jueves, 11 de diciembre de 2025

JACOBO GRINBERG Y EL MISTERIOSO MUNDO CHAMÁNICO (6ª PARTE)



Para el chamán existe el mundo objetivo, que es la realidad tal y como la conocemos, que es el nivel bajo de la realidad. Pero para el chamán también existe el mundo subjetivo, donde habitan los espíritus de la naturaleza y donde el chamán puede conversar con ellos, donde todo está interrelacionado y todo es sincrónico. Hay además un mundo simbólico, un mundo de sueños y arquetipos, de dioses y de animales de poder. En este mundo el chamán trabaja con sueños y moldea la realidad. Por último, ven la existencia de un mundo holístico, un mundo de luz, de energía, y de unión con lo sagrado. El chamán es aquél que viaja por estos mundos a través del estado alterado de conciencia, en que el chamán ha muerto y renacido. Esta muerte y resurrección marca el principio del camino chamánico y la iniciación del chamán. El chamán desciende a los infiernos o asciende a los cielos, contacta con sus guías y llega al entendimiento. Contacta con los otros mundos para, desde ellos, modificar la realidad. Después renace y regresa a la realidad que abandonó. Es fundamental saber que el mundo del chamán es aquel en que cada persona genera su propia realidad. Esto es, cada uno hace que las cosas sean posibles o imposibles, reales o irreales. Y para ello realiza su trabajo chamánico. Este trabajo consiste en alcanzar un estado alterado de conciencia, de realizar el viaje a otras realidades y afectar al mundo objetivo desde el mundo subjetivo y desde el mundo simbólico. Para ello el chamán entra en trance, alcanzando precisamente el éxtasis que lo define. Alcanza el éxtasis con muchos métodos, desde el uso de sonidos repetitivos hasta el uso de sustancias psicotrópicas. Pero no hay que olvidar que en base a esta concepción del universo existe una doble lectura para el concepto de trabajo chamánico. Un significado de este trabajo es un trabajo de poder, donde el chamán entra en trance a través de experiencias extáticas para viajar a través de los mundos y con el fin de modificar la realidad. Allí el chamán habla con los espíritus, aprende de ellos, trata con los espíritus elementales, contacta con los animales de poder, y con sus guías. Desde allí sana los cuerpos y las almas, y cura las enfermedades.

Pero también es un trabajo chamánico el trabajo de amor, de autodescubrimiento, más allá de esas acciones mágicas o sanadoras. El chamán sigue un camino de crecimiento interior, con el fin de alcanzar ese mundo holístico y la ascensión. Para los toltecas, este camino es el Camino del Guerrero. Este camino de trabajo interior consiste en cuatro pasos: conocimiento, transformación, amor y poder. El trabajo chamánico nos acerca al Todo. El chamán cree que esta vida es Maya, un sueño, y que la realidad es el Otro Mundo, el mundo de Luz y espiritual. El Chamanismo Esencial dice que somos espíritus, que nuestros espíritus han tomado forma en nuestros cuerpos y que hemos bajado desde nuestro hogar en los cielos a este mundo para aprender en diferentes vidas y existencias. Para los druidas, la vida es un sueño y lo real es el Otro Lado, el otro mundo. Descendemos desde la Torre de Arianrhod para acercarnos cada vez más al Todo, a la Fuente, aprendiendo reencarnación tras reencarnación. Para algunos seguidores de la tradición Celta, el destino inicial de las almas al dejar este mundo es Caer Arianrhod o el castillo de la Rueca Plateada, donde reside una diosa lunar que vela por la muerte y el renacer. Su castillo o torre en espiral se alza en una dimensión entre mundos, y allá van y esperan las almas entre una y otra reencarnación. El druida, al igual que el chamán, está unido a la Naturaleza. Ambos están unidos a su entorno. Lo investigan y estudian con el fin de adquirir conocimiento. Buscan las propiedades mágicas y curativas de todo aquello que les rodea. Tanto uno como otro hablan con los espíritus de las plantas y los árboles. El chaman conversará con el espíritu de las plantas de poder, que le guiarán en el trance chamánico. El druida contactará con el espíritu de los árboles de sabiduría para que le guíen. En The Roots of Civilisation, Alexander Marshack comenta: «Aunque en el paleolítico superior las explicaciones se hacían mediante historias y por medio de imágenes y símbolos, intervenía en ello un alto grado de inteligencia, cognición, racionalidad, conocimiento y habilidad técnica». Dicho de otro modo, el hombre de la edad de piedra poseía todas las capacidades necesarias para crear civilización.

