jueves, 27 de noviembre de 2025

JACOBO GRINBERG Y EL MISTERIOSO MUNDO CHAMÁNICO (1ª PARTE)




El final de la increíble historia del Dr. Jacobo Grinberg-Zylberbaum, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue su misteriosa desaparición. La última pista se remonta a diciembre de 1994 y nos lleva al cerro del Tepozteco, cerca de Ciudad de México. Un lugar de culto desde el siglo XII, donde se llevaban a cabo sacrificios rituales a los dioses guerreros mexicas. A partir de su desaparición se plantearon múltiples conjeturas, incluyendo su posible asesinato, su secuestro por parte de servicios secretos, o incluso se especuló si pasó a otra dimensión como se creía que hacían los chamanes, a los que había estudiado profundamente durante largo tiempo. Pero tal vez la verdadera pregunta sería a dónde podría haber llegado una mente privilegiada como la del Dr. Grinberg. con la tecnología actual. Hay cierta magia en determinadas zonas arqueológicas, entre las que se incluyen las ruinas del Tepozteco. Para descubrirlas hay que llegar al pueblo mágico de Tepoztlán, en Morelos, y luego ascender a la cima del cerro de Tepozteco para admirar los vestigios arqueológicos. De acuerdo con los arqueólogos, estas ruinas formaron parte de un pequeño conjunto arquitectónico construido durante el gobierno del tlatoani Ahuízotl de Tenochtitlan. Tlatoani fue el término usado por varios pueblos de habla náhuatl en Mesoamérica para designar a los gobernantes de los āltepētl o ciudades, los cuales eran los elegidos por los pīpiltin (“nobles”) como gobernantes de entre una familia o dinastía gobernante en las distintas poblaciones. A los tlatoanis gobernantes de varios āltepētl, como el caso de los mexicas, se les denominó huēy tlahtoāni ‘gran orador’.

Allí se rendía culto a las deidades guerreras mexicas, como lo prueban los restos de las banquetas descubiertas, decoradas con procesiones de guerreros que van ataviados con escudos y flechas. Estas banquetas, además de adornar el interior de los templos, servían para que sobre ellas se colocaran las representaciones en barro o piedra de los temibles dioses mexicas. Seguramente, en aquellos tiempos, sólo tenían acceso a este santuario los grandes sacerdotes o los máximos gobernantes mexicas. Una leyenda dice que Tepoztécatl, dios mexica de la fermentación y de la embriaguez, así como patrón de la fertilidad, nació de una princesa cuyo embarazo fue producto del amor de un pajarillo, o según otra versión, del dios Ehécatl. Los padres de la princesa, enojados, la obligaron a deshacerse del niño, quien fue abandonado en un hormiguero. Pero las hormigas en lugar de devorarlo lo alimentaron con gotas de miel. Luego fue dejado entre las pencas, u hojas, de un maguey, que lo abrazó con sus pencas, lo alimentó con aguamiel y finalmente lo mandó corriente debajo de río Atongo en una caja de madera. De ahí lo recogió una pareja de ancianos que lo adoptaron y criaron. Años después, en Xochicalco, Tepoztécatl derrotó al monstruo Xochicálatl, por lo que fue festejado a su regreso a Cuernavaca. Al salir de Cuernavaca se llevó el sonoro teponaztli (tambor de hendidura de origen mesoamericano) y corrió con él a Tepoztlán, evitando que lo alcanzaran al provocar con su orina una gran barranca, lo que le permitió llegar a tocar el teponaztli sobre el cerro del Tepozteco.

