sábado, 29 de marzo de 2025

LA CONTUNDENTE VERDAD SOBRE ISRAEL



En nuestro mundo, la historia se reescribe con demasiada frecuencia para servir a intereses geopolíticos, donde ciertos eventos y narrativas son manipulados excesivamente para enmascarar verdades incómodas. Así, Israel, una colonia sanguinaria que quiere ser un Estado moderno en busca de legitimidad, está en el corazón de esta dinámica de reescritura sistemática de la historia y reapropiación de memorias. Detrás de la imagen de víctima que logra proyectar, gracias a medios de propaganda comprados y corruptos, se esconde un agresor bestial que busca no sólo imponer el control territorial, sino también borrar las huellas de antiguas civilizaciones y religiones presentes en Tierra Santa mucho antes de la llegada del judaísmo.

Mediante acciones militares violentas, manipulación ideológica abyecta y limpieza cultural sistemática, Israel ahora intenta consolidar su poder borrando cualquier memoria histórica que pueda contradecir su narrativa mendaz. Como en Francia, aprobando leyes -como la ley Gayssot- que condenan a quienes no quieren creer sus mentiras o intentar sacar a la luz la verdad. Así es como, jugando con mitos religiosos y manipulando la historia, estos locos de sangre y dominación han logrado durante siglos desviar la atención mundial de sus acciones de agresión y colonización de tierras y espíritus.

Por primera vez, documentos desclasificados revelan que el gobierno israelí bien podría haber sido el instigador de esta tragedia. James Angleton, cofundador de la CIA y figura clave de la inteligencia estadounidense, no sólo actuó como enlace con el Mossad, sino que también obstruyó deliberadamente las investigaciones del FBI, impidiendo que se revelara el papel activo del Estado israelí en el complot.

El Mossad y la CIA, estos dos gigantes de la inteligencia, tienen una larga historia de participación en los acontecimientos globales más oscuros y violentos de la era moderna. Lejos de desempeñar simplemente papeles periféricos en conflictos extranjeros, estas agencias han sido identificadas como los autores intelectuales de abusos y agresiones en todo el mundo, desde el asesinato de líderes políticos hasta la manipulación de regímenes extranjeros. Uno de los ejemplos más llamativos de esta colusión , recientemente desclasificado por Trump, es la participación del Mossad y la CIA en el asesinato de John F. Kennedy.

Este encubrimiento demuestra que las maniobras secretas de los servicios israelíes fueron protegidas sistemáticamente por sus aliados estadounidenses, reforzando la idea de que los intereses comunes entre la CIA y el Mossad no se limitan a la recopilación de inteligencia, sino que se extienden a acciones mucho más oscuras dirigidas a la hegemonía tiránica. Estos acontecimientos ilustran cómo ambas agencias han conspirado a menudo juntas para manipular los acontecimientos mundiales con el fin de promover sus objetivos geopolíticos, al tiempo que ponen obstáculos en el camino de cualquier investigación que pudiera señalar su responsabilidad por la violencia y las conspiraciones a gran escala.

Pero aunque la impunidad de los poderosos parece ilimitada, unos abogados audaces han decidido romper este ciclo de silencio e injusticia lanzando la coalición mundial Global 195. Su objetivo es procesar a los criminales de guerra israelíes y a aquellos sospechosos de orquestar y participar en las atrocidades cometidas durante el genocidio de Israel contra el pueblo palestino en Gaza. El Centro Internacional para la Justicia para los Palestinos (CIJP) considera esta iniciativa como un faro de resistencia, que busca llevar ante la justicia no sólo a los soldados, sino a toda la cadena de mando militar y política israelí, utilizando mecanismos legales nacionales e internacionales. Mientras la masacre palestina continúa bajo la mirada indiferente de las grandes potencias y multinacionales, Tayab Ali, director de la CIJP, subraya la urgencia de estas iniciativas: «Global 195 no es solo un clamor de justicia, sino una necesidad vital para poner fin a la impunidad que algunos parecen tan dispuestos a mantener. La memoria de los crímenes cometidos no debe borrarse, y estos procesos judiciales son el último bastión contra el olvido y la aquiescencia de los poderosos».

