación encontró que “había un nerviosismo por la raza ... rayando en la dejación de funciones en lo referente a investigar los crímenes cometidos por lo que se describió como la comunidad 'asiática'”.

Preocupaciones similares surgieron en el consejo municipal, donde la ansiedad por no parecer xenófobo hizo que los agentes de protección ignoraran las denuncias efectuadas simplemente porque los perpetradores eran asiáticos. Se consideró que investigar a algunos sospechosos habría sido “políticamente incorrecto”. El miedo a ser tachado de racista se sobrepuso al imperio de la ley.

La negación de la magnitud del problema está profundamente arraigada en el sistema político británico. A veces, parece que el enfoque del gobierno hacia el multiculturalismo no es respetar la ley, sino minimizar el riesgo de disturbios entre comunidades.

Otras motivaciones del encubrimiento generalizado pueden haber sido aún más siniestras. En 2016 una víctima de acoso en Rotherham denunció haber sido violada por un concejal de la ciudad. Como resultado de esta combinación de factores, el consejo hizo todo lo posible para “ocultar información y silenciar a los denunciantes”. En palabras de testigos, “si quieres conservar tu trabajo, mantén la cabeza gacha y la boca cerrada”.

Esta ley del silencio fue una constante durante años. En 2010, un informe de la policía de West Midlands mostró que las autoridades sabían que bandas de acosadores esperaban a los niños en las puertas de las escuelas. Pero, como afirma el informe, “el perfil de delincuente predominante de los varones musulmanes paquistaníes ... combinado con el perfil de víctima predominante de las niñas blancas entraña el potencial de causar importantes tensiones comunitarias”. Como resultado, el informe permaneció inédito hasta que se publicó en respuesta a solicitudes de Libertad de Información (FOI) cinco años después.

En Manchester, un informe de 2019 concluyó que se dejó que las bandas de violadores deambularan por las calles, en parte porque a los agentes se les dijo que buscaran en otra parte. Un informe citó a un detective de policía diciendo que "el grupo objetivo infractor eran predominantemente hombres asiáticos y nos dijeron que intentáramos culpar a otras etnias".


Uno de los encubrimientos más sombríos surgió en Rochdale. Victoria Agoglia, de quince años, una niña vulnerable bajo cuidado, murió en 2003 cuando Mohammed Yaqoob, de 50 años, le inyectó heroína. En el período previo a su muerte, según una reseña publicada el año pasado, ella había dado a las autoridades información de que estaba “involucrada en explotación sexual, presunta violación y agresión sexual que requería atención médica”. Ninguna de sus demandas motivó su rescate, en un momento en que en la ciudad bandas organizadas violaban a niñas de hasta 12 años.

Cuando se dictaron las primeras condenas en Rochdale en 2012, la policía y la Fiscalía de la Corona se disculparon por no haber dado seguimiento a las solicitudes de ayuda. Como lo expresó la ex diputada laborista de Keighley Ann Cryer, las autoridades “estaban petrificadas ante la posibilidad de que las motejaran de racistas y, por lo tanto, volvieron a la corrección política por defecto”. Como resultado, a pesar de que una niña le dijo a la policía que había sido violada y proporcionó pruebas de ADN, no se inició ningún proceso.



Starmer ha dejado claro que no le temblará la mano a la
hora de combatir el gran problema de Gran Bretaña: ...
la islamofobia.

La escandalosa impunidad de los perpetradores de abusos contra menores llega al extremo de que, a pesar de haber sido desposeído de la ciudadanía británica, el líder de una banda de abusadores de Rochdale todavía vive entre sus víctimas a pesar de que se ordenó deportarlo. En palabras de Guy Dampier, investigador del grupo de expertos The Legatum Institute: “El escándalo de las bandas de violadores fue producto del multiculturalismo, lo que en la práctica significó que las autoridades hicieran la vista gorda porque las víctimas eran en su mayoría blancas y sus abusadores en gran medida étnicamente paquistaníes”.

Organizaciones benéficas antirracistas, grupos de presión y académicos de izquierda conspiraron para sofocar el debate o fingir que se trataba sólo de un “pánico moral” sin base real. El resultado son miles de niñas abusadas y un escándalo que está sacudiendo la política británica”.

