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sábado, 3 de mayo de 2025
EL GRAN APAGÓN DE LAS IDEOLOGÍAS
Me comenta una distinguida amiga que las últimas dos semanas han sido, desde una perspectiva astral, las peores del año. Pueden creer ustedes o no en la influencia que Marte, Júpiter o Venus tengan sobre nuestro destino, pero no podrán negar que, sea por casualidad o por ingeniería maligna, hemos entrado en el interior de un huracán que, en apenas unos días, está llevando a cabo un enorme reseteo de la esquizofrénica realidad occidental en la que habitamos.
Piénsenlo y verán que la acumulación de acontecimientos históricos es inusitada. Irán le calienta las orejas y el culete fofo-anaranjado -como de Benny Hill pasado por ingentes dosis de solárium y energía fotovoltaica- a los EEUU de Donald Trump, erigiéndose así en portavoz oficial de los BRICS y susurrando a los cuatro vientos que la supremacía de Occidente sobre Oriente tiene visos de acabarse. Francisco, Papa de Roma y Camarlengo de Davos muere, pero también lo hace el de Avignon, pues ese mismo día presenta su dimisión Klaus Schwab, el anti-Papa, que ejercía en la práctica como Sumo Pontífice de la cristiandad. Por último, el Gran Apagón que nos había anunciado hace unas pocas semanas Día cero, la serie de Netflix protagonizada por Robert de Niro, tiene lugar en España, solo que en lugar de un minuto dura unas veinte horas y ocasiona, por fortuna, pocas víctimas mortales.
Podríamos seguir enumerando dioses ex machina, kits de supervivencia que de repente se hacen necesarios y giros insospechados de la cotidianeidad occidental, pero lo importante es certificar que hemos llegado a un punto de no retorno. Habrá quien disponga de inteligencia analógica y detecte, de una vez por todas, la presencia de varias manos invisibles dirigiendo todos los fenómenos catastróficos que nos asolan desde el covid-19 con el fin de implantar a la fuerza una tecnocracia, un Gran Reseteo y prepararnos para una guerra a muerte en nombre de la diversidad y la tolerancia contra todo lo que sea distinto a nosotros; habrá, por el contrario, quien tenga una mente algorítmica de última generación y crea que frente a tanta catástrofe y tanta “involución de derechos” en los territorios exteriores al mundo otanero, es necesario defender “el progreso” entregando nuestras vidas a la tecnocracia y serigrafiándonos los emblemas de Occidente (la bandera LGTBIQ+, los derechos animales, etc.) en las prendas interiores y en los mismísimos dientes.
Nos pongamos de un lado u otro no nos queda más que aceptar que hemos experimentado un apagón ideológico, pues las coordenadas izquierda/derecha que nos permitían orientarnos políticamente han dejado de estar operativas y han dado lugar a una división antagónica entre barbarie y civilización en la que tanto los unos como los otros reclamamos el rol civilizado, sea por situarnos del lado de la vieja humanidad o del futuro poshumano. Conviene, por lo tanto, proclamar que “la ideología ha muerto, ¡viva la ideología!”, pues por exagerado que parezca, nunca ha sido más necesario posicionarse ideológicamente que en nuestros días. La lucha sin cuartel que se libra entre democracia—yo preferiría llamarle “plebecracia” — y tecnocracia hace que no sean posibles medias tintas y que, cargados de argumentos y de una concepción concreta del hombre, la sociedad y el rol de la política, debamos apostar por una opción u otra.
Nunca ha sido, sin embargo, tan inquietante tomar partido entre los distintos bloques. La división izquierda/derecha, que sigue corriendo por nuestras venas como si fuese sangre verdadera y no una adulterada sustancia que nos embota la razón, nos impide ver que las realidades ideológicas que cada uno de estos bloques acoge son tan divergentes entre sí que pareciese que una mente diabólica separó en ellas lo que era similar, y unió lo que era diferente, para así condenar la racionalidad política al desarraigo y la psicosis.