Es importante entender que durante siglos, los mitos bíblicos se han utilizado como justificación del colonialismo y las guerras expansionistas en el Medio Oriente. Hoy, con el genocidio en curso de los palestinos, estos mismos mitos se han vuelto más peligrosos que nunca. La fusión del fundamentalismo cristiano, el sionismo y el imperialismo occidental ha engendrado un culto a la muerte apocalíptico que busca activamente la guerra, la limpieza étnica y la destrucción planetaria, todo bajo el disfraz de profecías pseudorreligiosas. Esta mezcla ideológica, alimentada por intereses geopolíticos, constituye ahora una amenaza existencial para la humanidad por parte de quienes evocan constantemente el deber de la memoria y la victimización, mientras practican actos inhumanos.

El sionismo cristiano, que ya es una herejía en sí mismo, con el apoyo de la maquinaria de guerra estadounidense, está en el corazón de esta dinámica asesina. En Estados Unidos, millones de cristianos evangélicos sin educación creen firmemente que la expansión del Estado de Israel es una condición necesaria para el cumplimiento de las profecías bíblicas inventadas por ellos. Su apoyo a Israel no tiene nada que ver con una preocupación por la autenticidad judía, sino con la idea de que los judíos deben dominar la tierra antes de ser convertidos o exterminados cuando un Mesías a su imagen regrese. Mesías celoso, violento, sanguinario y totalitario, es decir lo opuesto a Cristo. Esta corriente ideológica mortal, apoyada por grupos como AIPAC, impulsa una agresiva política exterior estadounidense que envía miles de millones de dólares a Israel mientras permite que la infraestructura interna de Estados Unidos se deteriore. Escondidos tras su "Shoah", actúan con impunidad a los ojos de todos, con una arrogancia y un desprecio inaceptables.

En este contexto, es esencial poner en perspectiva las colosales pérdidas humanas de la Segunda Guerra Mundial para comprender la verdadera magnitud del genocidio y el sufrimiento. Aunque el Holocausto, el exterminio sistemático de judíos por el régimen nazi, se presenta como el genocidio más importante de este período con sus 6 millones de víctimas, y la ley francesa prohíbe toda forma de investigación o cuestionamiento histórico, es importante no olvidar las pérdidas humanas aún más enormes sufridas por otras poblaciones. Los soviéticos, en particular, fueron las verdaderas víctimas de esta guerra de destrucción total de Europa, librada por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, aproximadamente 24 millones de rusos y otros ciudadanos de la URSS perdieron la vida durante este período. Es decir, más de 4 veces el número de judíos oficialmente aniquilados. Ya fueran militares o civiles, estos individuos fueron sacrificados en condiciones de extrema brutalidad por los nazis.

El sufrimiento y las pérdidas humanas en la Unión Soviética quedan ahora relegados a un segundo plano en el discurso global sobre la Segunda Guerra Mundial, pero ponen de relieve otro aspecto del genocidio: el del impulso nazi para erradicar pueblos enteros por razones ideológicas y raciales, así como para apropiarse de tierras. Como Israel hoy. Y las enormes pérdidas humanas en la URSS demuestran que, mucho más allá del caso específico de los judíos, muchas otras poblaciones pagaron un precio monstruoso en esta guerra de totalitarismo, y merecen al menos el mismo reconocimiento y respeto dentro de las memorias colectivas de la locura contra la humanidad.

La guerra de aniquilación del Tercer Reich contra la Unión Soviética no sólo destruyó fuerzas militares; Su objetivo era exterminar a toda una población, no sólo judíos, sino también gitanos, homosexuales y comunistas, sobre todo mediante masacres, hambrunas organizadas y deportaciones masivas. En este contexto, es legítimo preguntarnos: ¿quiénes fueron realmente genocidas y sufrieron más la locura del nazismo? O mejor dicho, ¿quién financió todo esto, sabiendo que Alemania estaba arruinada en 1933…?