La necesaria autocrítica ha venido del ministro de justicia en la sombra, Robert Jenrick, quien sintetiza lo sucedido de forma lúcida y amarga: “Para mantener el orden en la Gran Bretaña multicultural, el Estado consideró necesario aplicar la ley de forma selectiva. Durante décadas, los crímenes más atroces cometidos por grupos de la diáspora fueron legalizados y encubiertos activamente para evitar desórdenes. Se abandonó el Estado de derecho para sostener el mito de que la diversidad es nuestra fuerza, destruyendo en el proceso las vidas de miles de niñas blancas de clase trabajadora. Este escándalo comienza con el inicio de la migración masiva. Este espantoso asunto es el último clavo en el ataúd para los liberales que se aferran al argumento de que Gran Bretaña tiene una historia de éxito en materia de integración. La migración masiva debe terminar de inmediato y los extranjeros procesados por sus monstruosos crímenes deben ser deportados, sin condiciones ni peros.

Puede que suene fuerte. Pero se requieren medidas firmes. El enfoque suave del Estado británico dejó que este problema se enquistara y se pudriera. Los niños fueron abandonados a sufrir en nombre de las relaciones comunitarias, un precio imperdonable. Y fue un precio que no trajo nada: la armonía basada en mentiras no dura. La furia pública está aumentando y hay más motivos para enojarse que si los casos se hubieran tratado rápidamente en su momento”.



Mientras la prensa británica expone el escándalo en portada, los medios españoles -con la honrosa excepción del ABC- practican la habitual "ley del silencio" sobre algo que debería estar en primera página, acusando a los que exigen justicia de "desenterrar" un caso de hace 10 años con fines políticos. Como si el que los responsables de violación, secuestro y asesinato campen aún a sus anchas o que los que abdicaron de perseguir delitos flagrantes se fueran de rositas ya no importara. O como si los casos que no dejan de denunciarse (ver gráfica bajo estas líneas), y que siguen sin ser debidamente investigados, no existiesen. Supongo que como este modesto blog no recibe subvenciones con cargo al contribuyente no puedo entender lo que los periodistas subsidiados ven tan claro.


(posesodegerasa)

5 comentarios:

  1. El alcalde de Londres es musulmán.
    El alcalde de Birmingham es musulmán.
    El alcalde de Leeds es musulmán.
    El alcalde de Blackburn es musulmán.
    El alcalde de Sheffield es musulmán.
    El alcalde de Oxford es musulmán.
    El alcalde de Luton es musulmán.
    El alcalde de Oldham es musulmán.
    El alcalde de Rochdale es musulmán
    El primer ministro de Escocia es musulmán
    Todo esto lo han conseguido sólo 4 millones de musulmanes de los 66 millones de habitantes de Inglaterra:
    Hoy hay más de 3.000 mezquitas en Inglaterra.
    Hay más de 130 tribunales de la sharia.
    Hay más de 50 consejos de la sharia.
    El 78 por ciento de las mujeres musulmanas no trabajan, reciben ayudas estatales y alojamiento gratuito.
    El 63 por ciento de los musulmanes no trabaja, recibe ayudas estatales y alojamiento gratuito.
    Las familias musulmanas subvencionadas por el Estado con una media de 6 a 8 hijos reciben alojamiento gratuito.
    Todas las escuelas del Reino Unido están obligadas a impartir clases sobre el Islam, una religión retrógrada, machista y expansionista fundada por un pedófilo.
    La comunidad paquistaní que vive en Reino Unido tiene altísimas tasas de endogamia: el 55% de los matrimonios se da entre primos carnales, lo que aumenta el riesgo de trastorno mental un 400% y produce que el cociente intelectual sea menor de 70.
    La mayoría de los varones son propensos a la ira irracional y al fanatismo, y no ocultan su intención de implantar la "Sharia" en todo el Reino.
    Nada bueno puede esperarse de una invasión como la que se está produciendo ante los ojos del mundo.

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  2. https://youtu.be/vtda0v5-gig?si=eScnyyudLPdNVBQK

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  3. Qué asco de mundo, un besito de un calvo es agresión sexual y abre diarios en todo el mundo y luego aberraciones cometidas contra niñas indefensas se ocultan y se blanquean.

    Está claro que hay una agenda que promueve esto, hasta que no haya políticos, jueces y periodistas colgados de farolas esto no se acaba.

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    1. ProfessorSnuggles7 de enero de 2025, 12:23

      Y las feministas, ¿dónde se han metido? ¿dónde queda su cacareada "sororidad"?

      Las Montero, Belarra, Isa Serra, Pam y toda la patulea de hipócritas callan como ... mudas, poniendo al descubierto que el feminismo hegemónico no es más que un tentáculo del globalismo, mediante el cual las tontas, los tontos y "les tontes" útiles despejan el camino al Plan Kalergi y a la sustitución étnica en la futura Eurabia.

      ¡Ocho siglos de reconquista para que traidores aupados por el voto de una masa de ignorantes nos devuelva al punto de partida!

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  4. También hay farolas para ellas.

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