domingo, 27 de octubre de 2024

LOS DOCUMENTOS DE PFIZER DEMUESTRAN QUE SE HA PRODUCIDO UN CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD (1ª PARTE)



Hace escasos días se publicó el libro, «The Pfizer Papers: Pfizer’s Crimes Against Humanity», y ya es un éxito de ventas. Se trata de un libro que tres gobiernos (Estados Unidos, Reino Unido y Australia) intentaron suprimir. La historia de cómo se hizo realidad es extraordinaria: 3.250 médicos y científicos altamente acreditados, bajo el liderazgo de Amy Kelly, trabajaron durante dos años en los 450.000 documentos internos de Pfizer que se hicieron públicos por orden judicial tras una demanda exitosa del abogado Aaron Siri. En el proceso, estos voluntarios confirmaron el mayor crimen contra la humanidad de todos los tiempos.

Los Documentos de Pfizer son el resultado de un grupo de, personas con habilidades extraordinarias, ubicadas en diferentes lugares del mundo, que se unieron, sin dinero ni recompensa profesional alguna; por la bondad motivados por el amor a la verdadera medicina y la verdadera ciencia, para emprender un proyecto de investigación riguroso, dolorosamente detallado y complejo, que abarcó los años 2022 hasta el presente, y que continúa hasta el día de hoy.

El material que leyeron y analizaron comprendía 450.000 páginas de documentos, todos escritos en un lenguaje extremadamente denso y técnico.

Este proyecto de investigación, que se llevó a cabo a gran escala (bajo el liderazgo de la directora de operaciones de DailyClout, Amy Kelly), puso de rodillas a una de las instituciones más grandes y corruptas del mundo, Pfizer. Este proyecto, impulsado por 3.250 desconocidos que trabajaron virtualmente y se convirtieron en amigos y colegas, llevó a un gigante farmacéutico mundial a perder miles de millones de dólares en ingresos. Frustró los planes de los políticos más poderosos del planeta. Eludió la censura de las empresas tecnológicas más poderosas del planeta.

Esta es la historia como la de David y Goliat

La historia comenzó cuando el abogado Aaron Siri demandó con éxito a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) para obligarlos a publicar “Los documentos de Pfizer”. Se trata de documentos internos de Pfizer (como se señaló anteriormente, 450.000 páginas) que detallan los ensayos clínicos que Pfizer realizó en relación con su inyección de ARNm contra la COVID. Estos ensayos se llevaron a cabo para asegurar el premio máximo para una empresa farmacéutica, la “EUA” o Autorización de Uso de Emergencia de la FDA. La FDA otorgó la EUA para mayores de 16 años a Pfizer en diciembre de 2020.

La “pandemia”, involucró datos de “infecciones” exagerados y manipulados y documentación de mortalidad sesgada) se convirtió en el pretexto para la “urgencia” que llevó a la FDA a otorgar la EUA al nuevo fármaco de Pfizer (y Moderna). La EUA es, esencialmente, el pase libre, que permite a Pfizer competir directamente en el mercado con un producto que no ha sido completamente probado.

Los documentos de Pfizer también contienen documentación de lo que sucedió en la fase “poscomercialización”, es decir, en los tres meses, de diciembre de 2020 a febrero de 2021, mientras se distribuía la vacuna entre el público. Todos los portavoces principales y los medios de comunicación comprados calificaron la inyección de “segura y eficaz”, leyendo lo que era un guión centralizado y usando un termino muy confuso como el «riesgo relativo«, cuando en realidad tendrían que haber informado el riesgo absoluto.

La ejecutiva de Pfizer, Janine Small, admite ante el Parlamento de la UE que Pfizer no probó las inyecciones K0 B1T para prevenir la transmisión de COVID antes de ponerlas a disposición del público. Small dice: «Teníamos que movernos realmente a la velocidad de la ciencia… teníamos que hacer todo con riesgo». Sí, riesgo de nuestros niños/as mientras ellos ganaban millones.


Muchas personas que se pusieron esta inyección, cuando se lanzó en 2020-2021-2022 y hasta el presente, no se dieron cuenta de que las pruebas normales de seguridad de una nueva inyección (pruebas que suelen tardar entre diez y doce años) simplemente se habían pasado por alto mediante los mecanismos de un «estado de emergencia» y la «Autorización de uso de emergencia» de la FDA.