Hablando de manera clara: hay cierta parte de la izquierda que siempre ha debido ir de la mano de cierta derecha en su defensa de una vanguardia tecnócrata y autoritaria que dirija los destinos de la población en aras de un futuro pretendidamente utópico (es decir, casi todos los amigos del comunismo y del capitalismo en su dimensión práctica y real). Existe, sin embargo, un vector de la izquierda que en su defensa del poder político común y del derecho a la autosubsistencia como base de la libertad, siempre ha debido ir con la derecha que se enfrenta a la concentración del poder y defiende la eticidad de nuestro legado antropológico (es decir, comuneros y tradicionalistas, aunque incluyendo también a los liberales anti-monopolistas, a los comunistas heterodoxos y, como no, a gran parte de los anarquistas de izquierda y derecha).
El desconcierto ideológico imperante queda claro si acudimos a los grandes medios. Por ejemplo, si sintonizamos EsRadio, cadena apologeta del capitalismo como base de la civilización, no solo escucharemos las proclamas de Jiménez Losantos contra el Foro Económico Mundial e instituciones capitalistas afines, sino también sus alertas contra la expropiación de bienes comunales y privados que está llevando a cabo Forestalia para implantar aerogeneradores eléctricos en Teruel por medio de técnicas de destrucción social y ambiental. Si consultamos el liberalio diario Vozpópuli nos encontraremos con que Jesús Cacho lanza inventivas, cual si fuera un histórico miembro de Izquierda Unida, contra el globalismo del Papa Francisco pero atribuye este, no al liberalismo protestante y a la cosmovisión ilustrado-capitalista que lo originó, sino a la Contra-Reforma católica que ha provocado, según sostiene, una ola de irracionalidad anti-científica y de represión.
Por si la confusión fuese poca, el mismo Vaticano que debiera salvaguardar los dogmas de la tradición frente a la mercantilización de la existencia y a la negación de la naturaleza humana, insiste por medio de cardenales papables como Sako, Cobo, Reina o López en que no es posible volver atrás y hay que seguir la senda global (entenderán que si el mismo Vaticano que posibilitó el terrorismo yanqui de la Operación Gladio contra ciudadanos europeos nos dice que no podemos volver atrás, eso significa que debemos intentar de manera urgente recuperar el pasado)
No tiene sentido, en lo relativo a este asunto, quemar líneas hablando de la izquierda, en donde la confusión ideológica es virtud, sea con la atea republicana Yolanda Díaz postrándose ante el Sumo Pontífice o mediante la ministra trosko-leninista Mónica García declarándose fan del mismo Foro Económico Mundial que Jiménez Losantos y su círculo de jenízaros-gerontos detestan. No hablemos ya de la defensa la OMS y la industria farmacéutica afín hecha por el antaño vicepresidente de la Agenda 2030 Pablo Iglesias o el alegato a favor de las políticas del capitalismo de destrucción creativa schumpetteriano popularizado por Mariana Mazzucato que promulga la izquierda errejoniana representada por Sumar o medios como CTXT (en este último no se pierdan a la sorora Nuria Alabao, que considera retrógrado impulsar políticas de natalidad para afrontar los escasos nacimientos y apuesta por competir con otros países para captar el mayor número de inmigrantes posibles).
La fusión final de capitalismo y socialismo
¿Son estas posiciones ejemplos de disforia ideológica que requieren la aprobación exprés de una Ley Trans de la ideología, o se trata en realidad de tomas de partido coherentes que muestran, en este momento de apocalipsis o revelación ideológica, que las aguas están volviendo a su cauce y que cada quien defiende aquello que siempre creyó defender con los vocablos equivocados? Si una cosa nos deja claro el momento presente es que capitalismo y socialismo se han finalmente fusionado, dando rienda suelta a la pulsión tecnócrata y autoritaria que siempre los caracterizó. Por muy contradictorio que pueda parecer equiparar estas dos ideologías, debemos reconocer que la única contradicción es la que se produce entre nuestro ego socialista o capitalista y la terca realidad política. Socialismo y capitalismo son dogmas de fe teóricos que, nacidos como dos reversos de la misma moneda (creencia ciega en el progreso, la industria, etcétera), llevan mezclados ya demasiado tiempo en la práctica como para negar su efectiva coexistencia. El bloque capitalista solo pudo sobrevivir mediante la implantación de políticas de inspiración socialista (pensemos en el New Deal de Roosevelt) mientras que el bloque comunista tuvo que resignarse a promover desde muy pronto un capitalismo de estado que ha dado lugar, en cierto sentido, a la distópica quimera sociocapitalista china tras los pactos entre Nixon y Mao de 1972.