Este fanatismo israelita, bajo disfraz religioso, se extiende también a proyectos como la construcción de un tercer Templo judío en Jerusalén. El primer Templo de Jerusalén, construido por el rey Salomón en el siglo X a.C., fue destruido por los ejércitos babilónicos de Nabucodonosor II en el año 586 a.C. Y el Segundo Templo, reconstruido setenta años después con la ayuda de Zorobabel, fue destruido por legionarios romanos liderados por Tito el 8 de septiembre del año 70 d.C., al final de la Primera Guerra Judeo-Romana. Sin embargo, hoy en día, las facciones sionistas extremistas en acción, apoyadas por políticos israelíes y financiadas por fundamentalistas cristianos estadounidenses, también están haciendo campaña por la destrucción de la Mezquita Al-Aqsa para erigir este nuevo Templo para la gloria de su locura, creyendo firmemente que este acto acelerará la llegada de este Mesías guerrero y así desencadenará una guerra mundial de Armagedón. Tengan cuidado, estos no son grupos marginales, sino más bien una fuerza militante implantada en las mentes de todos los israelitas, que están preparando abiertamente el terreno para un Apocalipsis religioso.

Es más, su proyecto alucinante del “Gran Israel”, basado en la idea de que las tierras bíblicas son un derecho divino, alimenta el expansionismo territorial. Israel, con el pretexto de conquistar tierras "prometidas" (¿cómo y por quién?, uno se pregunta...) desde tiempos bíblicos, está llevando a cabo una limpieza étnica sistemática de los palestinos y sus vecinos regionales, anexando territorios ilegalmente y llevando a cabo abyectas agresiones militares que han llegado tan lejos como para matar a miles de mujeres y niños. Sin embargo, esta falsa visión mitológica de la propiedad de la tierra se basa en creencias religiosas distorsionadas, textos falsificados y no en hechos arqueológicos verificables. Pero eso no impide que los criminales de guerra lo utilicen como pretexto legítimo para la violencia, el robo y la ocupación de la región con impunidad.

En realidad, la historia está ahora rehén de este culto a la muerte y de esta voluntad supremacista que surge de los textos del Talmud que, como la Torá, fueron escritos sólo por, para y con los judíos. Su negativa a reconocer que la Biblia es un mito político, no un documento histórico, ha permitido a estos caudillos alimentarse del extremismo religioso para legitimar prácticas violentas arcaicas. La arqueología, que sin embargo revela las mentiras de estas afirmaciones históricas infundadas, es ignorada, mientras la política talmúdico-sionista mantiene vivos estos mitos. Y hasta que el mundo no se dé cuenta de que estos mitos son instrumentos de poder fabricados para justificar el derramamiento de sangre, la limpieza étnica y la dominación imperial, el ciclo de violencia seguirá creciendo en nuestra Tierra.

Durante siglos de mentiras, los relatos bíblicos fueron tratados como hechos históricos, no porque estuvieran basados en evidencia sólida, sino porque servían a los propósitos políticos de un grupo étnico codicioso, celoso y supremacista. Hoy en día, a pesar de numerosas excavaciones arqueológicas, imágenes satelitales y rigurosos análisis por parte de historiadores modernos, los supuestos eventos bíblicos más importantes se revelan como inexistentes o burdas invenciones de mentes psicópatas.

Tomemos, por ejemplo, el llamado reino "judío": no hay absolutamente ninguna evidencia arqueológica de este supuesto gran reino bajo David y Salomón. Nunca se ha descubierto ninguna fortaleza imponente, ningún palacio monumental, ningún vestigio de una gran civilización. En realidad, lo que surge de las excavaciones es un paisaje dominado por imperios extranjeros como los egipcios, babilonios, persas, griegos y romanos, quienes sin embargo dejaron registros muy detallados de su dominio sobre la región. Pero Israel, descrito como un supuesto "reino poderoso" en sus textos bíblicos, es sólo una nota a pie de página. Esta idea de un reino unificado, alabada en textos religiosos escritos por los propios hebreos, siempre ha sido otra invención política fabricada siglos después de los supuestos acontecimientos. Los historiadores y arqueólogos modernos han descubierto que en el siglo X a. C. Jerusalén ni siquiera era una capital, sino un simple pueblo en la cima de una colina. Y su Muro de los Lamentos no es más que el muro perimetral de una antigua guarnición romana. Así pues, queda claro que este mito de dominación sobre una vasta región es tan creíble como las leyendas artúricas.

