sábado, 1 de noviembre de 2025

CUANDO NADIE TE DICE QUE NO PUEDES LOGRAR ALGO



Cuenta la historia que corría el año 1939 y George Dantzig, de 25 años, era estudiante de la Universidad de Berkeley, en California, una de las más prestigiosas universidades de Estados Unidos.

Dantzig cursaba una asignatura de matemáticas a la que solía llegar tarde. En una ocasión, al acceder al aula luego de comenzada la clase, notó que en una esquina del pizarrón había dos problemas planteados por el profesor. Dantzig asumió que eran la tarea para la siguiente clase, así que los anotó en su cuaderno de apuntes.

Lo que no sabía era que en realidad, durante los minutos iniciales de la clase, su profesor, Jerzy Neyman, había explicado y planteado en la pizarra dos problemas estadísticos aparentemente irresolubles.

Es decir, no solo lo que Dantzig copió no era tarea para casa, sino que ni siquiera era algo en absoluto sencillo de resolver. Esos problemas no habían sido resueltos por nadie durante décadas.

Desconociendo esto, Dantzig le dedicó los siguientes días a la «tarea», admitiendo años después que había encontrado los problemas «un poco más difíciles de lo acostumbrado». Sin embargo, con inteligencia y dedicación, perseveró en el reto, pasando horas en la biblioteca recopilando referencias y estudiando hasta que logró resolver el primero. Sintiendo la satisfacción de lo conseguido, abordó el otro hasta que, al cuarto día, tuvo ambos resueltos de forma completa.

Dantizg volvió a clase a la semana siguiente y entregó la "tarea". Su profesor no podía creer la osadía del estudiante al presentarle su trabajo: "¿Tarea? No era tarea. Simplemente estaba presentando ejemplos de problemas matemáticos que la ciencia y los científicos no han conseguido solucionar".

Sorprendido, el estudiante respondió: "¡Pero resolví los dos problemas!". El profesor Neyman, escéptico, recogió sus ejercicios, y días después lo citó. Dantzig, al principio, pensó que era para señalarle algún error que había pasado por alto. Pero luego, al escuchar a su profesor, entendió lo que había ocurrido. Había solucionado dos problemas clásicos de estadística que hasta ese momento nadie había logrado resolver.

Neyman ayudó a Dantzig a publicar una de las soluciones. Años después, otro matemático, Abraham Wald, investigó y llegó a la misma conclusión que Dantzig para el segundo problema, incluyéndole como coautor.

¿Hubiera logrado Dantzig resolver los problemas si hubiera sabido que hasta ese momento no tenían solución? ¿En cuánto influye los límites que nos ponen los demás? ¿Y en cuánto los que nos ponemos nosotros mismos?

Dantzig logró resolver los problemas porque pensó que tenían solución y que era posible hallarla. Su profesor le reconoció su inmenso mérito al recomendarle para el doctorado con siete sencillas palabras: "Acepten a este hombre; es un genio".

El protagonista de esta historia acabaría por ser considerado el «padre de la programación lineal». Recibió numerosos honores, tales como la Medalla Nacional de Ciencia en 1975 y el premio de Teoría John von Neumann en 1974. Vivió hasta 2005 y antes de morir dejó en claro que la increíble historia que antecede era cierta. Una historia que nos arroja lo importante que es confiar en uno mismo.

(Fuente: https://www.mentesliberadas.com/)

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