En su libro La diosa blanca, Robert Graves propone un punto de vista que está totalmente de acuerdo con las conclusiones de Marshack. Arguye que el culto a la diosa luna (la «diosa blanca») fue la religión universal original del género humano y que en una etapa bastante posterior fue suplantada por el culto al dios sol Apolo, al que Graves considera símbolo de la ciencia y la racionalidad, esto es, del conocimiento del hemisferio izquierdo del cerebro en contraposición a la intuición del henisferio derecho, que él asocia con la diosa. Graves cuenta que estaba leyendo la traducción que lady Charlotte Guest hizo de la epopeya galesa The Mabinogion cuando encontró un poema incomprensible titulado «The song of Taliesin». De pronto supo que los versos eran una serie de acertijos medievales cuyas respuestas él conocía. También adivinó que los acertijos estaban relacionados con una tradición galesa sobre una Batalla de los Árboles, que en realidad trataba de una lucha entre dos grupos de sacerdotes druidas por el control del saber. El alfabeto druídico era un secreto que se guardaba celosamente, pero sus dieciocho letras eran nombres de árboles cuyas consonantes representaban los meses de los cuales eran característicos los árboles, a la vez que las vocales representaban las posiciones del Sol, en relación a los equinoccios y solsticios. El «calendario de los árboles» se usó en toda Europa y Oriente Medio en la edad del bronce, y se asociaba con la Triple Diosa. La Triple Diosa es el tema de muchos de los escritos de Robert Graves y ha sido adoptado por muchos neopaganos como una de sus deidades principales. El término Triple Diosa se utiliza con poca frecuencia fuera del neo-paganismo para referirse a tríadas de diosas y diosas individuales de tres formas o aspectos. Dice Graves que este culto fue reprimido poco a poco por el «afanoso culto racional al dios solar Apolo, que rechazó el alfabeto arbóreo órfico a favor del alfabeto fenicio comercial y dio comienzo a la literatura y la ciencia europeas». La idea de Graves corrobora la de la escritora británica Anne Macaulay, en el sentido de que el alfabeto moderno estaba asociado con Apolo. También corrobora la mentalidad «mágica» del hombre de Cro-Magnon, que poco a poco ha cedido ante la mente «bicameral» de hoy. Según Graves, fue impuesto todo un sistema de conocimiento que está basado en una mentalidad que es totalmente distinta de la nuestra, basada en premisas «lunares» en lugar de «solares».

Esto es también lo que trata de describir Schwaller en libros como Sacred Science, y contribuye a explicar su oscuridad. Trata de describir una visión remota y olvidada de la realidad empleando un lenguaje que no es en absoluto apropiado para ello. La mención de calendarios antiguos nos recuerda inevitablemente el famoso calendario maya que, como señala Graham Hancock, es mucho más exacto que el moderno calendario gregoriano. Hancock cita a un arqueólogo que pregunta por qué los mayas crearon un calendario tan increíblemente exacto, pero no comprendieron el principio de la rueda. Sabemos que los mayas heredaron su calendario de los olmecas, que estuvieron en América mil años antes que los mayas. Pero entonces tendríamos que preguntarnos por qué los olmecas no comprendieron el principio de la rueda. Hancock sugiere que la respuesta puede ser que los mayas y los olmecas no inventaron el calendario, sino que lo heredaron. Esto es precisamante la sugerencia que hizo Schwaller de Lubicz para explicar el carácter avanzado de la ciencia egipcia. Todos los indicios que hemos considerado hasta ahora señalan que Hancock y Schwaller tienen razón. Lo cual sigue sin responder a esta pregunta: ¿Por qué querrían un calendario tan exacto? El druidismo tiene una clara herencia chamánica. Si se analiza el druidismo, se pueden ver muchos elementos propios de los chamanes, hasta el punto de que se puede decir que los druidas eran chamanes celtas, aunque el trabajo chamánico no es lo único que define a un druida, puesto que además de chamanes, eran jueces, poetas, historiadores, médicos, maestros, consejeros, artistas, astrólogos y magos. El druida, al igual que el chamán, se comunica con los espíritus de los animales. El chamán se identifica con el espíritu del animal y asimila el espíritu de sus tótem. De hecho, los druidas llegan a transformarse en cierto sentido en esos animales. Al igual que los chamanes, un druida es un medium que habla con sus antepasados y recibe información de ellos. Los chamanes son identificados desde la niñez como tales, generalmente a través de alguna señal como un rayo, a través de sueños o a través de enfermedades, como la epilepsia. Estas señales pueden señalar a un futuro chamán, aunque también es posible formarse como tal por propio convencimiento, si bien son considerados menos poderosos.