En España la situación no ha sido muy diferente, pues desde tiempos del desarrollismo franquista se ha ido implantando un socioliberalismo de facto en el que, una vez entrados en democracia, poca diferencia ha habido entre que gobernase la izquierda o la derecha. En definitiva, la distinción izquierda/derecha ha sido el opio de las sociedades surgidas del proyecto ordoliberal europeo, el muro que nos ha impedido ver quiénes son nuestros potenciales aliados de lucha ideológica y quienes nuestros adversarios. Es más, la idea de democracia tecnócrata que subyace a la Unión Europea se deriva, como mostraré en mi próximo artículo, de las siniestras tesis sobre el fin de la historia de Alexandre Kojève, uno de sus creadores directos. Según Kojève, para quien “Marx es Dios y Ford su profeta”, capitalismo y socialismo acaban formando un solo organismo político que sustituye la política por la administración (es decir, por una tecnocracia) y devuelve a un ser humano auto-divinizado a un estado biológico/animal que es ya plenamente poshumano. (Pero claro, todo aquel que se resista a ser administrado, advierte Kojève, deberá ser confinado y apartado de la comunidad).
La implosión de la revolución tecnócrata
El corrimiento de tierras ideológico que ha destrozado las categorías de izquierda y derecha lleva décadas gestándose, pero se ha hecho notorio tras la revolución tecnócrata-global declarada en marzo del 2020 a propósito de la crisis de la covid-19. En estos últimos años se han producido cambios en los cimientos de nuestras estructuras ideológicas que serían impensables hace solo una década. La conjunción de idearios más extraña es la que ha unido en una agenda de mínimos a anarcocapitalistas seguidores de Hayek, Mises y demás “austríacos” con simpatizantes de la izquierda comunalista. Esta confluencia nos muestra que estamos ya viviendo bajo un ethos posthumano, pues si hay algo que unifica a estos dos colectivos es la negativa a creer que un grupo selecto de individuos, por superdotados cognitivamente que sean, pueda entender cómo funciona una sociedad e imponer medidas verticales que hagan que esta llegue a un estadio superior (proyecto del posthumanismo). En este sentido, la democracia popular defendida por cierta izquierda (“o povo é quen máis ordena”) acaba convergiendo con lo que hasta ahora parecía una parodia de la misma, es decir, la consideración de que el mercado ha de estar desregulado porque es la gente con la lógica de compraventa la que decide los precios, pues solo Dios, según decía Juan de Lugo en el siglo XVII, puede conocer el valor real de cada cosa, vistos los múltiples factores que intervienen en este.
En nuestro país esta revolución tecnócrata-global ha producido enormes modificaciones al convertir a los nacionalismos subestatales en defensores del globalismo autoritario, deseosos de entregar las soberanías nacionales —que debieran proteger— a las grandes estructuras de gobernanza mundial y privilegiando, por lo tanto, tecnocracia frente a democracia. Si Ana Pontón, líder del BNG, pedía durante la pandemia al presidente de la Xunta que implantase las mismas políticas de corte fascista que Jacinda Ardern estaba imponiendo en Nueva Zelanda (curioso que no reclamase medidas como las de Suecia o incluso México), el catedrático de Stanford Joan Ramon Resina proclamaba la superioridad racional de los catalanes sobre los españoles, por no caer los primeros, como los segundos, presa de discursos que cuestionasen las medidas tecnócratas relativas a la crisis de la covid-19, el cambio climático o la política otanista en la guerra de Ucrania. Según el eximio iberista, esta supuesta diferencia de criterio se debería a la naturaleza europea de los catalanes versus la naturaleza africano-oriental de los españoles, que los haría ingeniosos e impetuosos pero poco racionales.
