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martes, 22 de octubre de 2024
LA MATANZA DE LOS INOCENTES
Tengo un amigo profesor que hace unos años vivió un episodio de salud muy grave, estuvo más de una hora muerto y las emergencias consiguieron devolverle a la vida ‘contra todo pronóstico’. Finalmente se recuperó sin secuelas. Lo suyo fue un gran milagro, verdaderamente lo fue. Siempre que le veo me maravillo de que esté aquí entre nosotros, doy gracias a Dios por ello porque es una persona muy buena y siempre está lleno de alegría y buen humor.
Ahora mi amigo lleva siempre encima un pulsioxímetro, un pequeño aparato que mide sus latidos cardíacos, a la vez que mide también el índice de saturación de oxígeno en sangre. Sus arritmias las ve él mismo en la pequeña pantalla digital del pulsioxímetro, y es que él tiene pequeñas arritmas, a pesar de que ahora lleva un marcapasos.
Hará cosa de diez días planteó un juego a sus alumnos: que todos usaran el pulsioxímetro. Era solamente un juego, repito, no era una prueba médica ni mucho menos. Con asombro contempló que de 20 alumnos, 19 presentaban arritmias.
Hace unos días le conté esta historia a un amigo médico. Previamente mi amigo profesor me dio permiso para contarle lo sucedido a este amigo médico. Mi amigo médico me dijo: “Sí, es cierto que son arritmias. Se trata de miocarditis, están provocadas por las asesinas vacunas del covid. Esos niños de 14 años tienen el corazón destrozado”. ¿Hay algún remedio? le pregunté. “Sí, el dióxido de cloro, también la plata coloidal. Comer tocino va muy bien porque el tocino saca del cuerpo los metales pesados. Hablamos del tocino blanco de carnicería, no ese ahumado que venden en muchos sitios”. También me dijo: “Y que coman el tocino sin miedo porque el colesterol malo no existe, es otra invención. Lo que hay que hacer es vigilar la curva conjunta del colesterol y de los triglicéridos. Y si el colesterol aparece alto, nunca tomar estatinas porque son un veneno y provocan tremendos dolores musculares”.
Mi amigo profesor ha comprobado algo muy serio en la salud de sus alumnos, pero también ha visto que no puede denunciar ante ninguna autoridad. No puede hacerlo porque si lo hace se expone a que lo aparten o a que directamente lo maten, aunque lo más seguro es que si lo hace le enviarían a un psiquiátrico. Me dijo ayer mismo mi amigo profesor: “Me he dado cuenta de que con la ayuda de un pulsioxímetro podríamos saber qué niños han sido vacunados y cuáles no. Estamos ante un clarísimo intento de repetición de la matanza de los Inocentes. Mientras no sepamos cuál es el siguiente paso que hay que dar en este asunto, recemos por las almas y por la salud de estos niños y de tantos y tantos adultos”.
También ayer hablé con una amiga que es maestra en un colegio. Ella conoce también lo que ‘descubrió’ en su clase nuestro amigo común, el profesor del pulsioxímetro. “En mi colegio hay niños que están muy mal, parecen zombies. Están realmente mal, de repente se les ve bien, pero al cabo de pocos segundos se tiran al suelo y se ponen a llorar y a gritar”. Mientras estábamos charlando, los dos coincidimos en que poco se puede hacer ya (...)
(https://t.me/raulrodrigueznews/)
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