En cualquier caso, el chamán no es reconocido como tal hasta que no ha recibido una doble instrucción. Se trata de una instrucción de orden extático, como los trances, y otra donde aprende las técnicas chamánicas, incluyendo la mitología, entre otros conocimientos, a través de la formación otorgada por los antiguos chamanes. Los druidas igualmente eran buscados, en muchas ocasiones desde pequeños, y si algún niño presentaba posibilidades de poder ser especial era llevado al bosque para someterle a una serie de pruebas. Si se decidía que el niño era apto, se le llevaba a formarse con los druidas. Esta formación en el conocimiento druídico era larga y ardua, y pasaban veinte años hasta que el estudiante era iniciado y se convertía en un druida. El druida cree también en varios mundos, como el chamán. Tanto los chamanes como los druidas, realizan viajes a través de distintos mundos mediante estados alterados de conciencia. Como el chamán, el druida modifica su conciencia para conseguir información o realizar trabajos mágicos. Unos y otros lo realizan mediante la ingestión de sustancias tóxicas como la amanita muscaria o a través de cantos, tambores, respiraciones u otros medios. Pero lo más importante es el trabajo interior. Ambos persiguen a través de estas ingestiones de enteógenos, sustancias vegetales con propiedades psicotrópicas, para potenciar el trabajo de autodescubrimiento y un continuo aprendizaje, buscando experiencias que fuesen únicas. Los druidas, como todas la religiones paganas, buscaban el conocimiento interno. Para los druidas es a través del conocimiento interno, a través de la verdadera naturaleza del ser, así como de una concepción real y verdadera de la realidad, como llegamos a la Iluminación. La verdad para los druidas era realmente importante. De la verdad nacen muchas otras cosas, como la honestidad, o la sinceridad. La verdad aplicada a uno mismo y la verdad hacia el mundo. Otra es el conocimiento, puesto que para acercarse al amor y a la creación es necesario conocerse a sí mismo y conocer el entorno. Los druidas estudian la Creación y la intentan conocer. La contaminación del conocimiento, negar la posibilidad de conocimiento a alguien, es algo atroz para un druida. Y la naturaleza es el resultado de nuestra voluntad, de la unión de nuestros actos, nuestros pensamientos y nuestra alma. El actos se realiza como representación terrenal de nuestros pensamientos, que son generados a su vez por nuestra propia esencia, por nuestra propia naturaleza y que interactúa con la verdadera naturaleza de la Creación.