Hay quienes se atreven a culpar de la desaparición del Dr. Grinberg a ciertos allegados a Carlos Castaneda, el autor de Las enseñanzas de don Juan y de otros textos sobre brujos yaquis, que forman parte de la sociedad de los brujos de México. Las Enseñanzas de Don Juan: Una Forma Yaqui de Conocimiento, es un libro escrito por Carlos Castaneda como su tesis en sus estudios de Antropología. Se publicó por primera vez en 1968 en inglés y en 1974 en español. El libro narra las vivencias del autor junto a un auto-proclamado chamán yaqui del estado de Sonora (México) llamado Juan Matus (Don Juan) entre 1960 y 1965. El libro está dividido en dos secciones. La primera sección, Las Enseñanzas, es una narrativa en primera persona que documenta las interacciones iniciales de Castaneda con Don Juan usando tres tipos de plantas psicotrópicas, tales como el peyote, el tolache, y un hongo de la familia psilocybe. También trata sobre los estados de realidad no ordinaria alcanzados mediante el consumo de dichas sustancias. En la segunda parte el libro el autor realiza un análisis estructural buscando «revelar la cohesión y contingencia interna de las enseñanzas de Don Juan«. La veracidad de los hechos relatados, al igual que la del resto de la obra de Castaneda, ha sido fuente de polémica, considerándose un caso de engaño para algunos, mientras que para otros se trata de un libro auténtico. Carlos Castaneda, cuyo nombre original es Carlos César Salvador Arana Castañeda (1925 – 1998), fue un antropólogo y escritor peruano nacionalizado estadounidense, autor de una serie de libros que describirían su entrenamiento en un tipo particular de nahualismo tradicional mesoamericano, al cual él se refería como una forma muy antigua y olvidada. Dichos libros y el propio Castaneda, quien en escasas ocasiones hablaba en público acerca de su obra o de sí mismo, son objeto de mucha controversia. Sus partidarios afirman que sus libros son veraces en su contenido, o que al menos constituyen obras de valor antropológico. Sus críticos señalan, por el contrario, que sus libros son una farsa, trabajos de ficción que no son verificables como obras de antropología, al contrario de lo que el autor afirmaba. Richard de Mille (1922 – 2009), autor, periodista investigador y psicólogo norteamericano y otros investigadores fundamentan errores en cuanto a las tradiciones yaquis, y De Mille demuestra que en varias ocasiones las fechas en que los libros de Castaneda afirman que estuvo con Don Juan en México, realmente estaba en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Castaneda aseguraba haberse convertido en un chamán nagual tolteca tras un intenso entrenamiento de modificación de la conciencia y de su percepción, que incluía el uso ritual de enteógenos en una primera etapa. A posterior todo este tipo de sustancias fueron absolutamente innecesarias, e incluso nocivas, sobre todo para su estomago, según sus propias palabras. Sus libros tienen un carácter sincrético, ya que son una mezcla de autobiografía, alucinógenos, rituales toltecas, misticismo y religión. Pero han tenido un tremendo éxito de ventas, tanto que hoy en día son traducidos a diversos idiomas. Sus primeros libros están ligados a la psicodelia y la contracultura de fines de los años 60 y 70 del siglo XX. En gran medida porque él lo quiso hacer con el propósito de «borrar su historia personal«. En realidad no hay muchos datos acerca de las fechas y lugares de los hechos de su vida. Carlos Castaneda afirma en sus libros que hereda una tradición de brujería. Esta tradición se basa en una agrupación específica de brujos que tiene como fin obtener la libertad. La agrupación se conforma por un nagual, una especie de brujo o ser sobrenatural que tiene la capacidad de tomar forma animal y que actúa como líder, más un conjunto de brujos catalogados como ensoñadores y otros catalogados como acechadores. Tal organización se perpetúa a través de las generaciones. Siguiendo los mandatos del espíritu nagual el grupo anterior selecciona a los integrantes del grupo ulterior, de modo que cada generación busca a un nuevo nagual y a los respectivos ensoñadores y acechadores de dicha generación. La generación de Castaneda era una excepción, ya que este último no poseía la cantidad de energía necesaria dada su configuración energética como para formar un nuevo grupo de brujos. La tradición de brujos se remonta a un linaje de naguales con orígenes en los toltecas. El último nagual sería Castaneda, aunque antes que él está Don Juan. El siguiente es el nagual Julián y antes que él está el nagual Elías. Estos naguales son los más mencionados en los libros de Castaneda.

Por alguna razón extraña, que aún nadie ha podido explicar, el hombre parece que ha sido siempre un animal religioso. Los escépticos del siglo XVIII trataron de explicarlo de forma convincente diciendo que era una mera superstición. El hombre temía a las fuerzas naturales, así que personalizó los truenos y relámpagos como dioses y a ellos elevó sus rezos. Pero esta visión algo simplista no explica por qué nuestros antepasados durante la glaciación de Riss, hace más de 200.000 años, quisieron hacer esferas perfectamente redondas, cuando aún no había ninguna aplicación práctica obvia para ellas. Al parecer, la única explicación posible es que son objetos religiosos, una especie de disco solar. Y el Homo erectus, o quienquiera que las hiciese, sin duda no tenía ninguna necesidad de temer al sol. Asimismo, ciertas herramientas de pedernal, que datan de la glaciación de Riss, muestran una factura compleja que las eleva a la categoría de obras de arte, puesto que parece evidente que van mucho más allá de cualquier requisito práctico. El escritor Colin Henry Wilson, autor de Lo Oculto, sugiere la posibilidad de la existencia de vida tras la muerte y de los espíritus. Ahora bien, el impulso religioso se basa en la sensación de que hay un significado oculto en el mundo. Los animales consideran el universo como algo muy natural. Pero la inteligencia lleva aparejada una sensación de misterio y busca respuestas. Las montañas o los árboles gigantescos se convierten en dioses; los relámpagos y los truenos, también; y lo mismo el Sol, la Luna y las estrellas. Pero ¿por qué adquirió el hombre esta sensación de misterio y de significados ocultos? la explicación de que dicha sensación se basa en el miedo es insuficiente. Cuando un animal contempla el maravilloso espectáculo de un amanecer o un crepúsculo, supuestamente lo percibe solamente como un fenómeno natural. El hombre, en cambio, lo percibe como algo hermoso; el amanecer o el crepúsculo despierta cierta respuesta en él, igual que el aroma de la comida al prepararla. Pero la respuesta al aroma de la comida se debe al hambre física. Pero, ¿qué clase de sensaciones despierta un crepúsculo? Si pudiéramos responder a esa pregunta, responderíamos a la pregunta de por qué el hombre es un animal religioso.