En cuanto al “Éxodo”, esa historia clave de la Biblia, simplemente no hay pruebas de su existencia. Ni los documentos egipcios, ni los artefactos, ni la evidencia arqueológica confirman el más mínimo indicio de la esclavitud de los israelitas o de la espectacular huida al desierto. De hecho, el antiguo Egipto, que posee algunos de los registros más completos de la historia, ni siquiera menciona tal acontecimiento. Si realmente hubiera existido un grupo tan grande como el descrito en la Biblia, habría dejado huellas tangibles, pero no se ha encontrado ninguna de ellas. La total falta de pruebas materiales demuestra claramente que también se trata de una pura invención. El mito del Éxodo fue creado para justificar la conquista de Canaán. Así, la historia del “regreso” de los israelitas es sólo una versión primitiva del mito sionista moderno, donde la invasión de Palestina se presenta como una especie de venganza divina alucinatoria, un derecho ancestral imaginario. Pero es una construcción ideológica que sirvió de base para la creación de un estado colonial abyecto en una tierra ya habitada.

En el fondo, estas “historias sagradas” están lejos de ser verdades históricas, ya que no son más que mitos inventados, escritos por quién sabe quién y manipulados hasta el exceso para justificar viles proyectos geopolíticos. No son más que una burda falsificación de la historia pasada, pero siguen siendo utilizados como un arma política implacable para legitimar todas las injusticias y atrocidades contemporáneas cometidas por esta banda organizada de personas sedientas de sangre ocultas bajo kipás ceremoniales.

Y durante siglos, la identidad judía ha estado más determinada por los mitos religiosos y las maniobras políticas que por la realidad histórica. Además, el término “judío”, tal como lo entendemos hoy, ni siquiera existía en tiempos bíblicos. No había un pueblo judío singular y unificado que ocupara el Medio Oriente. Los hebreos históricos eran un conjunto de tribus nómadas dispersas, a menudo absorbidas o subordinadas por imperios cada vez más poderosos, como los egipcios, los babilonios, los persas, los griegos y los romanos. Ni siquiera eran una nación independiente, sino más bien una periferia, clanes o tribus sin continuidad real ni poder soberano.

La verdad histórica, despojada de mitos y propaganda, es por tanto condenatoria contra estos individuos. Contrariamente a la historia oficial, los judíos asquenazíes no son descendientes directos de los antiguos hebreos, sino un pueblo europeo cuyos orígenes se encuentran en la Europa oriental medieval, especialmente en el Kaganato Jázaro. La idea del "retorno" de los judíos a Palestina no se basa, pues, en ninguna base histórica real, sino en un proyecto político tiránico fabricado desde cero, destinado a establecer un Estado colonial en Tierra Santa. Y sobre todo en una ubicación estratégicamente única en la encrucijada del mundo.

En realidad, los verdaderos descendientes de los hebreos bíblicos son los palestinos, quienes han mantenido una conexión directa con su tierra, viviendo allí durante milenios mientras absorbían sucesivas influencias culturales y religiosas. Contrariamente a lo que nos quieren hacer creer, el sionismo no pretendía garantizar la supervivencia del pueblo judío, sino resolver la cuestión del «problema judío» europeo exportándolo a Oriente Medio. Pero este "problema" proviene de la incapacidad de estos pueblos de querer integrarse a las naciones desde tiempos inmemoriales. Con ello, Europa no sólo buscó librarse de una población indeseable, sino que también creó un puesto colonial estratégico en sus fronteras, donde el petróleo fluye libremente.

Otro aspecto que a menudo se pasa por alto es que los primeros cristianos eran en su mayoría hebreos. El cristianismo no se difundió inicialmente entre los “paganos”, sino como una secta que se separó de las comunidades hebreas, ya en decadencia y ampliamente criticadas por sus abominables sacrificios de animales utilizados para pagar los servicios de los rabinos. Así, la imagen mitológica de los cristianos perseguidos por los romanos en las arenas, y especialmente de los mártires cristianos, es en realidad la de los hebreos conversos al cristianismo, perseguidos por haber desafiado las expectativas religiosas y la homogeneidad del Imperio romano.

Fueron estos hebreos, convertidos al cristianismo, quienes fueron utilizados como chivos expiatorios bajo el gobierno de Nerón, mucho antes de que el cristianismo fuera percibido como una religión separada. En Judea, las primeras comunidades cristianas se desarrollaron dentro de la propia población hebrea. En realidad, los primeros cristianos no eran “otros”, sino hebreos que buscaban reinterpretar su propia fe con más verdad y sentido común. Cristo también era galileo, no judío, y hablaba arameo, no hebreo (excepto en su templo, para significar y enseñar la verdad a los rabinos).