El chamán se inicia a través de un viaje de muerte y resurrección, viaje que también realizan los druidas, puesto que esta muerte y resurrección se puede observar en las iniciaciones druídicas, donde el joven que se iba a iniciar moría y volvía a nacer. Se dice que el joven futuro druida era purificado con fuego, sustancias psicotrópicas y cantos, mientras que al llegar a otro estado de conciencia era conducido junto a un árbol, donde era colgado dentro de un saco hasta el amanecer, donde renacía. Pero, aparte de posibles ceremonias practicadas para iniciarse, el mayor ejemplo chamánico, donde se puede ver mejor este trabajo de muerte y renacimiento es en la figura mítica de Taliesín. La leyenda celta nos cuenta que la Awen llega como fruto del caldero de Ceridwen. En la historia, se dice que Ceridwen y su marido tuvieron tres hijos: Morfran (‘cormorán’); Creirwy (‘huevo de cristal’), la más bella doncella del mundo; y Afagddu (‘total oscuridad’), el menos favorecido de los hombres. Para compensarle su tremenda fealdad, Ceridwen decide hacerle sabio preparándole un brebaje mágico en su caldero de Inspiración (es decir, la Awen). El brebaje se preparó a lo largo de todo un año y un día, y Ceridwen pone a dos personas a cuidarlo mientras ella sale a recoger hierbas. Se trataba de un ciego llamado Morda (“buen mar” o “gran bien”), y un niño llamado Gwion Bach (“pequeño inocente”). El último día de preparación, tres gotas del líquido del caldero salpicaron al niño Gwion, quemándole el dedo. Mete el líquido en la boca y al instante gana los tres dones de la Awen: la inspiración poética, la profecía, y el poder cambiar de forma a voluntad. El resto del brebaje se vuelve mortalmente venenoso, y el caldero explota, rompiéndose en dos mitades. Con su don de la profecía, Gwion sabe que Ceridwen intentará matarle por haber probado lo que estaba destinado a su hijo, así que usa su don de cambiar de forma para huir en forma de liebre. Ceridwen le persigue en forma de galga, así que él se convierte en pez. Ella se convierte, a su vez, en nutria. El se hace pájaro, ella, halcón. El se convierte en un grano más de trigo entre los del suelo del molino, ella, sin embargo, convertida ya en gallina negra, le engulle.

Después de nueve meses, el niño Gwion vuelve a nacer del vientre de Ceridwen, quien no puede contemplar su asesinato “debido a su gran belleza”, así que le ata dentro de una bolsa de cuero y le lanza al mar en la víspera de mayo. El primer día de mayo por la mañana la bolsa es descubierta en un apostal de pesca, y abierta. La primera persona en contemplar al hermoso bebé dentro de la bolsa dice “Mirad, una frente radiante!”. Y es así que el niño recibe el nombre de Taliesín, que en galés significa “frente radiante”. En este caso, Cerridwen representa la figura de la iniciadora. Las transformaciones animales de Taliesín nos hablan de los tres elementos de los celtas: tierra, agua y aire: Taliesín se convierte en pez, en pájaro y en mamífero terrestre. Así pues, El nuevo Taliesín, recorre toda la creación, toda la existencia para huir de Cerridwen. El caldero es considerado un elemento de muerte y resurrección por los celtas. De hecho, el caldero Gundestrup celta muestra una imagen del caldero del Dagda, “El siempre húmedo”, en el que eran sumergidos los muertos y salían revividos. El mismo caldero que le significa a Gwion renacer como Taliesín. La miel es un símbolo utilizado por muchas culturas como símbolo de las sustancias psicotrópicas. Odín alcanza la sabiduría al beber el licor llamado Kvasir, de un caldero llamado Odhroerir, (‘Inspiración´). Tenemos también la hidromiel de Mímir, cuya cabeza custodiaba las raíces de Yggdrasyl, el árbol cósmico, la fuente del conocimiento. En el Rig Veda hindú, se asimila la figura del Soma como miel. La Ambrosía de los dioses griegos era hecha parcialmente con miel. Tanto el Soma como la Ambrosía otorgan la inmortalidad y convierten a los hombres en dioses. De hecho, existe una relación directa de la miel con otras sustancias enteógenas, así como la de la abejas con las sacerdotisas de los misterios de Eleusis. En la historia se puede ver una triple iniciación: la bebida del caldero abre la mente del bardo al don de la Awen, la estancia en el vientre de la diosa da sabiduría para entenderlo, y la prueba de ser abandonado al mar dentro de la bolsa de cuero capacita al druida para poder conquistar el último miedo, el de la muerte. Gwion bebe tres gotas: una gota para el cuerpo, una para la mente y otra para el alma. Y de hecho, sufre una triple muerte y un triple renacer, que para los celtas no podía ser de otra manera que no fuera triple, puesto que de esta triple manera cubre todos los aspectos de la creación y del renacimiento.