El apocalipsis de las ideologías ante el poshumanismo
El proceso de beatificación de la tecnocracia lleva tiempo ganando adeptos en la esfera pública española por medio de las defensas que de ella hacen santos varones como Daniel Innerarity al fantasear con la idea de que vivimos en sociedades tan complejas que las decisiones no pueden ser ya tomadas de acuerdo con los protocolos de las democracias liberales. Esta disyuntiva, sin embargo, está intrínsicamente relacionada con el proyecto de dominación política en marcha del poshumanismo. Partiendo de una reconfiguración ideológica similar a la descrita en este artículo, los transhumanistas Fuller y Lipinska nos alertan de que, en la sociedad de la inteligencia artificial, la división ideológica ya no será entre izquierda/derecha sino entre proactivos (aquellos que aceptan los dictados biotecnológicos para mejorar como especie, pese a los riesgos que implican y la anulación de libertades que conllevan) y los precaucionarios (aquellos que prefieren seguir siendo humanos, anteponiendo la seguridad física y material a experimentos de dudoso resultado).
Fuller y Lipinska presentan el transhumanismo/posthumanismo como una evolución natural del capitalismo que acabaría arrastrando a la izquierda hacia sus redes. En este sentido, todo liberal que defienda la libertad individual y jurídica de las personas, así como el derecho a la propiedad, debiera estar en pie de guerra ante la realidad comuno-capitalista que se está conformando a manos de la ortodoxia poshumana. Por ejemplo, los mismos Fuller y Lipinska afirman, desde un prisma protestante, que el ser humano ha recuperado su divinidad al ser absuelto del pecado original por la redención de Cristo y que, por lo tanto, está obligado a tratar su propio material genético como un capital (partiendo de la idea de hedge fund hablan de hedge genetics) y sumirse en una lógica de riesgo extremo que, por medio de ensayo-error, permita a otros individuos de la especie llegar a mayores niveles de inteligencia y longevidad y alcanzar así el estatus divino prometido. Para conseguir estos objetivos, los autores apuestan por lo que denominan un enfoque proactivo que cambiaría nuestro reglamento civilizatorio en al menos tres niveles fundamentales. En primer lugar, modificando los protocolos científicos (acelerándolos, sin necesidad de testeos rigurosos) y dejando de lado la máxima Primum non nocere (“Lo primero es no hacer daño”) atribuida al juramento hipocrático; en segundo lugar, modificando las bases del contrato social y de los estados de bienestar para que los individuos puedan asumir riesgos genéticos (formar parte de un experimento, etc.) y ser recompensados por ello; por último, acabando con la cultura socioliberal de los derechos individuales.
Estas ideas, por muy delirantes que parezcan, forman parte de un nuevo sentido común en ciernes, y no será extraño encontrarse cada vez con más férreos defensores de ellas. Las instituciones globales están ya recorriendo este camino, como muestra el hecho de que Jeremy Farrar, hasta hace poco presidente de Wellcome Trust (institución que patrocina proyectos transhumanos de los que ya les he hablado en otra ocasión) haya sido nombrado científico jefe de la Organización Mundial de la Salud.
Es por eso que la batalla ideológica es inminente. No se trata ya de discutir lo que debiera ser la izquierda o la derecha mientras tarareamos canciones noñas de Ismael Serrano, sino de asumir que el verdadero dilema está en la estructura del poder político, y que las opciones que se nos presentan, ofuscadas entre colores y culturas políticas, son solo dos: tecnocracia o democracia (o mejor dicho, recuperación del poder político popular en una forma posliberal que quizás aún no tenga nombre).
David Souto Alcalde
(Fuente: https://brownstoneesp.substack.com/)
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En el tiempo siempre estamos en punto de no retorno, Lo histórico se acabó... no lloramos por él porque era mentira.