La idea de una «guerra de los romanos contra los judíos» es, por tanto, una grave distorsión histórica. En realidad, los romanos persiguieron a estos hebreos que se habían convertido al cristianismo, aunque mantuvieron su control sobre toda la población hebrea arcaica. Sin embargo, el proceso orgánico que llevó a una parte de los hebreos a convertirse al cristianismo ha sido totalmente ignorado por la historiografía tradicional, que optó por presentar a los judíos y a los cristianos como dos grupos distintos, mucho más tarde, lo que no correspondía en absoluto a la realidad de la época. Como nunca hubo judeocristianos de ningún tipo, en el mejor de los casos eran hebreocristianos.

En el momento del surgimiento del Islam en el siglo VII, la mayor parte de la población del Levante, incluidos los descendientes de los antiguos hebreos, ya eran mayoritariamente cristianos. A medida que el Islam creció, muchos de estos cristianos, descendientes de los hebreos bíblicos, también se convirtieron al Islam. Así, los palestinos de hoy son en realidad los descendientes más directos de este antiguo pueblo, mucho más que las poblaciones europeas (que hablan yiddish y no hebreo) que más tarde llegaron a establecerse en Palestina. Así, el llamado "retorno de los judíos" no fue, en realidad, más que una invasión de europeos modernos expulsados del viejo continente y llegados a tierras palestinas, sin ningún vínculo directo con los antiguos hebreos.

En cuanto a la idea de un "exilio judío" histórico, no se basa en ninguna evidencia concreta. La migración, la integración y la asimilación eran comunes en esta región, y los hebreos no eran un pueblo "exiliado", sino que a menudo eran absorbidos por las culturas dominantes, ya fuera la egipcia, la babilónica o, más tarde, la griega y la romana. La narrativa del pueblo "judío" que espera la restauración de su patria ancestral es por lo tanto un mito ideológico, enteramente fabricado por ellos mismos, para justificar demandas políticas modernas basadas en mentiras y robos.

En realidad, la identidad judía moderna no tiene orígenes en el antiguo Israel, sino en los pueblos de Europa del Este, particularmente en el Kaganato Jázaro. Se dice que este pueblo, que vivió en las estepas euroasiáticas entre los siglos VII y X, adoptó el judaísmo a nivel político. Sin embargo, esta adopción nunca tuvo una dimensión étnica. Los descendientes de estos jázaros emigraron al oeste después del colapso de su imperio, mezclándose con los eslavos y otras poblaciones locales, aunque todavía se los conocía por nombres como "jázaros". Es más, fue recién en el siglo XIX, en el contexto del surgimiento del nacionalismo europeo, que el término "judío" se aplicó globalmente a comunidades religiosas y más o menos étnicas dispares, lo que marcó el nacimiento de la identidad judía moderna, como una construcción política, una mentira descarada más que una realidad histórica.

Fue recién a fines del siglo XIX, con el ascenso del sionismo, que la noción de "pueblo judío" fue impulsada hasta convertirse en un concepto unificado, aunque las poblaciones en cuestión no tenían ni la historia ni la etnicidad coherente que les atribuimos hoy. Así, las poblaciones modernas designadas como "judías" en realidad descienden en gran parte de los jázaros, los eslavos y varias tribus euroasiáticas, mientras que los verdaderos herederos de los antiguos hebreos, los palestinos, continúan siendo silenciados y sus derechos pisoteados en nombre de estos mitos fabricados y difundidos.

Por lo tanto, el Estado israelí moderno se basa claramente en el borrado sistemático de la historia y en una limpieza étnica abierta. Desde 1948, los palestinos han sido desplazados de sus tierras en nombre de un derecho ancestral espurio y totalmente inventado, y el sistema de apartheid que persiste hoy demuestra hasta qué punto la empresa sionista se basa en esta vil manipulación de la historia y en la represión de los pueblos indígenas. Pero esta falsificación tiene consecuencias catastróficas, ya que justifica décadas de ocupación militar, violencia extrema y genocidio contra los palestinos, al tiempo que alimenta a una derecha extremista religiosa en Israel y Estados Unidos. La idea de un derecho ancestral a la tierra de Palestina se utiliza principalmente para financiar y armar un Estado colonial y étnico, cuya política se basa en el terror y la masacre de los habitantes originarios. Y utilizado para controlar militarmente esta región productora de petróleo.