Al alcanzar la Awen, Gwion, ya convertido en Taliesín, rememora su verdadera existencia y habla de su estancia en el Castillo de Arianhrod y de las diferentes vidas que ha ido teniendo. Gwion se convierte en el chamán que accede al caldero de la resurrección y bebe de él. Bebe de la sabiduría para renacer de la iluminación fluida de la Awen. Una resurrección como druida, como bardo, como vate o como chamán. Una posibilidad intrigante la ha sugerido un investigador llamado Maurice Cotterell, en un libro titulado The Mayan Prophecies, escrito conjuntamente con Adrian Gilbert, colaborador de Robert Bauval en el libro El misterio de Orión. Cotterell, ingeniero y científico informático, se sintió interesado por los aspectos científicos de la astrología. Cuando estaba en la marina mercante se fijó en que el comportamiento de sus compañeros de a bordo parecía ajustarse a sus signos astrológicos, tales como que los signos «de fuego» son más agresivos que los de «agua», etc. Un psicólogo y estadístico francés, llamado Michel Gauquelin, ya había planteado esta cuestión y publicado un estudio que indicaba que hay pruebas estadísticas auténticas de ciertas proposiciones de la astrología, tales como que nacen más científicos y médicos bajo el signo de Marte, y que nacen más políticos y actores bajo el signo de Júpiter. Un psicólogo escéptico, el doctor Hans Eysenck, fue lo bastante imparcial como para examinar estos resultados, reconociendo públicamente que parecían ser razonables. Eysenck trabajó luego con un astrólogo llamado Jeff Mayo y estudiaron conjuntamente dos grandes muestras de sujetos elegidos al azar, para ver si las personas nacidas bajo signos «de fuego» (Aries, Leo, Sagitario) y signos «de aire» (Géminis, Libra, Acuario) son más extravertidas que las nacidas bajo signos «de tierra» (Tauro, Virgo, Capricornio) y «agua» (Cáncer, Escorpio, Piscis). Y aunque las probabilidades en contra eran de 10.000 a 1, las estadísticas, que afectaron a unas 4.000 personas, demostraron que efectivamente era así. Cotterell quiso saber cómo era esto posible. ¿Hay algún factor cósmico que cambie de un mes a otro y explique este intrigante resultado?

Aunque parezca que nos apartamos del tema principal, creo que vale la pena hacer algunas consideraciones sobre el Sol y los campos magnéticos. A los signos del zodíaco, como Aries, Tauro, etc., se les llama signos «del Sol» porque el sol nace sobre un fondo de constelaciones diferentes cada mes. Pero es obvio que las constelaciones no pueden influir en los individuos, toda vez que están a años luz de distancia. Es decir, que nuestro destino está escrito en las estrellas no es más que una forma de hablar, ya que son meramente las cifras en un reloj que nos permiten saber la hora. En cambio, el Sol hace algo que ejerce gran influencia en la Tierra. Este horno grande y rugiente despide un chorro continuo de energía debido al cual las colas de los cometas salen a borbotones detrás de estos chorros de energía como banderas ondeando al viento. También tiene variaciones llamadas «manchas solares», que son enormes erupciones magnéticas que pueden causar interferencias radiofónicas en la Tierra. Emiten un «viento solar» de partículas magnéticas que causan la aurora boreal. Cotterell decidió partir del razonable supuesto de que el campo magnético del Sol, en particular la actividad de las manchas solares, puede ser lo que afecta a los embriones humanos. Debido a que está hecho de plasma, o gas sobrecalentado, el Sol no gira de manera uniforme, como gira la Tierra. Su ecuador gira casi un tercio más rápidamente que sus polos, lo que representa 26 días por «vuelta», mientras que los polos tardan 37. A causa de ello sus líneas de magnetismo se tuercen y a veces sobresalen del Sol, formando las «manchas solares». Cotterell se sintió muy interesado al saber que el Sol no sólo cambia el tipo de radiación que emite cada mes, sino que, además, hay cuatro tipos de radiación solar que se siguen unos a otros de acuerdo con un orden. Así que la actividades del Sol no sólo parecen corresponderse con los cambios astrológicos mensuales, llamados «signos solares», sino también con los cuatro tipos de signos: fuego, tierra, aire, agua. Debido a que la Tierra también gira alrededor del Sol, una rotación solar de 26 días tarda 28 días vista desde la Tierra. La Tierra recibe una lluvia alterna de partículas negativas y positivas cada siete días. Los biólogos saben que el débil campo magnético de la Tierra influye en las células vivas y puede afectar la síntesis del ADN en las células.