Cuando el arqueólogo francés Émile Cartailhac (1845 - 1921) vio los grabados de la cueva de Laugerie-Basse, en el poblado francés de Les Eyzies, reconoció inmediatamente que «hay aquí algo más que la prueba de un maravilloso temperamento artístico; aquí intervienen motivos e intenciones que desconocemos…». Descartó la idea de que el hombre de Cro-Magnon pintara porque tenía tiempo libre y señaló que los habitantes de las islas de los mares del Sur disponen de mucho tiempo libre, pero casi nunca pintan en las rocas. En cambio, los bosquimanos, que a duras penas subsistían, produjeron abundancia de arte rupestre. Pero fueron los aborígenes australianos y los indios de América quienes finalmente proporcionaron la respuesta: los dibujos tenían finalidades mágicas. Su objetivo era crear una relación entre el cazador y su presa. El antropólogo Ivar Lissner lo explica en su libro Man, God and Magic: «Se hechiza a un animal por medio de su efigie, y el alma del animal vivo corre la misma suerte que el alma de su segundo ser. Un cazador también puede representar la muerte de su presa de manera ceremonial, matándola en efigie utilizando ciertos rituales muy antiguos…». Así que tenemos una prueba más de que el hombre antiguo era un animal supersticioso. Un chamán tribal, como los que aparecen pintados en tantas cuevas de Dordoña, celebraba un largo y complicado ritual la noche antes de la cacería y su objetivo era atraer animales a un lugar determinado. Y hay indicios de que, por alguna extraña razón, sí parece dar resultados. Llama la atención que chamanes de todo el mundo, de culturas sin ninguna relación entre sí, tengan las mismas creencias básicas y los mismos métodos básicos. Según Juan Ruiz Naupari, en su obra Chamanismo esencial: “El chamanismo antiguamente fue practicado por una élite sacerdotal y lo que conocemos como chamanismo, sobre todo en Perú, después de quinientos años, no es el chamanismo auténtico, porque este chamanismo está desprovisto de lo que es el trabajo de autodescubrimiento. Podríamos decir que el chamanismo que se practica ahora es como la medicina oficial, donde el paciente va al médico para que le solucione el problema y el doctor intenta solucionarle su afección a través de unas sustancias químicas sin llegar a la esencia de la enfermedad”.

Volviendo a las investigaciones del Dr. Jacobo Grinberg, tenemos su opinión de que: “Nosotros interactuamos con una matriz informacional o campo informacional que todo lo abarca y envuelve y que contiene en cada una de sus porciones toda la información. Es una matriz de tipo holográfico. En ese nivel de cualidad de la experiencia no hay objetos separados unos de otros, sino que se trata de un extraordinario campo informacional de enorme complejidad«. Nuestro cerebro interactúa con ese campo informacional que algunos llaman campo cuántico y otros, como David Joseph Bohm (1917 – 1992), físico estadounidense, que hizo importantes contribuciones en los campos de la física teórica, la epistemología, y la neuropsicología, habla del concepto de el orden implicado. Los físicos actuales hablan de un campo espacial y la Teoría Sintérgica del Dr. Grinberg la denomina campo sintérgico. El cerebro interactúa con este campo. Y a partir de esta interacción, como resultado final del procesamiento cerebral, aparece la realidad perceptual, la que percibimos tal y como la conocemos. Es decir, los objetos, formas, colores y texturas. En ese campo informacional se encuentran la información de esos objetos, pero no la cualidad de los mismos. El cerebro está encargado de alguna manera de descodificar ese campo informacional y la resultante final es la realidad que nosotros percibimos. Nosotros, en general, debido a nuestra incapacidad para entender el proceso, confundimos ese resultado final con un estimulo primario. Pero lo cierto es que no tenemos acceso al proceso de creación de la realidad perceptual, sino solamente a su resultado final. Y es precisamente esta confusión la que nos lleva a pensar que la resultante final no es un producto creado por nosotros, sino una realidad independiente de nosotros, cuando en realidad somos nosotros quienes la elaboramos.

(Visto en https://oldcivilizations.wordpress.com/)

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