No entendieron que no había «pruebas» reales y que Pfizer y la FDA callaron lo que les estaba sucediendo a ellos y a sus seres queridos, después de que estos ciudadanos se arremangaron y se sometieron a la inyección. Nunca podremos olvidar, que muchas de estas personas que se sometieron a la inyección fueron «obligadas» a ponérsela, enfrentándose a la amenaza de perder el trabajo, suspender su educación o perder sus puestos militares si se negaban; en algunos estados de EE. UU. y países extranjeros, las personas también se enfrentaron a la suspensión de sus derechos a utilizar el transporte, cruzar fronteras, ir a la escuela o la universidad, recibir ciertos procedimientos médicos o ingresar a edificios como iglesias y sinagogas, restaurantes y gimnasios, si se negaban.

La FDA le pidió al juez que interpuso el caso Aaron Siri que retuviera la divulgación de los documentos de Pfizer durante setenta y cinco años. ¿Por qué querría una agencia gubernamental ocultar cierto material hasta que la generación actual, la afectada por lo que contienen estos documentos, haya muerto y desaparecido? No puede haber una buena respuesta a esa pregunta.

Afortunadamente para la historia, y afortunadamente para millones de personas cuyas vidas fueron salvadas por esta decisión, el juez rechazó la solicitud de la FDA y obligó a publicar los documentos; una tanda de 55.000 páginas por mes.

Para entender los informes, uno necesitaría tener conocimientos de inmunología, estadística, bioestadística, patología, oncología, medicina deportiva, obstetricia, neurología, cardiología, farmacología, biología celular, química y muchas otras especialidades. Además de médicos y científicos, para entender lo que realmente estaba sucediendo en los documentos de Pfizer, también se necesitarían personas con profundos conocimientos sobre los procesos regulatorios del gobierno y la industria farmacéutica; se necesitarían personas que entendieran el proceso de aprobación de la FDA; se necesitarían especialistas en fraude médico y, finalmente, para entender qué delitos se cometieron en los Documentos, se necesitarían abogados.

Sin personas con todas esas habilidades leyendo los documentos, su volumen y complejidad sería imposible de analizar claramente.

Los organizadores Steve Bannon y la Dra. Naomi Wolf que ya habia denunciado una señal de peligro grave y efectos secundarios que afectaría a la fertilidad fueron censurados en Twitter, Facebook, YouTube y otras plataformas. Los atacaron a nivel mundial, de golpe, como «antivacunas» y «teóricos de la conspiración» una etiqueta clasica usada por la CIA desde sus comienzos.

En realidad fue la Casa Blanca, los CDC y los altos dirigentes de otras agencias gubernamentales, incluido el Departamento de Seguridad Nacional, los que presionaron ilegalmente a Twitter y Facebook para que eliminaran los tuits de advertencia. Esta supresión ahora es objeto de una decisión pendiente de la Corte Suprema sobre si violó o no la Primera Enmienda).

En ese momento Steve Bannon, invitó a WarRoom a la Dra. Wolf y ella pudo expresar sus preocupaciones sobre la salud reproductiva de las mujeres a raíz de la inyección de ARNm.

El sitio de Wolf, DailyClout se vio inundado de ofertas de todo el mundo, de oyentes de WarRoom con las habilidades necesarias para descifrar los documentos de Pfizer. De pronto ella tenía gente excelente en su equipo, 3.250 expertos en un organigrama que pudiera trabajar sistemáticamente con estos documentos. Pero los correos electrónicos se enredaban o quedaban sin respuesta. La gente hacía preguntas que no podían responder. Fue complejo armar la estructura para permitir que una cantidad tan grande de expertos dispares trabajaran con el vasto material.

Entonces ocurrió algo que sólo se puede describir como providencial. Hicieron un llamado a los voluntarios para que contrataran a un gerente de proyectos y Amy Kelly se puso en contacto con ellos. La Sra. Kelly es una gerente de proyectos certificada Six Sigma, con una amplia experiencia en gestión de proyectos de telecomunicaciones y tecnología. El día que puso la mano sobre el caos de las bandejas de entrada, las aguas se calmaron. La paz y la productividad prevalecieron. Kelly organizó sin esfuerzo a los voluntarios en seis grupos de trabajo, con un supracomité a la cabeza de cada uno, y comenzó el trabajo propiamente dicho.

En los dos años que han pasado desde que Kelly y los voluntarios han trabajado juntos, han revisado 2.369 documentos y archivos de datos que suman cientos de miles de páginas y han emitido casi cien informes. Los voluntarios usaron un lenguaje que todos pudieran entender y Kelly revisó y editó meticulosamente casi todos ellos.

Los primeros cuarenta y seis informes aparecieron en un formato de publicación propia que pusieron a disposición del público. Lo hicieron en un formato impreso, no solo digital, ya que querían que la gente pudiera entregar a sus médicos, a sus seres queridos y a sus representantes en el Congreso.

(Fuente: https://cienciaysaludnatural.com/)

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