Así que Cotterell pensó que era muy probable que los cambios en el campo magnético del Sol afectasen a los bebés en el momento de la concepción. Si así ocurría, habría descubierto la base científica de la astrología. Pero los astrólogos a quienes explicó su teoría no acabaron de quedar convencidos. Según la astrología, lo que nos afecta es el momento en que se produce el nacimiento y no el de la concepción. Sin embargo, esto no parece tener sentido, ya que, después de todo, el bebé ya ha «vivido» unos nueve meses cuando llega el momento de nacer. De hecho, otro científico ya estaba trabajando en una teoría parecida. En The Paranormal – Beyond Sensory Science (1992), el físico Percy Seymour sugiere que el feto recién formado se ve afectado por la «red magnética» del sistema solar, que se extiende entre el Sol, la Luna y los planetas. Cotterell sencillamente hacía caso omiso de la Luna y los planetas por considerarlos sin importancia. Al obtener un puesto de trabajo en el Cranfield Institute of Technology, Cotterell se apresuró a introducir sus datos en el potente ordenador del instituto. Quería determinar la interacción de los dos campos magnéticos del Sol, debida a sus diferentes velocidades de rotación en los polos y el ecuador, y el movimiento de la Tierra alrededor del Sol. Lo que salió del ordenador fue un gráfico que mostraba un ciclo rítmico definido cada once años y medio. Curiosamente los astrónomos han calculado el «ciclo» de manchas solares en 11,1 años. Así pues, parecía que Cotterell se estaba acercando a una conclusión. Los dos campos magnéticos interactivos del Sol vuelven al punto de partida, por así decirlo, cada 87,45 días, a lo que Cotterell dio el nombre de bit. Al examinar su gráfico, vio que el ciclo de manchas solares se repite y vuelve al punto de partida cada 187 años. Pero hay otra complicación. Se trata de la llamada «capa neutra» del Sol, que es la zona alrededor del ecuador solar, donde el norte y el sur se compensan perfectamente. Esta capa se comba por efecto del campo magnético del Sol, de modo que se mueve un bit cada 187 años, lo que da un ciclo total antes de que vuelva al punto de partida de 18.139 años.


Y cada 18.139 años el campo magnético del Sol se invierte. Cotterell comprobó que este período se dividía en 97 períodos de 187 años, consistentes en cinco ciclos principales, tres de 19 veces 187 y dos de 20 veces 187. Al observar que 20 veces 187 años equivalen a 1.366.040 días, Cotterell sintió gran interés. Había despertado su curiosidad uno de los documentos astronómicos mayas conocidos por el nombre de Códice de Dresde, que los mayas utilizaban para calcular los eclipses, así como los ciclos del planeta Venus, a los que concedían muchísima importancia. Los mayas declaraban que Venus «nació» el 12 de agosto del año 3114 a. C. El psicoanalista y escritor ruso Immanuel Velikovsky creía que Venus había «nacido» de Júpiter y se acercó peligrosamente a la Tierra cuando se dirigía a ocupar su posición actual. Los mayas calculaban usando un período complicado que llamaban tzolkin, equivalente a 260 días, y, según ellos, un ciclo completo del planeta Venus equivalía a 1.366.560 días. Cotterell se fijó en que esta cifra era casi igual a la suya de 1.366.040 más dos tzolkin. Se preguntó si era posible que los mayas hubieran sacado por casualidad la misma conclusión sobre los ciclos de manchas solares y que su complejísimo calendario se basara en él. Algo más le hacía pensar que quizá estaba bien encaminado. Había observado un hecho bastante curioso: que el bombardeo magnético del Sol se intensifica durante los períodos de baja actividad en los ciclos de manchas solares. Esto parecía contradictorio, ya que lo lógico era esperar que disminuyera. Sacó la conclusión de que el fenómeno tenía que ver con los cinturones de radiación que hay alrededor de la Tierra y que se denominan «cinturones de Van Allen» porque fueron descubiertos por el científico espacial James Van Allen en 1958. Estos cinturones se deben al campo magnético de la Tierra y atrapan la radiación solar, que, de no ser por ello, destruiría la vida en la Tierra. Cotterell pensó que los cinturones de Van Allen quedan supersaturados de partículas magnéticas durante los períodos de gran actividad de las manchas solares y, de esta manera, reducen la cantidad de radiación que llega a la superficie de la Tierra.

