LAS VACUNAS SON UN TRATAMIENTO SOBREVALORADO

Desde 2000 las vacunas contra el sarampión pueden haber causado 16 veces
más muertes que el sarampión en sí!, más los efectos adversos graves que
están descriptos en el prospecto ...

El periodista estadounidense Del Bigtree analizó para su audiencia en una pizarra los datos sobre el sarampión y la historia de esa vacuna.

Señaló que antes de la introducción de la vacuna contra el sarampión en 1963, la tasa de mortalidad ya había caído de alrededor de 14 por 100.000 a 1 por 500.000, todo ello sin ninguna intervención de la vacuna. Hizo hincapié en que esta disminución se produjo de forma natural, no a causa de la vacuna, a la cual a menudo la vacuna se atribuye el mérito de la reducción.

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Bigtree sostuvo que muchos científicos de los años 50 y 60 habían calificado históricamente al sarampión de “enfermedad infantil trivial”. Destacó que aproximadamente la mitad de los virólogos e inmunólogos de la época se oponían a la vacuna, por temor a que pudiera hacer más daño que bien. Razonaron que, dado que el sarampión no era altamente letal (excepto en casos de comorbilidades graves), presionar al virus con una vacuna potencialmente “permeable” (que no previene completamente la transmisión) podría conducir a resultados peligrosos. Si la erradicación fallaba, el virus podría evolucionar y volverse más infeccioso o mortal, empeorando la situación previa.

Bigtree enfatizó que probablemente todos los abuelos tuvieron sarampión y sobrevivieron, y señaló que los 7 mil millones de personas vivas hoy son descendientes de esos sobrevivientes.

Explicó que el objetivo original del programa de vacunación de 1963 era erradicar el sarampión por completo, un “lanzamiento a la luna” para demostrar que la humanidad podía conquistar la naturaleza. Sin embargo, Bigtree señaló que este objetivo no se ha logrado. Los regímenes iniciales de dosis única fracasaron, lo que llevó a dos dosis, luego a la combinación MMR (sarampión, paperas y rubéola) en 1973, y ahora se habla de una tercera dosis.

A pesar de estos esfuerzos, persisten los brotes, como se vio recientemente en Texas. Bigtree desafió la narrativa que culpa a los no vacunados y sugirió que hay más cosas en esta historia que no se cuentan.

Del Bigtree se refirió después al brote de Disneyland en 2014, que impulsó leyes en California para eliminar las exclusiones voluntarias de la vacuna. Los medios de comunicación de la época culparon a los viajeros no vacunados de propagar el sarampión, afirmando que se había "eliminado" años antes.

Sin embargo, Bigtree presentó datos del Departamento de Salud de California que muestran una realidad diferente: de los 82 casos con estado de vacunación verificado, el 31% estaban vacunados: el 12% con una dosis, el 16% con dos y el 2% con tres. Esto indica una tasa de fracaso de la vacuna significativa, muy por debajo de la efectividad anunciada del 97%. Además, muchos casos carecían de registros, pero entre los adultos que informaron estar vacunados, sus afirmaciones no se contabilizaron oficialmente. Bigtree estimó que esto podría acercar la tasa de fracaso a un 50%.

Aún más sorprendente es que Bigtree reveló que el 31% de los casos de Disneyland estaban relacionados con la cepa de la vacuna (casos de sarpullido febril y enfermedad en personas recientemente vacunadas). Esto planteó dudas sobre si la vacuna en sí misma contribuyó al brote. Bigtree sostuvo que estos hallazgos socavan la narrativa de un programa de vacunación impecable y pidió un debate abierto sin censura.

En relación con el brote que se está produciendo en Texas, Bigtree se preguntó si podrían surgir los mismos patrones (fallos de la vacuna o casos de cepas de la vacuna) una vez que se analicen por completo los datos. Señaló que se especula sobre las recientes campañas de vacunación masiva que podrían haber desencadenado el brote, aunque aclaró que ese no era su objetivo para obtener pruebas ese día. Bigtree instó a su audiencia a hacer preguntas incómodas sobre la eficacia de la vacuna, dado su fracaso en erradicar el sarampión después de seis décadas, y a resistirse a silenciar tales preguntas.

Creo que esta historia nos suena ¿verdad? Ya lo habían hecho antes de covid, lo de siempre.

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