ResponderEliminarBuscador
ResponderEliminarSe creerán todo lo que les digan porque unos viven pasando de todo, otros idiotizados, otros son gilipollas de nacimiento y el resto ignorantes, ahora todos tienen velas, hornillos de gas, linternas y radio a pilas, los chinos se han forrado, Mercadona ha vuelto a vaciar todas sus naves y mañana será otro día, otro día más, la izquierda se defiende echando las culpas a la derecha porque ellos no arreglaron sus problemas cuando estaban en el poder, las Monteros con 20.000 euros como eurodiputada en Bruselas dice que las culpas son del machismo, Corredor, presidenta de Red Eléctrica que se lleva "pa la saca" 535.000 euros al año, no sabe ni una puta mierda de electricidad vamos ni enchufar el cargador del móvil, y así un suma y sigue, las culpas son de las empresas privadas con tarifas ya pactadas se empieza a deslizar por el asqueroso de Sánchez y aquí no ha pasado nada, miles de personas encerradas horas en los ascensores, personas con enfermedades con maquinas eléctricas en sus casas sin funcionar horas, otras miles metidas en vagones de tren y metro, millones de perdidas en el todos los sectores laborables, miles de comercios sin poder cerrar por las noches... pero, aquí NO ha pasado nada, cada imbécil al día siguiente sigue con su miserable vida y eso si, con miedo a que vuelva a pasar y para ello se prepara, algunos aún no cogen el ascensor "por si acaso"... ya lo dijo Pérez Revete, no hay nada peor que un idiota, sin ellos este sistema no tendría el éxito que tiene. Mañana más y mejor, pero tranquilos BORREGOS de la izquierda, tenéis un gobierno "progresista", energía renovable, no se sabe donde se puede almacenar cuando sobra, pero, el planeta y sus putos idiotas están a salvo. Aún nos hacen poco para lo que nos merecemos. Muy poco, yo aún haría más... Hace mucho que perdí la "esperanza" de que el idiota reaccione pero es una tarea imposible, este sistema sabe que no nos vamos a movilizar para NADA, así que seguirán con sus experimentos sociales de terror que tanto les ha funcionado, les funciona y les funcionará, "semos asín" y cuando uno es idiota, poco más se puede esperar. Por cierto, idiota, compra algo para encender el hornillo de gas, cerillas, mecheros o algo.
- El vecino dice que no nos deja el encendedor, que se gasta
Eliminar- Bueno, entonces tendremos que usar el botón piezoeléctrico
😂😂😂
EliminarES UN ATAQUE PREVENTIVO
EliminarDE LA URRSEURROPEDA.
Que harías tú?
A ellos les gusta mostrarnos sus planes disfrazados de casualidades... Melody tenía preparado un single que se llama el apagón (antes de que ocurriese). El Presidente marioneta de España puso un tuit felicitando al barca por ganar la final el día 27 (un día antes del apagón) poniendo "Final electrizante". El ataud/feretro del Papa cuando lo cerraron y visto desde un lado era la bandera de España https://www.diariocronica.cl/storage/2025/04/velatorio-francisco-300x180.jpg
ResponderEliminarTodo ellos sumado al euro digital de octubre y a la numerologia en todo está más que claro que este año es otro acelerón rapido que están dando, cuanto más evidente es todo, más se nota la diferencia entre zombies sumisos y humanos
Hola.
ResponderEliminarEn un canal de youtube que sigo a diario, suelen hacer analisis bastante razonables de lo que sucede en geopolitica.
"Analizamos en detalle la extraña declaración de Zelenski mientras cotejamos la información del por qué de la insistencia en la confrontación en Europa: no hay dinero porque si nadie respalda la deuda entonces no hay "subvenciones", luego hay que ir a la guerra. Por otro lado, la web de la Casa Blanca nos regala la última payasada trumpesca de alto poder simbólico, también veremos esto en detalle. Ojo, fuera del restringido ámbito de los pensantes hay una auténtica campaña de convencimiento de que los rusos están acabados y es sólo cuestión de empujar un poquito más."
El canal es: https://www.youtube.com/watch?v=G658BqUHqz8
Yo voy a ser muy escueto en mi comentario
ResponderEliminarhttps://www.larazon.es/sociedad/este-mejor-kit-supervivencia-mercadona-sobrevivir-otro-apagon-electrico-espana_202505036816009de52da91ed536955d.html
Es un juego de ESPEJOS INHUMANO Y BRUTAL.
ResponderEliminarEs como una paranoya a ESCALA GLOBAL.
Mantengamos la CALMA.
CIAO.