En los períodos de poca actividad de las manchas solares, permiten el paso de las partículas. Y Cotterell creía que causan esterilidad y otros problemas. Cotterell se inclinaba a datar la decadencia de los mayas a partir de 627 d. C., año en que la Tierra estaba recibiendo un bombardeo máximo de magnetismo del Sol. Entonces se dio cuenta de que el 627 d. C. era también el final del ciclo maya de 1.366.560 días a partir del «nacimiento de Venus» en el 3114 a. C. Era también el momento en que el ciclo magnético del Sol se invertía. El nacimiento de Venus fue la fecha de la anterior inversión solar. Sin duda no podía ser una coincidencia. Bastante más preocupante es el hecho de que el próximo ciclo maya terminará el ya pasado 21 de diciembre de 2012, en solsticio de invierno, fecha en que teóricamente el campo magnético del Sol debería volver a invertirse, aunque ello no se produjo en la fecha prevista. Cotterell señalaba que actualmente se registra un descenso de la fertilidad en los países desarrollados y que la causa puede ser este cambio en el ciclo de manchas solares. Graham Hancock cita el año 2030 como el momento en que, de acuerdo con las previsiones, se producirá una inversión de los polos magnéticos de la Tierra que causará numerosas catástrofes. Si Cotterell está en lo cierto, tal vez la Tierra experimente problemas antes. Pero es posible que, después de todo, tanto Hancock como Cotterell se equivoquen. La Tierra superó el anterior cambio en el campo magnético del Sol en el 627 d.C. sin ninguna catástrofe visible. En el citado año, el emperador bizantino Heraclio invadió Asiria y Mesopotamia y derrotó a los persas cerca de Nínive, importante ciudad asiria, cercana a la actual Mosul, en Irak. Asimismo el profeta Mahoma hostigó a los habitantes de La Meca desde Medina y los japoneses mandaron enviados a China. Al parecer, ninguno de los citados se fijó en la inversión del campo magnético del Sol.

En cuanto al campo magnético de la Tierra, los científicos actuales no tienen ninguna idea sobre cuál es su causa, y mucho menos de por qué su polaridad se invierte de vez en cuando; así que está claro que no puede haber ninguna razón científica por la que deba suceder en el año 2030 en vez de dentro de mil años. Con todo, las ideas de Cotterell han sido una aportación importante al estudio de las civilizaciones antiguas. Parece haber demostrado de forma muy convincente que el calendario maya tiene un sólido fundamento científico. Ello indicaría, una vez más, que el hombre antiguo parecía saber mucho más sobre los cielos de lo que creen los astrónomos modernos. Asimismo, si los mayas basaron su calendario en el ciclo de las manchas solares, entonces debemos suponer que este conocimiento se basaba en la intuición más que en el interés puramente científico. Schwaller de Lubicz dice que todo ser vivo está en contacto con las energías del universo, y que cada hora del día tiene sus diferentes neters o vibraciones. Si Alexander Marshack (1918 – 2004), arqueólogo paleolítico norteamericano, está en lo cierto, el hombre de Cro-Magnon estudió los cielos porque era consciente de estas energías o vibraciones. Y sin duda cabe decir lo mismo de los incas y los mayas. El chaman maya utilizaba un sistema de sanación denominado Hunabku, el cual permitía que no solo ellos, sino también el resto de la comunidad, tuviera la oportunidad de reconectarse con la energía del Sol Central, Dios de la Galaxia, y de esa manera podían elevar la frecuencia vibratoria, algo que solía favorecer a los mayas para obtener una visión y una comprensión mucho más amplia acerca de la realidad y de cada situación. El contacto que el chaman maya establecía con esta energía, favorecía a tres factores fundamentales que generalmente en nosotros se encuentran dormidos. Uno de estos factores es la telepatía, la cual nos ayuda a conectarnos con la mayoría de las energías sutiles que rodean a la gente permanentemente.