Se ha vuelto crucial romper el ciclo de mentiras y aceptación cómplice que alimenta esta guerra perpetua, si queremos regresar alguna vez a un mundo en paz. El sionismo es un proyecto colonial europeo, y ciertamente no un movimiento de liberación, donde Israel no es la restauración de una nación antigua, sino más bien el desplazamiento de una nación indígena. Los palestinos no son invasores ni intrusos extranjeros porque son los verdaderos herederos de esta tierra. Y la reescritura de la historia no pertenece a quienes buscan ocultar la verdad, sino a quienes vivieron esta historia. Mientras esta verdad permanezca enterrada bajo la propaganda destructiva, el ciclo de violencia y sufrimiento continuará. ¿Hasta cuándo tolerará el mundo estas mentiras a expensas de gente inocente?

Phil BROQ.
(Fuente: https://jevousauraisprevenu.blogspot.com/; visto en https://www.verdadypaciencia.com/)

8 comentarios:

  1. "Nada ha prevalecido tanto en la historia de la humanidad durante los últimos 1.700 años como el judaísmo de la Torá. El propósito central del judaísmo, el objetivo final de Yahvé, el dios de Israel / Sion, es la conquista teológica y dominio sobre las naciones, los goyim de la Tierra. Anhelan una única religión mundial, desean erradicar los llamados 'cultos a ídolos paganos' y conseguir que todos los gentiles adoren al dios de Israel y su estirpe de sacerdotes. Y el instrumento que poseen para conseguir tal objetivo, claramente, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, es el Mesías de Dios".

    https://odysee.com/@LuisCalder%C3%B3n:b/El-Prop%C3%B3sito-del-Juda%C3%ADsmo-Conquista-Teol%C3%B3gica-y-Dominaci%C3%B3n-sobre-los-Gentiles:6


    Tanto Vladímir Putin como Benjamín Netanyahu "predijeron" el 11-S con años de antelación; ambas inteligencias, rusa e israelí, se encontraban cooperando durante el 11-S y alertaron a EE.UU. sobre un enorme ataque terrorista justo antes de que se produjera; y al igual que los "neoconservadores" al mando de la administración Bush, Israel y Rusia culpabilizaron a Bin Laden sin ningún tipo de evidencia, mintiendo y persuadiendo al corrupto gobierno estadounidense para que emprendiera su nefasta "Guerra contra el Terrorismo".

    https://odysee.com/@LuisCalder%C3%B3n:b/Vlad%C3%ADmir-Putin-y-Benjam%C3%ADn-Netanyahu-Arquitectos-de-la-Guerra-contra-el-Terrorismo:b


    Vladímir Putin, esbirro de la secta judeosionista Chabad Lubavitch.

    https://odysee.com/@LuisCalder%C3%B3n:b/Vigilante-Intelligence---Vladimir-Putin--Otro-Siervo-de-Chabad-Lubavitch:6

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    1. Gracias por compartir. Tendré que verlos varias veces, es un antés y un después para mí.

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  2. 9:11 AND ISRAEL’S GREAT GAME" (Laurent Guyenot | 2022)

    https://odysee.com/@LoDeberiasSaber:f/9-11-AND-ISRAEL%E2%80%99S-GREAT-GAME--(Laurent-Guyenot---2022):8

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    1. Acabo de terminar de verlo y ya sé que tendré que verlo de nuevo. Gracias por compartir.

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  3. El muro perimetral de Jerusalén no lo pudieron construir los romanos porque en su base consta de bloques de unas 700 toneladas cada uno

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    1. Pues mucho menos lo pudo construir tribus nómadas de pastores...

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    2. Creo que nosotros tampoco podríamos hacerlo... Pero alguien lo hizo... Antes alguien sabía más (salvo cuando utilizo el modelo pastoril, dejo a los pastores con sus rebaños)
      Las teorías, teorías son... sospecho que la evolucionista tiene menos recorrido que la creacionista

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    3. Ni tres yonquies,torturar,aseninar y enterrar en una fosa a las niñas de ALCASSER...

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