De esta manera, teniendo un pleno desarrollo de la facultad de la telepatía, el chaman maya era capaz de decodificar los mensajes que le eran enviados constantemente por parte de los «dioses». Además, gracias a ello, el chaman maya tenía la conexión que se requería para comprender que todos los individuos del planeta forman un todo, y debido a esto, existe la posibilidad de que todos se conecten entre sí. La sincronicidad es otro de los factores que solía dominar el chaman maya, y cuando hablamos de esto nos referimos a la sincronicidad que les permitía actuar en el momento justo y siempre de la mejor manera que pudiese ayudar al desarrollo de su pueblo. Sin duda el factor más importante era el amor, debido a que de la única manera en la cual se puede sentir amor por el prójimo, es empezando a amarnos a nosotros mismos, y esto era algo que el chaman maya tenía muy en cuenta. De esta manera, lograba alcanzar la felicidad a través de la compasión, la comprensión y la gracia. Por otro lado, el chaman maya utilizaba la sanacion Hunabku debido a que las vibraciones energéticas de la misma lo convertía en canal de energía la cual hace efecto en donde más se la necesita, y por esta razón la curación que realizaba el chaman maya es históricamente una de las más efectivas. No podemos ignorar el hecho de que las tan famosas profecías mayas, eran dictadas justamente por el chaman maya, y según se dice, las mismas eran dictadas en la mente del chaman maya quien luego las escribía e interpretaba para su pueblo. La mayoría de sus profecías se cumplieron tan y como lo dijeron, y es por esta razón que la civilización maya ha merecido tanto respeto a lo largo de la historia.

En todo el mundo, en los mitos de docenas de culturas diferentes, hay leyendas que obviamente expresan la misma historia. James George Frazer (1854 -1941) fue un influyente antropólogo escocés en las primeras etapas de los estudios modernos sobre magia, mitología y religión comparada. Hizo de ello el punto de partida de su famoso libro La rama dorada. Frazer decidió que la clave del misterio era el concepto de la fertilidad de la tierra, la necesidad de una buena cosecha. El rey era un mago cuyos poderes garantizaban la lluvia. Si los poderes empezaban a fallar, el rey era ofrecido como sacrificio a los dioses. Finalmente, el sacrificio se volvió simbólico y se convirtió en un ritual en el cual el dios era enterrado y brotaba de nuevo en primavera. Desde luego, el problema en este caso es que se presupone que los mitos se formaron después de que el hombre se convirtiera en agricultor. Lo que se desprende del libro El molino de Hamlet, de Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend, es que Santillana estaba totalmente convencido de que son mucho más antiguos. Incluso hay veces en que sospechamos que insinúa que se remontan a decenas de miles de años atrás. En efecto, Santillana presenta un rico tapiz de leyendas de los esquimales, los islandeses, los antiguos escandinavos, los indios norteamericanos, los finlandeses, los hawaianos, los japoneses, los chinos, los hindúes, los persas, los romanos, los antiguos griegos, los antiguos hindúes, los antiguos egipcios y docenas de otros pueblos. Y se pregunta: ¿cómo se formaron estas extrañas similitudes a menos que los mitos tengan algún origen en común? Y se inclina a creer que este origen reside en la astronomía.

(Visto en https://oldcivilizations.wordpress.com/)

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